Pese al respaldo del presidente Biden, Kamala Harris carga con los fallos del gobierno actual que le pueden afectar.

Kamala Harris, los retos y el panorama para su campaña a la presidencia de EU

Tras la renuncia de Joe Biden de la contienda por la reelección, la vicepresidenta de Estados Unidos tiene la oportunidad de alcanzar a Donald Trump en las encuestas

Con el relevo de Joe Biden a Kamala Harris para las elecciones generales de noviembre, la atención hacia la vicepresidenta de Estados Unidos no ha hecho más que reforzarse.

La mañana de ayer, con menos de 24 horas después del anuncio de la dimisión de Biden a la carrera presidencial, Harris recaudó más de 50 millones de dólares para su campaña, así lo informó The New York Times.

El diario estadounidense especificó que las recaudaciones al partido oficialista se detuvieron luego del primer debate presidencial entre Biden y Donald Trump, el pasado 27 de junio, con el cual el aún mandatario dejó ver las consecuencias de su avanzada edad, lo que a la par impulsó la popularidad de su rival.

Hasta el pasado 17 de julio, fecha del último registro recopilado por el portal fivethirthyeight, Harris iba detrás de Trump en materia de popularidad con solo tres puntos, lo cual puede cambiar durante los siguientes cuatro meses que quedan para que se emitan los votos.

A pesar de que Harris le pisa los talones a Trump en popularidad, la desaprobación del magnate es mayor que la de la aún vicepresidenta: 53.7 para al republicano y 50.4 para la pareja política de Biden.

Con el relevo al interior del Partido Demócrata, los números que favorecen hoy en día a Trump pueden modificarse por lo que Harris representa y es con el público estadounidense, empezando por su edad, su género y su ascendencia de raza negra.

Al inicio del gobierno de Biden, fue la historia personal y profesional de Harris lo que le ganó electores al presidente, aunque esa ventaja se fue diluyendo con el paso de los meses, lo que hizo que la vicepresidenta no apareciera, incluso, entre los demócratas que podrían relevar al mandatario.

Aunque la vicepresidenta podría tener de su lado a gran parte de las mujeres estadounidenses, migrantes e integrantes de la comunidad LGBTIQ+ por el respaldo a sus causas, su trabajo frente a la migración continúa despertando críticas por haber sido la encargada del presidente Biden para solucionar esa crisis social.

Fue en marzo de 2021 que Biden designó a su mano derecha para abordar la migración proveniente de Centroamérica en Estados Unidos; un reto que Harris comenzó a enfrentar con la cercanía a los gobiernos centroamericanos y con la ayuda a sus crisis económicas, de violencia y hasta climáticas.

Será en la próxima Convención Nacional Demócrata, a celebrarse en Chicago del 19 al 22 de agosto, donde la vicepresidenta oficializará su candidatura y dejará en claro las políticas a impulsar durante el siguiente cuatrienio si logra ganar la contienda.

‘La mejor decisión’

Por los antecedentes que envolvían de críticas al presidente Biden, la decisión de abandonar la carrera a la reelección fue la mejor, así lo asegura el maestro Juan Daniel Garay Saldaña, internacionalista de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón, de la UNAM.

Para el especialista, por el bajo rendimiento en las encuestas y la deficiencia en su salud es que Biden tomó el camino adecuado y cerró su gobierno para apoyar la candidatura de Harris dentro del Partido Demócrata.

Antes de que Biden publicara una carta en la que expuso sus intenciones de dejar la carrera presidencial, el portal de Polymarket, donde las personas participan en la predicción de los resultados de eventos actuales y futuros en Estados Unidos, mientras que el demócrata solo contaba con el 17 por ciento de respaldo, Trump alcanzó el 71 por ciento. Ayer, cuando Harris fue destapada como el relevo del presidente, las posibilidades que el magnate tenía de llevarse las votaciones bajaron siete puntos y la vicepresidenta llegó al 33 por ciento.

Aunque la figura de Harris aún debe trabajarse para emparejar o superar a su rival en el segundo debate en septiembre próximo, los demócratas confían en que lo logre, o de lo contrario no habría ningún otro demócrata que la releve.

“Más allá de Kamala Harris, no encontramos figuras tan relevantes o llamativas (en el Partido Demócrata). Aunque Michelle Obama estaba entre las candidatas, nunca ha estado en cargos visibles”, dice el maestro.

La exprimera dama de Estados Unidos nunca evidenció su interés en postularse a las elecciones generales, pero sí compartió la opinión de su esposo sobre la retirada de Biden.

“Sé que no tomaría esta decisión a menos que creyera que es lo mejor para Estados Unidos. Es un testimonio del amor de Joe Biden por su país y un ejemplo histórico de un auténtico servidor público que, una vez más, antepone los intereses del pueblo estadounidense a los suyos”, escribió el expresidente Obama

El maestro Garay Saldaña sostiene que el Partido Demócrata está justo en la línea para revertir la popularidad de Trump y Harris lidere las encuestas.

“Es un buen momento para que una mujer pueda gobernar (Estados Unidos), ya que en México ya se dio esa transición”, subraya el académico.

Una campaña desafiante

Antes de comenzar formalmente la campaña por la Casa Blanca, la vicepresidenta Kamala Harris debe asegurar el apoyo de los casi dos mil delegados demócratas para obtener la candidatura de su partido. De conseguirlo, se convertiría en la primera mujer racializada en competir por la presidencia; un contraste polarizante frente a Donald Trump.

Mientras que Harris tiene el respaldo de la comunidad de color, Trump ha obtenido el apoyo de la población blanca de su país. Ejemplo de ello son los votos que el magnate recaudó de este sector en 2020 con el 55 por ciento.

En opinión de la doctora Arlene Ramírez Uresti, internacionalista y académica de la Universidad Iberoamericana, la eventual campaña de Harris se daría cuesta arriba debido a que no solo tiene en su contra el tiempo sino también la tradición conservadora de Estados Unidos.

“No tiene un camino fácil. Estados Unidos es mucho más conservador y puritano de lo que parece, no hay una verdadera agenda de género en Estados Unidos e incluso parece que el tema de paridad es más avanzado en México (…) Pero el problema no es solo el tema racial y de género sino la agenda radical y progresista que tiene y que no es un tema ni popular ni fácil de abordar en el país”, comenta la especialista.

Mientras el candidato republicano cuenta con el apoyo de la mayoría de los estados del oeste del país y prácticamente con la totalidad del sur, los demócratas esperan el respaldo de las regiones de la costa oeste y el noreste del territorio, así como de las zonas urbanas en algunas de las entidades clave.

Con 270 votos en el Colegio Electoral para decidir la presidencia, la participación de estados como Nevada, Arizona o Georgia serán definitivos en las aspiraciones de Harris por llegar a la Casa Blanca. En algunos de esos estados su gestión en cuanto al tema fronterizo pueden afectar la popularidad de la vicepresidenta, quien fue la encargada de resolver este tema durante la administración de Biden.

En ese sentido, la doctora Ramírez Uresti señala que Harris no solo es evaluada por sus responsabilidades directas sino también por su rol en un gobierno que, se percibe, obtuvo malos resultados económicos, pocos avances legislativos y una presencia “torpe” en el escenario global. Debido a ello, las deficiencias del gobierno de Biden podrían trasladarse y caer sobre los hombros de la vicepresidenta durante su carrera a la presidencia.

“La política exterior y la seguridad interna son temas que tradicionalmente la vicepresidencia toma la batuta, pero que le afectan mucho a Kamala Harris. El gobierno de Biden es el peor calificado de la historia por la ciudadanía (…) y ella es parte importante de este binomio; entonces, le afectará mucho al momento de competir por la presidencia”, remata la académica.

Medio siglo de trayectoria

En 50 años de carrera política, Joe Biden moldeó gran parte de la vida pública estadounidense dentro y fuera de su territorio.

Más de tres décadas en el Senado le permitieron encabezar comités judiciales y de relaciones exteriores, otorgándole la experiencia de la que el entonces senador Barack Obama carecía cuando lo acompañó en la contienda por la Casa Blanca en 2008.

Su llegada a la presidencia en 2020 se dio en contexto tumultuoso para Estados Unidos y el mundo. Biden tomó posesión tras el asalto al Capitolio y en medio de una campaña en la que su legitimidad como ganador de los comicios se puso en entredicho por parte de su rival republicano. Fuera de las fronteras, el mundo enfrentaba los desafíos de la pandemia y con ello la peor situación económica desde la gran recesión de 2008.

Ante ese panorama, el profesor Gustavo Ramírez Paredes, internacionalista y docente de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM, considera que el gobierno de Biden comenzó con grandes expectativas tras una administración republicana en la que Estados Unidos comenzó un viraje hacia el autoritarismo.

“Termina su administración con un saldo menor al que se esperaba cuando tomó el poder en enero de 2021. Hay que reconocer el enorme legado que deja al rescatar la democracia de Estados Unidos frente a un gobierno que tendía a la autocracia y a concentrar las decisiones. Biden también enfrentó dos retos importantes: la pandemia y la invasión rusa a Ucrania, la primera con resultados muy positivos y la segunda con productos diferenciados en los que el conflicto permanece”, señala el internacionalista.

Durante los tres años de gobierno, la economía estadounidense ha mostrado avances en diferentes indicadores. Un crecimiento económico histórico, la tasa de desempleo más baja desde el final de la Segunda Guerra Mundial y buenos números en el mercado de valores; sin embargo, comunicar sus logros ha demostrado ser un reto, pues Donald Trump ha aprovechado los altos índices de inflación para fortalecer su argumento de campaña.

Pese a las críticas en el manejo de la economía, Ramírez Paredes apunta que Biden logró en el Congreso avances que no se habían visto en las últimas administraciones como el impulso de temas de su agenda independientemente de si contaba con un apoyo mayoritario en el Congreso.

“Hay que considerar que el Senado estaba en un empate al inicio y esto habla de una operación política de otros líderes, así como la importancia que se tenía para recuperar la economía del país a niveles anteriores a la pandemia”, apunta el especialista.

Ramírez Paredes comenta que pese a los retos en política exterior, Biden y los demócratas lograron recuperar el espacio en el escenario global que ocupaba Estados Unidos hasta que las políticas aislacionistas de Trump tomaron efecto y retiraron al país de los acuerdos de París o pusieron en riesgo la estadía en la OTAN; ambas políticas revertidas por el presidente en turno.

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