Detrás de Roberto Moyado alias “El Betito”, el hombre de tenis azules, jeans deslavados y playera tipo polo atrapado esta semana por la Policía Federal, están cientos de muertos, cadáveres embolsados, decapitados y mutilados de los últimos años en la Ciudad de México.
Aunque se prevé un pleito por el cacicazgo de La Unión, el gobierno de la Ciudad de México apuesta a frenar la oleada despojos, secuestros, extorsiones y “cobros de piso” denunciados primero en la zona centro de la capital y luego en casi todos los corredores comerciales, antros, bares y hasta tianguis.
El inaudito espectáculo del pasado 18 de junio sobre avenida Insurgentes Norte, donde amanecieron regados cabezas, piernas y brazos de dos cadáveres pusieron fin, de forma brutal, a la teoría del oasis capitalino, pero también propició que su nombre fuera puesto como objetivo prioritario del gobierno de la Ciudad de México que quedó exhibido.
Con cada muerto, las autoridades buscaban una explicación posible y conectar la violencia ya sea al Cártel de Tláhuac, Los Rodolfos, la Unión de Tepito, la Anti Unión y hasta el Cártel de Jalisco Nueva Generación, todos con rastros de presencia en la capital.
Pero con las cabezas de Insurgentes, otras cabezas comenzaron a rodar.
Casi dos semanas después de ese evento, el 4 de julio, cayó de su cargo Hiram Almeida, secretario de Seguridad Pública, a quien el jefe de gobierno, José Ramón Amieva, le había pedido resultados puntuales para frenar el narcomenudeo y las operaciones de la temida Unión de Tepito.
En medio de la polémica el 21 de julio asumió la Secretaría de Seguridad Pública, Raymundo Collins y 18 días después, la Policía Federal capturó al temible Roberto Moyado, alias “El Betito”. A éste se le adjudica el capítulo más reciente de guerra en la ciudad de México.
Disputan la capital
Los cárteles que tienen presencia en la CDMX son:
> El Cártel de Tláhuac
> Los Rodolfos
> La Unión de Tepito
> La Anti Unión
> El Cártel de Jalisco Nueva Generación
Cuando La Unión irrumpió en la capital
La primera carta abierta de presentación de La Unión en la capital fue el secuestro y asesinato de un grupo de jóvenes de Tepito en un antro en mayo de 2013, cuando Miguel Ángel Mancera iniciaba su gestión al frente del gobierno.
El grupo delictivo se peleaba el control del mercado de las drogas a través de dealers que colocaba en bares y discotecas.
Aunque en el barrio de Tepito ya se sabía de su existencia y del cobro de piso a comerciantes, La Unión comenzó por aquellos años una lucha encarnizada que se tradujo en muertos que aparecían en vueltos en bolsas de plásticos junto a los puestos metálicos de los ambulantes, balaceras afuera de discotecas y extorsiones.
En la investigación de aquel multicrimen comenzaron a trascender los nombres de los líderes: Francisco Javier Hernández, alias “Pancho Cayagua” y su hermano, alias “El Ostión”, algunos de los más famosos y de la mano de estos, Roberto Moyado, alias “Betito”.
Antes y después
El líder trató de evadir a la justicia con un cambio de imagen:
> Se realizó prótesis capilar
> Se hizo bypass gástrico
> Bajó 30 kilos
> Se dejó crecer la barba
La ejecución de Pancho Cayagua
En el 2016 se comenzó a saber de serias diferencias entre los líderes de La Unión y una separación de Roberto Moyado, alias El Betito, quien comenzó a distinguir a sus sicarios y seguidores con playeras, gorras y pistolas marcadas con la leyenda “El de la B”, en relación a su nombre.
El pleito, según la línea de investigación que seguía la Procuraduría de Justicia, terminó con la emboscada y ejecución del líder fundador de La Unión, alias “Pancho Cayagua” cuando este llegó a una cita a la Comercial Mexicana de Insurgentes Norte y Ticoman, en la Delegación Gustavo A. Madero. Los dos sicarios que le dieron muerte escaparon a bordo de una motocicleta.
Tras la muerte de Pancho Cayagua “El Betito” ascendió y se quedó con el liderazgo de la organización apoyándose de sus incondicionales, entre ellos, Juan Iván Arenas, alias “La Pulga”, quien se encargó de operar y reclutar a los sicarios a su servicio.
Como contrapeso, Sergio Flores Concha, alias “El Torta”, fundó el grupo contrario La Anti Unión, para intentar frenar el poderío, abusos del Betito y pelear el territorio.
Ambos se enfrascaron en una guerra por el control del mercado de la droga que sumió a la capital del país en una ola de crímenes entre integrantes de uno y otro bando, fundamentalmente, jóvenes dealers asesinados en motocicletas, afuera de establecimientos mercantiles y vecindades de las colonias, Centro, Peralvillo, Morelos, Obrera, Doctores, Condesa.
A través de videos difundidos en redes sociales, los de la Anti Unión, acusaban que “El Betito” podía operar y seguía impune, gracias a la complicidad de altos mandos de la Procuraduría General de Justicia capitalina y de policías de la Secretaría de Seguridad Pública, que por años nunca pudieron arrestarlo.
Ayer que el titular de la Comisión Nacional de Seguridad (CNS) Renato Sales Heredia anunció su captura y se difundieron imágenes, un hombre lánguido y de estatura baja rompió con el mito del sanguinario capo local.
Y al estilo de Amado Carrillo, “El señor de los cielos”, se dijo que como parte de su vida a salto de mata se había sometido a una operación conocida como bypass gástrico con el que perdió casi treinta kilos, además de injertos de pelo para esconder sus entradas y conseguir que su rostro no fuera reconocido por las autoridades.
Como ocurre cada vez que muere o atrapan a un capo, se prevé una nueva disputa de quienes intenten asumir el liderazgo de “El Betito”. La pregunta en el aire es si con su captura se conseguirá disminuir los crímenes en la ciudad y el retorno al oasis chilango.