Las historias de estafadores que se consumen en las plataformas de streaming abundan en la vida real. James Turnbull S. mide más de 1.90 metros y tiene un cuerpo atlético. Es un ciudadano británico de origen escocés que vive en la Ciudad de México. Es un hombre bien parecido que entrena box en la Colonia Condesa. Sus denunciantes son en su mayoría mujeres que vieron en él a una persona vulnerable.
Los tres individuos denuncian que este ciudadano escocés montó un drama que al final descubrieron era falso. Les dijo que padecía cáncer terminal y que le quedaban sólo seis meses de vida. Los amigos llevaron a cabo una colecta para vender electrodomésticos y poder apoyarlo.
Le realizaron diversos depósitos a su cuenta bancaria. En tanto, las historias de adversidad seguían emergiendo. Su padre supuestamente murió por COVID-19 y al poco tiempo fallecieron su madre y luego su hermana.
Todo esto en medio de su supuesto padecimiento de cáncer de testículo, por lo que también les pidió más dinero para la adopción de su sobrina huérfana.
Durante el encierro sanitario derivado de la pandemia, este hombre abrió un negocio denominado “The Secret Studio” en esa colonia de la CDMX el cual divulgó a través de sus redes sociales.
“Él (James Turnbull) sabía que mi mamá tuvo cáncer y yo creo que también se aprovechó de eso porque cuando me hablaba de lo duro que eran las quimioterapias y todo eso, yo me acordaba de cuando mi mamá tenía sus quimioterapias y él me decía ‘pero yo no puedo parar, yo tengo que seguir trabajando porque tengo que seguir pagando los tratamientos’, y yo decía ¡qué horrible!”, relata Ana, quien es originaria de Colombia.
En redes sociales le llegó la oferta para integrarse a The Secret Studio para entrenar boxeo. Ahí conoció a James Turnbull como entrenador, quien se ganó su confianza. Un día que llegó a entrenar, James la invitó a tomar un café y le dio la noticia de que estaba enfermo.
“Él me dijo ‘no podemos tener clase hoy’. Vamos a tomarnos un café, y yo le dije que sí. Llegamos al lugar y cuando nos estábamos tomando el café me dice: ‘tengo cáncer de testículo’”, recuerda Ana.
Como amiga intentó apoyarlo y decidió poner a la venta unos electrodomésticos nuevos que tenía. Le depositó alrededor de 100 mil pesos porque consideró que era una buena causa.
“A mí me quitó aproximadamente cinco mil dólares entre préstamos, donaciones que yo le hacía, fondos que hacíamos en común para su tratamiento y otras cosas”, explica Ana.
Las tragedias de James Turnbull llegaron una tras otra y sus familiares comenzaron a fallecer. Él decía que estaba solo en la CDMX.
“Recurrió a la peor cosa que pudo, me dijo que su papá se murió de COVID-19 y a la semana me dijo que su mamá igual, que no los podía ni siquiera enterrar bien, que estaba buscando alguna forma en que los pudieran por lo menos cremar. Y ahí fue que yo entonces le volví a dar dinero”, cuenta Ana.
Por un tiempo, James dejó de contestar el teléfono y al preguntar por él con un amigo en común, descubrió que estaba casado y desconocía que estaba enfermo de cáncer.
“James tenía una cirugía muy importante y no me están entrando las llamadas –le dijo al amigo en común–. No me están entrando los mensajes. Suena ocupado. Y me dice ‘le voy a llamar a su esposa’, y yo le dije pero es que él está separado. Me dice que no. Él lleva dos años casado con una de mis mejores amigas. Y ahí fue que explotó todo”, narra.
Ana le reclamó que le haya mentido. Buscó en sus redes sociales y se encontró con que su familia estaba viva y la historia de la niña que quería adoptar también era falsa.
“Él me bloqueó de todo, de Instagram, de Facebook antes de que pudiera colectar evidencia. Pero gracias al universo yo seguí buscando y encontré que tenía un segundo perfil de Facebook en el cual sale con otra chica que también entrenaba con él”, afirma.
“Que se haya metido con mi mamá es lo peor que me pudo hacer. Lo peor. Le rompió el corazón a mi mamá también. Mi mamá lloró tanto cuando yo le dije la verdad”, recuerda Ana.
Una noche de boxeo, gancho de James Turnbull
Dentro de todas las mentiras que James le contó a Ana, en una ocasión le comentó que haría una noche de boxeo para juntar recursos y así pagar su tratamiento contra el cáncer testicular que supuestamente lo aquejaba.
Las personas le confiaron sus recursos para que rentara sillas y otros accesorios que serían necesarios para la muestra de boxeo. Los asistentes podrían ofrecer donaciones para la causa.
Todo estaba supuestamente listo pero el día nunca llegó y del dinero para la obra de caridad nadie supo nada.
“Me contó (el dueño del gimnasio) que todo había sido una mentira, la fundación había sido una mentira. La noche de boxeo fue una mentira, todo.
“Me metí a Facebook y a Instagram y los encontré a todos. Todos están vivos. Traté de llamarlos y no me contestan. La única que me contestó fue una de sus hermanas, que fue la que (supuestamente) se murió dando a luz al bebé y el bebé no es una niña, es un niño y está saludable”, expresa Ana.