La educación los hará libres

Para no morirse en la cárcel, los presos hacen de todo. 

De día trabajan, escriben, pintan. De noche sueñan con la libertad. Piensan siempre en lo que van a hacer al día siguiente para ganarle un día más a la “Perra” –así le dicen a la cárcel-, después de todo, en la filosofía carcelaria, una día más en la cárcel, es un día menos en la cárcel.

J. Jesús Lemus J. Jesús Lemus Publicado el
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minutos de clases cada 30 días reciben los internos de prisiones federales
Juvenal Soto tiene una sentencia de 17 años de prisión. Espera poner su despacho de abogado al salir de la cárcel
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Para no morirse en la cárcel, los presos hacen de todo. 

De día trabajan, escriben, pintan. De noche sueñan con la libertad. Piensan siempre en lo que van a hacer al día siguiente para ganarle un día más a la “Perra” –así le dicen a la cárcel-, después de todo, en la filosofía carcelaria, una día más en la cárcel, es un día menos en la cárcel.

“Hay muchas formas de fugarse de la prisión”, explica Ethel Flores Castillo, quien ahora usa contenta su nuevo nombre: Ethel Libertad, “pero la mejor que yo encontré para liberarme dentro de la cárcel fue la lectura. Iniciar un proceso formal de estudio. Sumida en los libros de texto intenté no sentirme presa, traté de gritarle al mundo, desde mi encierro, que pese a todo, allí estaba yo, que seguía viva, que me aferraba a mí misma”.

Uno como preso, es el peor juez que puede tener uno mismo. Habla despacio Juvenal Soto, del Reclusorio Sur. 

“Uno es un animal que lleva dentro a otro animal, con el que nunca quieres estar solo. Por eso busco hacer otras cosas. Yo me encierro en mi mundo de estudio y se me olvida que hace cinco años no respiro el aire de la libertad en mi cara”.

Ayer, Reporte Indigo publicó un reportaje que reveló que actualmente, 171 presos cursan la carrera de leyes dentro de las prisiones del DF. 

En México, de acuerdo a cifras oficiales de los gobiernos estatales, existe una población penitenciaria de 229 mil 361 presos reguardados en prisiones de mediana y mínima seguridad. En prisiones federales el número llega a 57 mil 793 internos. 

De toda la población penitenciara solo el 11 por ciento realiza actividades de estudio, la mayoría –principalmente los radicados en cárceles estatales- “matan” el tiempo en actividades deportivas y manualidades, sobretodo pintura al óleo. 

En las cárceles federales el tiempo los consume a ellos. No tienen actividades recreativas, se la pasan encerrados en sus celdas. 

“Los presos somos asesinos”, dice Roberto Solís, de la cárcel de Mil Cumbres en Morelia, “porque todos los días despertamos con la única finalidad de matar el tiempo. No tenemos otro propósito más allá que vivir el día a día, y para eso nos las averiguamos de mil formas: desde meternos en el remolino de nuestros pensamientos hasta fingir que nos queremos, que nos importamos a nosotros mismo y que nos dedicamos a estudiar. En la cárcel pretendemos ser lo que no hicimos en libertad”.

Para el sistema penitenciario mexicano el tiempo libre de los reos es un verdadero problema, dijo un funcionario de la cárcel de Mil Cumbres en Morelia, que pidió el anonimato.

La recomendación de la Secretaría de Gobernación, declara, es limitar en la medida de lo posible el tiempo libre para los internos. La sugerencia es que tengan una actividad impuesta por la dirección de los penales. No se les debe permitir que decidan en qué van a utilizar su tiempo libre. Ese es el principio del autogobierno y la continuación de la delincuencia al interior de las cárceles, explica.

De la población penitenciaria total, estimada en 286 mil 154 internos, se calcula que solamente 31 mil 476 internos realizan actividades de esparcimiento, entre ellas estudiar desde la formación académica básica hasta una carrera profesional.

Pocos espacios a la educación

El presupuesto educativo de todas las cárceles de mediana y mínima seguridad no alcanza ni siquiera el uno por ciento. Y en las federales la inversión en educación llega apenas al dos por ciento, pero el gasto presupuestal se aplica en un 90 por ciento en el pago salarial de los profesores de planta y el otro 10 se simula en material de educación, pero los internos reciben clases de 15 minutos cada 30 días.

En las cárceles de jurisdicción estatal, pese al presupuesto educativo, se trabaja mediante convenios de colaboración gratuita con instituciones oficiales, como universidades locales o el Instituto Nacional de Educación para los Adultos (INEA).

De las 443 cárceles de mediana y mínima seguridad que existen en el país, solamente 218 de ellas mantienen convenios de colaboración con el INEA.

En las prisiones estatales de México, la partida presupuestal destinada a la educación de los internos es en promedio cinco veces menor a la destinada para la compra de equipo antimotines o adquisición de lámparas y materiales eléctricos.

La vida en los libros

Juvenal Soto es uno de los 271 presos inscritos en el programa de educación superior en centros de readaptación social del Distrito Federal. 

“Le dedico a mi preparación por lo menos ocho horas al día”, dice alegre, “es lo que me mantiene vivo dentro de esta cárcel. Si no fuera por la rutina de estudio que llevo y sentir que mi familia me mira con más respeto, creo que ya me habría suicidado. La cárcel no es opción para ninguna persona, y los que estamos aquí sí tenemos la opción de cambiar el rumbo de nuestras vidas”.

Tiene una sentencia de 17 años de prisión. Espera que el tiempo se le pase rápido. Le gusta aplicarse en el estudio, porque cuando lo visita su esposa, sus tres hijos y su madre, les comparte dos esperanzas: salir de la cárcel y poner su despacho de abogado.

Salvado del olvido

Félix Cerda Nava hace dos años que alcanzó la libertad. Estuvo recluido por siete años en el Reclusorio Oriente y en el complejo penitenciario de Santa Martha Acatitla. Dice que el estudio dentro de la prisión le cambió todo. Obtuvo una identidad dentro del mundo de desesperanza en el que se vive dentro la cárcel.

“El estudio me salvó del olvido”, dice sereno y risueño. “Me dio la posibilidad de superarme. Me sacó del estado de estigmatización”. 

Félix está por concluir su carrera de ciencias políticas en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Espera pronto presentar su proyecto de tesis. Le apasiona el tema de los movimientos sociales, principalmente estudiantiles. 

Todos los días batalla con el síndrome del reo: despertarse muy temprano y desfasarse del tiempo de los otros.

‘Populismo punitivo’

Por más que se nos pretenda hacer creer que existe un sistema de Reinserción Social, es difícil aceptarlo, ya que para que esa integración se lleve a cabo, el Estado Mexicano debiera solucionar no solo con “voluntad política” las deficiencias que imperan en el espacio penitenciario, asegura Ethel.

De acuerdo con José Luis Gutiérrez, director general de ASILEGAL, una de estas deficiencias se presenta cuando “las sanciones alternativas a la prisión no son consideradas por la autoridad” por “el uso excesivo de la prisión preventiva”. 

En consecuencia la sobrepoblación está impactando en la actualidad el espacio carcelario, impidiendo disponer de un lugar adecuado ni siquiera para dormir, lo que se pretende sea un proceso de Reinserción Social.

“Por otro lado tenemos las violaciones a los Derechos Humanos dentro de las cárceles mexicanas: los ‘picados’, los ‘colgados’, las y los internos que se encuentran en áreas de ‘protección’, no son de a gratis, como dirían por ahí. Todo obedece a un sistema penitenciario que se ha ido deteriorando a medida que avanza la globalización”, revela. 

En su última reforma en el 2014 pareciera que el Sistema Penitenciario Mexicano requiere más que de la modificación de sus artículos. 

Hablamos de una verdadera transformación en apego a los Derechos Humanos, con verdaderos Programas de Reinserción Social. Aunque para fortuna de los que pretenden superarse, aún dentro de la cárcel, la lucha por mejorar el sistema en beneficio de la transformación del individuo, sigue su curso.

Sin embargo, aún están pendientes aproximadamente más de 176 recomendaciones emitidas por la comunidad internacional, para que el sistema penitenciario mexicano avance. 

“Aquí el problema es que no se puede avanzar mientras haya partidos políticos pidiendo penas de muerte para las personas que se encuentran privadas de su libertad por delitos de secuestro”, dice. “Por eso es misión de la sociedad atenuar ese impacto biopsicosocial que deja la huella desgarradora de la cárcel sobre los acusados”. 

Ethel tiene claro que queda mucho por hacer en cuanto al supuesto de Reinserción Social se refiere. 

Como reparar el impacto del encierro en la persona que lo padeció y también en su familia.

Por Ethel Flores

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