Alfonso Tentle Acosta perdió su juventud en el Reclusorio Norte de la capital del país, donde ha pasado 17 años preso de manera injusta, denuncia su familia.
Este 2021, Tentle Acosta cumplió 33 años de edad. Es un adulto, pero al momento de ser detenido por supuestamente participar en el linchamiento de tres policías federales en el pueblo de San Juan Ixtayopan, alcaldía Tláhuac de la Ciudad de México en 2004, apenas contaba con 18 años.
“Estaba en su plena juventud cuando lo arrestaron, se convirtió en un adulto estando preso”, dice su padre Alfonso Tentle Ortiz.
Sin embargo, en julio de 2021 su familia vio una oportunidad de que se hiciera justicia: el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció un decreto federal para liberar a presos víctimas de tortura y mayores de 75 años.
El 25 de agosto pasado la Secretaría de Gobernación (Segob) publicó el acuerdo por el cual se creaba un comité de análisis de solicitudes de preliberación de la población de los penales y reclusorios en las condiciones referidas, con lo que se concretó el anuncio.
Actualmente, Tentle Ortiz espera que el Gobierno de México libere a su hijo, quien solo fue testigo del linchamiento de tres agentes federales hace 17 años.
Respecto a la situación de tortura en el país, organizaciones civiles, como el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, han advertido que son miles de reclusos los que han sido víctimas.
Mientras que la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) ha emitido 130 recomendaciones de 2017 a 2018 por el maltrato físico que reciben los presos en los penales mexicanos.
Por la liberación de Alfonso Tentle Acosta
El padre de Tentle Acosta cuenta que cuando se enteró de que había una oportunidad de que su hijo saliera de la cárcel por el decreto, tramitó un oficio de solicitud de preliberación ante la Segob, en acompañamiento con el Comité Cerezo de Derechos Humanos, porque su familiar fue víctima de tortura.
“Estamos esperando a que se asigne a una persona que lleve el caso, para que se le practique el protocolo de Estambul a Alfonso y se compruebe que fue torturado durante la detención y al momento de declarar”, dice el hombre de oficio jardinero.
Aún no hay fecha para la atención de la solicitud ni para la posible liberación, pues el comité de análisis todavía no se integra, pero para la familia Tentle, tramitar el oficio corresponde a la urgencia de que su hijo salga lo más pronto posible de la cárcel, donde ha estado la mitad de su vida.
No obstante, no es el primer intento: los Tentle, después de que sentenciaron a Alfonso a 46 años y 6 meses de prisión por incitar al linchamiento de los federales, interpusieron dos causas penales en juzgados federales por la detención arbitraria, la 176/ 2004-1 y 176/2004-V, pero las resoluciones no les favorecieron.
También, presentaron la queja CDHDF/122/07/CNDH/R1264 ante la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México (CDHCDMX), pero tampoco prosperó.
En 2007, Alfonso Tentle Ortiz detuvo la búsqueda de justicia porque fue amenazado.
“Un día saliendo de mi trabajo, una persona me intercepta y me dice que me conoce, que es el maestro de la escuela de mis hijos, me pide que platiquemos. Vamos hacia una iglesia y me dice que por qué hago ‘tanto desmadre’ que quién era y que ya mejor le parara”, relata.
Entonces, detalla, consultó con el abogado de oficio que lo asesoraba y decidió que lo mejor era suspender su lucha para que su hijo no sufriera represalias al interior del reclusorio.
Fue hasta el pasado mes de agosto, cuando retomó la búsqueda de justicia. “Viendo que este gobierno está abierto a esa posibilidad, decidimos retomarlo”, dice.
Su delito: mirar
A sus 18 años, Alfonso Tentle Acosta ayudaba a su papá en su trabajo de jardinero en la colonia Tepepan en Xochimilco y, el 23 de noviembre de 2004, salió más temprano para ir a recoger a sus hermanos al kínder Popol Vuh en San Juan Ixtayopan.
Cuenta su padre que Tentle Acosta vio a personas sospechosas afuera del centro escolar y junto con otros familiares de los niños, pidieron a los maestros no sacarlos.
Alrededor de las 18:00 horas, algunos habitantes del pueblo junto con otros que no eran de ahí, empezaron a instigar la agresión contra los federales a quienes señalaron de ser secuestradores.
Para ese entonces, Alfonso ya había regresado con sus hermanos a casa.
Después, arribaron elementos de la entonces Secretaría de Seguridad Pública (SSP) que no evitaron el linchamiento de Víctor Mireles Barrera, Cristóbal Bonilla y Édgar Moreno Nolasco que, después se supo, estaban investigando una casa de seguridad relacionada con el narcomenudeo.
Más tarde, relata el padre de Tentle Acosta, su hijo volvió a salir en la noche y fue a ver qué había pasado en el centro del pueblo.
Ahí, frente a dos cuerpos quemados, cámaras de medios de comunicación lo captaron y esto, atribuye Tentle Ortiz, fue el motivo de la detención arbitraria.
“Lo único que hizo fue ir a ver, él nunca fue una persona violenta, ni agresiva, ni tampoco hay pruebas de que participó, solo lo vieron las cámaras”, señala.
Al otro día, el 24 de noviembre en la mañana, la policía investigadora junto con la SSP tiraron la puerta del domicilio de la familia, le pegaron a su madre y a su padre y arrestaron a Alfonso sin tener una orden de aprehensión. También lo golpearon: “le reventaron el pómulo”, dice su papá.
Después lo llevaron a la sede de la Procuraduría General de la República en Camarones, en donde lo siguieron golpeando para que aceptara su responsabilidad y culpara a otros 32 detenidos de haber incitado el linchamiento de los policías.
“Los golpearon y les enseñaban fotos de otros detenidos, para que supuestamente identificaran a quienes participaron, fue así como entre ellos se echaron la culpa”, menciona el papá de Alfonso.
Por dichas agresiones e irregularidades, es por lo que Tentle Ortiz espera que su solicitud de preliberación prospere y su hijo recupere la vida que perdió en la cárcel.