La herencia económica: Oportunidad desperdiciada
El presidente Felipe Calderón tuvo uno de los sexenios más afortunados, en cuantos a ingresos petroleros se refiere.
Sin embargo esto no se transformó en una reducción de la deuda pública, ni un crecimiento económico sobresaliente ni en la creación de empleos al nivel que México necesitaba.
Los más de 6 billones de pesos que se nutrieron a las finanzas públicas, producto de los ingresos petroleros, no fueron suficientes para saciar el apetito del gasto público.
Indigo Staff
El presidente Felipe Calderón tuvo uno de los sexenios más afortunados, en cuantos a ingresos petroleros se refiere.
Sin embargo esto no se transformó en una reducción de la deuda pública, ni un crecimiento económico sobresaliente ni en la creación de empleos al nivel que México necesitaba.
Los más de 6 billones de pesos que se nutrieron a las finanzas públicas, producto de los ingresos petroleros, no fueron suficientes para saciar el apetito del gasto público.
Las obligaciones de pago, es decir la deuda del sector público, aumentó 187 por ciento. Prácticamente se triplicó.
Muchos de estos recursos no solo fueron utilizados por el Gobierno federal sino también terminaron en las administraciones estatales, que no se sabe a ciencia cierta a qué lo destinaron.
Conozcamos la historia económica de este sexenio que está por terminar.
Tramo final
El sexenio de Felipe Calderón llega a su fin este 1 de diciembre.
Tras seis convulsos años como presidente del país, en materia económica muchos se preguntan, ¿cuál ha sido su legado para la economía mexicana?
Y es que la información en este rubro a veces es confusa y los mensajes encontrados.
El mandatario entró al poder en 2006 comprometiéndose en el discurso que sería “El Presidente del Empleo” y perfilando su mandato en el apogeo económico de aquellos años.
Sin embargo, en su tema insignia los datos presentados denotan que la mayoría de los programas de enfoque al empleo destacan por no obtener los resultados esperados, especialmente en los trabajos bien remunerados.
Mientras que en el sexenio de Fox se aumentó en 21 por ciento la cantidad de empleos que pagan más de cinco salarios mínimos, durante el sexenio de Calderón este rubro se contrajo en 16.6 por ciento.
Es cierto, los cambios en el espectro económico mundial que se han vivido en los últimos seis años son incomparables a cualquier otra administración.
A Felipe Calderón le tocó sortear la peor crisis financiera global desde 1930, lo que provocó una serie de retos imprevistos para la economía nacional.
Y en estos tiempos, como nunca, la comunidad internacional y sus instituciones de organización y regulación económica están más alertas ante prácticas nacionales contra los acuerdos y tratados firmados.
Como en cualquier tema importante y profundo en el desempeño económico calderonista, hay claroscuros.
Calderón ha sido criticado por no lograr pasar reformas en áreas clave como la política, energética y laboral, además por la aparente inefectividad de su política fiscal, con el consabido IETU
Pero también hubo cosas buenas. Entre ellas está el esfuerzo por mantener una política monetaria que garantice el valor adquisitivo del peso mexicano, y un buen manejo de la política comercial que nivele la balanza entre exportaciones e importaciones.
El tema es extenso, por eso Reporte Indigo te presenta una evaluación de las áreas económicas destacadas en el sexenio que termina.
En este artículo se busca evaluar el desempeño del 2006 al 2012, tanto en la formación de la política energética y las estrategias para la creación de empleo, sus fundamentos en la implementación de la política comercial, y la búsqueda de estabilidad en el sistema financiero.
Urge mejorar el sistema financiero
Mejorar el sistema financiero mexicano es imperante, ya que la capacidad de apoyar proyectos de inversión es necesaria para fomentar crecimiento y empleos.
Al respecto se puede comenzar por fomentar una mejor implementación del mercado de capitales en México. A pesar de que la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) ha recibido elogios a nivel internacional, todavía tiene áreas fuertes de oportunidad.
Esta institución fue originalmente creada con la finalidad de que las empresas pudieran reunir suficiente capital para expandirse, de esta manera toda la economía salía ganadora. Sin embargo, esto parece distante de la realidad.
La exención fiscal sobre las ganancias percibidas por la compra y venta de acciones en Bolsa es algo que no existe en otros países y da el incentivo a las instituciones financieras de innovar en técnicas de operación, pero no en colocar empresas mexicanas.
En otros países se habla de agregar impuestos a la compra/venta de acciones de frecuencia alta (high frecuency trading) para incentivar operaciones de largo plazo. Este tipo de incentivos tienen que debatirse en México para fomentar el ingreso de empresas nuevas a la bolsa.
En Estados Unidos durante el 2010 y 2011 entraron a bolsa más de 280 empresas nuevas, mientras que en México el número no supera la decena.
En México se han colocado un número por mucho menor de empresas en bolsa que en Brasil, por ejemplo.
Otro punto en el tema es que en México los expertos financieros dan prioridad a obtener las mayores ganancias en el menor plazo a través de la tecnología implementada.
Ejemplo de esto es el error cometido por la casa de bolsa Bulltick. En abril de este año, a través de un algoritmo se ordenó una serie de ventas que por una equivocación generaron pérdidas exorbitantes, incluyendo el hecho de que la BMV cayera más de 2 por ciento en tan solo 15 minutos.
A raíz de esto se cancelaron las órdenes emitidas durante este lapso de tiempo y se revocó la autorización para que esta casa de bolsa operara en el mercado de capitales mexicano, sin embargo el uso de este tipo de tecnología sigue en pie sin regulación adicional.
En el mismo tema financiero el acceso a crédito del sistema bancario ha sido también criticado por las altas tasas de interés impuestas en México. Aunque la tasa promedio de las tarjetas de crédito es de 30.4 por ciento, algunas llegan hasta 65.
En algunos países existe regulación que pone tope a la cantidad que puede cobrar una institución financiera por un crédito. No solo en tasas de interés sino en demás costos que pueda incurrir el consumidor, con fin de evitar la usura.
Sin embargo, la Ley para la transparencia y ordenamiento de los servicios financieros es ambigua en este aspecto. Citando la ley: “El Banco de México vigilará que las mencionadas instituciones otorguen préstamos o créditos en condiciones accesibles y razonables (…)”.
Para el caso se tendría que revisar la posibilidad de reformular la ley y definir un crédito razonable de manera más precisa. Así los bancos no tendrán la posibilidad de hacer que los consumidores incurran en altas tasas de interés debido al alto poder de mercado que tienen los bancos por la concentración que existe en el sector.
Además para las medidas correctivas, continua la ley diciendo que el Banco de México “podrá tomar en cuenta fórmulas de derecho comparado relevantes”. Esto es de nuevo una falta de precisión que permitiría a los bancos presionar a la autoridad a que no lleve a cabo una medida correctiva altamente estricta.
‘El presidente del empleo’
Entre tantas promesas, la del empleo es quizás la más visible de todas las que hizo en campaña el presidente Calderón.
En este sentido, viendo hacia atrás, el desenlace de la política laboral calderonista no es óptimo.
Primero se debe aceptar que muchas características de un mercado laboral funcional están fuera de las manos del presidente, pero también que los resultados obtenidos para la mayoría de los mexicanos, no han sido del todo favorables.
Calderón prometió en campaña que crearía un millon de empleos anuales, algo que parece exagerada dadas las cifras que hoy obtenemos.
En su sexenio, según cifras del IMSS, se sumaron a ese instituto tan solo 3 millones 500 mil cotizantes, es decir, de 12 millones 400 mil en el 2001 a 15 millones 900 en septiembre de este año.
De haberse cumplido la meta del candidato, 2 millones y medio de empleos se hubieran sumado en el rubro de trabajos formales.
Y en cuanto a la baja productividad, principal causante de los bajos salarios, el gobierno se mostró como todos los anteriores: aplicando curas pero de manera aislada, no sistemática.
La productividad debe ser atendida desde las escuelas, las cortes mercantiles, laborales y hasta en la salud.
Un acierto es sin duda los programas de prevención del IMSS, que se expandieron considerablemente, y que ayudan a reducir las faltas por enfermedad.
Sin embargo, la mayoría de los programas de enfoque amplio brillan por su ausencia.
Comparando con Corea, que del 2007 al 2010 incrementó la productividad del empleado promedio 20 por ciento, la del mexicano solo subió tres por ciento, según datos del INEGI y la OCDE.
El resultado es que México no incrementó sustancialmente la productividad del trabajador en el pasado sexenio.
Con ello, tampoco la productividad de la empresa. Bajo esas condiciones resulta dificil un aumento sostenido en las remuneraciones.
Otras tímidas iniciativas hechas para solucionar problemas específicos de empleo tuvieron déficits de planeación y diseño, como es el caso del Programa Primer Empleo.
Otro programa al que se ha culpado es el Seguro Popular, señalado como un desincentivo al ingreso formal, aunque un acierto en el impacto a la salud del mexicano.
Debido a que el trabajador de una empresa informal contaría con seguro popular, no hay incentivos para que esa empresa ingrese al formal.
Este y otros programas como las ferias de empleo regionales, siguen siendo soluciones pequeñas y poco eficientes para el empleo de los mexicanos.
Las empresas formales en el país también están en desventaja ante las informales, otro tema que quedará pendiente en este sexenio.
El problema en México no es necesariamente la falta de empleos (la tasa de desempleo es de las más bajas de la OCDE) sino la falta de trabajos bien remunerados y formales.
Por ejemplo, al menos 30 por ciento de los empleos contabilizados se encuentran el sector informal.
En este sentido, lo que le faltó a Calderón y esperemos que no a Peña Nieto, es una visión más amplia de la productividad como eje de mayores y mejores fuentes de empleo.
La enfermedad laboral de México no es nueva, pero se requieren curas radicales más que alivios temporales a los síntomas.
Pendiente la reforma energética
La política fiscal, los ingresos y egresos de la administración de Calderón fueron, en términos amplios, responsables.
Lo anterior porque la deuda del gobierno casi se ha triplicado en términos nominales, pero el déficit en proporción al PIB ronda el 2.4 por ciento, mucho menor que otros países avanzados y en desarrollo.
Por ello se habla de una serie de tropiezos que han detenido la recaudación.
El ejemplo más claro es el IETU, que vino a complementar al impuesto sobre la renta y que por la simple existencia del impuesto, incrementó los costos en el área formal.
El IETU terminó por ser un impuesto que incrementó indirectamente la recaudación, pero ha causado estragos a las empresas y además es tan políticamente odiado, que podría desaparecer.
La reforma fiscal sucedió a medias, sin grandes mejoras para eliminar la informalidad o ampliar la base fiscal.
Según el Banco Mundial, la mayoría de los nuevos contribuyentes en el sistema fiscal son pequeñas empresas nuevas, no quienes estaban ya en la informalidad.
La falta de una reforma funcional ha hecho dificil que el ingreso del Gobierno Federal incremente en la misma manera que sus gastos, trayendo consigo un balance negativo mayor.
Un aspecto positivo del financiamiento del gobierno es que la madurez promedio de la deuda se disparó a más de 2 mil 700 días en esta administración. Esto significa que en promedio la deuda se debe pagar en más de siete años, lo que da amplio margen de manejo al gobierno federal.
Para efectos de comparación, por ejemplo, en 1990 el plazo promedio era de 264 días. Las obligaciones tan cortas propiciaban las conocidas devaluaciones que caracterizaban a casi todos los sexenios.
El menor plazo también se ha logrado por el menor riesgo y las tasas de interés que se cobran al gobierno federal.
La administración de Calderón también se caracterizó por un aumento sustancial en la descentralización de los recursos federales, implementando una serie de subsidios a municipios y estados.
No obstante que esto es bueno en teoría, algunos estados se han vuelto incapaces de manejar sus finanzas de manera responsable. Si se contabiliza toda la deuda de los estados, la suma del sector público se dispara de manera alarmante.
A grandes rasgos, el gran tema sin resolver continúa siendo la eficiencia del gasto público.
A pesar de estar recaudando y gastando cantidades históricas, se han logrado pocos resultados en los rubros donde más se invierte, como educación.
La gradual disminución del subsidio a la gasolina hará mucho por mejorar las finanzas del estado, pero si no se acompaña de un verdadero cambio de dirección en la forma en que se gasta, poco se logrará.
Y sin una reforma hacendaria para acelerar el ritmo de recaudación, las crecientes obligaciones del gobierno federal y la posibilidad de quiebras estatales, podrán traer presiones adicionales.
Política comercial
En cuanto a la evaluación de la política comercial desde el ángulo de la balanza comercial que desarrolló México con el mundo, se ha podido apreciar que se ha equilibrado.
En el 2006, al inicio del sexenio, México presentó una cifra negativa por seis mil millones de dólares, que alcanzaría un máximo en el 2008 por la fuerte reducción en sus exportaciones.
Desde el 2009 se ha visto una notoria recuperación al alcanzar en el 2011 una balanza comercial prácticamente nivelada, con las importaciones superando las exportaciones en 1.2 mil millones de dólares.
Si a nivel agregado el país marcó una mejoría en el sexenio, habría que evaluar las relaciones bilaterales para apreciar de forma efectiva la modelación y efectividad de la política comercial nacional.
La herencia de Calderón
Tras analizar el desempeño que tuvo Calderón en cuanto al manejo de la economía del país, ¿qué herencia recibirá el Presidente electo y los demás mexicanos?
En principio, la herencia Calderonista nos deja con una mayor cantidad de pobres que al inicio de su sexenio. Según el Coneval, entre el 2008 y 2010, el país aumentó de 44.5 por ciento a 46.2 por ciento. El sueño de “El Presidente del Empleo” no se dio, y las oportunidades para jóvenes en el país no satisfacen a la demanda.
Además, sigue existiendo la necesidad de cambios estructurales en cuanto a los esquemas de vivienda y el desarrollo de las comunidades, especialmente para la población más marginada.
La herencia de Calderón nos mantiene con una urgencia, reflejada en los medios, por la implementación de una reforma energética efectiva y la culminación de una reforma laboral que impulse la creación de empleo y promueva la eficiencia.
De igual forma, se amplía la necesidad de desarrollar generadores de energía alterna, y ampliar nuestra capacidad en cuanto al descubrimiento y explotación del petróleo en el Golfo de México.
Entre lo positivo, México tiene una moneda nacional con un poder adquisitivo sustentable.
Nuestra política monetaria ha sido halagada internacionalmente, y nuestro nivel de reservas del Banco Central asegura el peso ante presiones especulativas en contra.
De igual forma, tenemos una industria de turismo que se ha recuperado tanto de la crisis económica mundial, como de los golpes temporales y además la dependencia del turista estadounidense, disminuye.
En otro enfoque, nuestra política comercial se presenta más diversa que nunca, con una tendencia a un superávit comercial con la mayoría de los países del mundo, salvo con China.
Calderón deja una balanza comercial prácticamente equilibrada.