La fuga increíble
Como en su primer escape, las versiones de la segunda huida de Joaquín “El Chapo” Guzmán no son pocas.
La oficial, el túnel equipado con sistema de ventilación, iluminación y hasta con rieles para que rodara una motocicleta.
La otra, la que personal de la PGR ha logrado reconstruir a tan solo unas horas de la segunda fuga del que vuelve a ser el delincuente más buscado de México.
J. Jesús Lemushttps://www.youtube.com/watch?v=7AGIDtFVQuY
Como en su primer escape, las versiones de la segunda huida de Joaquín “El Chapo” Guzmán no son pocas.
La oficial, el túnel equipado con sistema de ventilación, iluminación y hasta con rieles para que rodara una motocicleta.
La otra, la que personal de la PGR ha logrado reconstruir a tan solo unas horas de la segunda fuga del que vuelve a ser el delincuente más buscado de México.
Fuentes cercanas a la investigación expusieron a Reporte índigo la posibilidad de que “El Chapo” Guzmán haya salido disfrazado de visitante, con la complicidad del personal de custodia de esa prisión.
Guzmán no se fugó por un túnel, advierte esta teoría. Por normatividad, las cárceles federales se construyen sobre una plancha de concreto de más de dos metros de grosor, lo que hace imposible la construcción subterránea. La salida de “El Chapo” de la cárcel del Altiplano tuvo que haber sido por el área de visitas. “El Chapo” se fugó como un visitante más de esa cárcel federal.
La construcción de un túnel que va del Cefereso I hasta la colonia Santa Juanita, en Almoloya de Juárez, podría ser solo una distracción implementada por el propio narcotraficante para despistar la investigación, la que ya apunta hacia la complicidad del personal de custodia, el que mantuvo al reo fuera de su celda en horarios anormales.
El del disfraz, sería el método preferido por Joaquín Guzmán para burlar la seguridad penitenciara. Ya lo hizo una vez, cuando se escapó en enero del 2001 de la cárcel federal de Puente Grande. En aquella ocasión, el narcotraficante -con la complicidad de funcionarios federales al más alto nivel salió- vestido de Policía Federal, según relataron en su momento algunos reos de la cárcel federal de Jalisco.
De acuerdo a la que apunta a ser la más importante línea de investigación, “El Chapo” Guzmán pudo haber ingresado al área del personal de custodia -para de allí mezclarse entre las visitas y salir como el familiar de algún reo-.
La única forma en la que pudo haber accedido a esa zona sin romper el protocolo de seguridad, sería a petición del interno para la realización de una llamada telefónica ya programada o reclamando servicio médico.
La teoría de la PGR estima que, desde el área del personal de custodia Guzmán Loera pudo haber ingresado a uno de los túneles que comunican a la zona de internos procesados con el área de acceso de visitas. En ese lugar -solo con la complicidad de personal de custodia- “El Chapo” pudo haber cambiado su vestimenta por ropa común y salir caminando por la puerta principal, como una visita más que se retiraba.
Los tiempos no cuadran
Los tiempos establecidos en el parte oficial de la Comisión Nacional de Seguridad (CNS) donde se informa de la fuga de Joaquín Guzmán, no empatan con los manejados al interior de la cárcel federal para el movimiento de internos.
La CNS informó que se perdió el contacto visual con “El Chapo” a las 20:52 horas, pero de acuerdo al protocolo del Cefereso I, no puede haber internos fuera de su celda después de las 18:00.
El sábado, las actividades al interior del Cefereso del Altiplano concluyeron en punto de las 18:00 horas. El calendario marcó dos horas de deportes. Como el sábado las salidas al patio son optativas, “El Chapo” Guzmán pudo haber decidido permanecer en su celda de donde fue trasladado al área de custodia.
De acuerdo al protocolo, el sábado se autorizó que los internos se bañaran en dos tandas: la primera a las 13:00 horas, y la segunda a las 18:00 horas. Ningún preso tenía la autorización para estar en el área de regaderas después de las 19:00 horas. Mucho menos a las 20:52 cuando fue la última vez que la CNS dice haber sabido de “El Chapo”.
Otra inconsistencia entre los declarado por el Gobierno Federal y lo que pudo haber sucedido al interior de la cárcel es la presencia de Guzmán sin vigilancia en el área de regaderas. El protocolo al interior de los Ceferesos establece que ningún reo se puede mover fuera de su estancia sin la supervisión del personal de seguridad.
Guzmán, en su condición de reo de alta peligrosidad, siempre era trasladado bajo la vigilancia de cinco personas: dos custodios, un comandante de compañía, un funcionario del Centro de Investigación y Seguridad Nacional, así como un representante de la dirección del órgano desconcentrado, prevención y readaptación social de la Secretaría de Gobernación.
Para todos los criminales de alta peligrosidad, el sistema penitenciario federal establece medidas adicionales de vigilancia, como el pase doble de lista, observación constante de movimientos a través del sistema de cámaras de seguridad, grabación de conversaciones en visitas íntimas, familiares y de abogados, así como registro puntual de las comunicaciones telefónicas o por correspondencia.
La PGR estima que el centro de comando del Cefereso de Almoloya no estaba en condiciones de perder de vista las actividades de “El Chapo”. Su último pase de lista fue 20 minutos antes de las 18:00 horas, cuando frente a su celda, la número 20, se presentaron tres funcionarios -uno del Cisen, otro de vigilancia y custodia y un comandante de compañía- que dieron cuenta de la presencia física del jefe del cártel del Pacifico.
Pese al comunicado de la CNS, la PGR tiene elementos que dan cuenta de la presencia de “El Chapo” en el interior su celda al filo de las 17:40 horas. Las únicas razones por las que el narcotraficante pudo haber salido es el requerimiento del servicio médico o la solicitud programada para realizar una llamada telefónica familiar. Nunca para asistir al área de regaderas solo.
La existencia de un túnel resulta inverosímil debido a que el protocolo de seguridad de las cárceles federales obliga al personal de custodia a revisar cada 15 minutos las áreas de uso común. Sumado a ello, ningún reo -menos los de máxima peligrosidad- pueden permanecer solos en esos sitios.
Almoloya, de ‘casi’ máxima seguridad
La Cárcel Federa de Almoloya fue hasta el pasado sábado por la tarde una de las más seguras de México. Ahora, al lado de la Cárcel Federal de Puente Grande, se ha convertido en una de las prisiones federales que pierden el estatus de cárceles de máxima seguridad. El culpable del hecho es el mismo hombre: Joaquín Guzmán Loera, mejor conocido como “El Chapo”.
Esta prisión, estigmatizada como una de las más férreas de todo el país, a donde se enviaron a los reos más peligrosos de México capturados en los últimos 20 años, es una de las obras más recodadas del presidente Carlos Salinas de Gortari, cuando nació el sistema penitenciario federal de Máxima Seguridad.
Fue en noviembre de 1991 cuando la cárcel de Almoloya comenzó a recibir a los primeros reos acusados de delitos graves. Inicialmente estaba proyectada para albergar a 800 presos, pero la explosión delincuencial hizo que dentro esa prisión se manifieste la sobrepoblación, llegando a tener a la fecha cerca de mil 200 internos federales.
Hasta el pasado sábado -por el estatus de máxima seguridad- la cárcel de Almoloya era el destino de los reos que intentaban actos de insubordinación contra la autoridad penitenciaria, tan así que era considerado un castigo ser enviado a esa prisión luego de estar en otras cárceles federales, entre ellas la de Puente Grande.
Con su fuga, “El Chapo” Guzmán terminó con el mito de la cárcel inexpugnable y la redujo al ridículo. Oficialmente hoy en la Secretaría de Gobernación, ya son dos cárceles del complejo penitenciario federal que han perdido el nivel de máxima seguridad, a causa del mismo hombre.
Un domingo diferente
Ayer no fue un domingo normal dentro de la cárcel federal de Almoloya. Tras la fuga de “El Chapo” Guzmán, con la aplicación del código rojo que tendrá vigencia durante las próximas 72 horas.
La mayoría de los reos festejaron al interior de su celda la segunda fuga del narcotraficante más poderoso de México. Supieron de la fuga solo por la aplicación del código rojo, el que suspende toda actividad dentro de la cárcel, incluyendo la de la alimentación, visitas familiares y de abogados.
Entre los reos que supieron de la fuga de “El Chapo” desde el silencio de sus celdas se encuentra Miguel Ángel Treviño Morales, “El Z-40”, exlíder de Los Zetas; Servando Gómez Martínez, “La Tuta”, exlíder de Caballeros Templarios; Óscar Omar Treviño Morales, “El Z-42”, exlíder de Los Zetas y hermano de “El Z-40”, y Édgar Valdez Villarreal, “La Barbie”, sicario del cártel de los hermanos Beltrán Leyva.
En la cárcel federal de Almoloya, también está recluido Jesús Reyna García, exgobernador de Michoacán, acusado de negociar con el cártel de Los Caballeros Templarios; José Luis Abarca Velázquez, expresidente municipal de Iguala, presunto responsable intelectual de la desaparición forzada de estudiantes de Ayotzinapa, Guerrero; Miguel Ángel Félix Gallardo, “El Padrino”, exlíder del desaparecido Cártel de Guadalajara; Teodoro García Simental, “El Teo”, el principal enemigo del cártel de los Arellano Félix.
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