Cerca de las 8 de la noche, Jaime, sus dos hijos y un trabajador terminan una jornada laboral de 16 horas, en un empleo que no respeta puentes, vacaciones, ni días de descanso. Aunque ellos, la familia Gutiérrez, son sus propios jefes y tienen más de 100 vacas lecheras, no son ricos, viven al día, endeudados, viendo morir su patrimonio y el legado de una tradición de más de 50 años en el mercado de la leche.
Los que trabajan en el sector saben que por la frontera norte entra un polvo blanco que poco a poco los está aniquilando y que, contrario al tráfico de drogas, es legal.
La importación de leche en polvo no es nueva, pero ha sobrevivido a gobiernos, partidos políticos y tratados comerciales.
La consigna es simple: “frontera abierta y sin regulaciones”, la cual proviene de la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
México es el octavo país productor de leche de bovino a nivel mundial, según datos del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), por sus siglas en inglés.
Durante el año pasado se produjeron 12 millones 281 mil toneladas del líquido, pero el país introdujo 360 mil toneladas de leche descremada en polvo.
Lo que convirtió a México en el principal importador. El 96.78 por ciento de este alimento deshidratado, es decir, 349 mil toneladas, provienen de Estados Unidos y tienen un valor de 672 millones 809 mil dólares.
El problema de este tipo de leche importada no es solamente la cantidad, sino la calidad, ya que mucho de este producto viene degradado —con pocos nutrientes— por lo que en Estados Unidos se utiliza solamente como comida para el ganado.
“Cuando tu guardas la leche el producto se va degradando, a diferencia de otros que pueden mejorar como el whisky, éste empeora. Entonces de la leche en polvo se empieza a perder la proteína y llega un momento en el que, aunque no te hace daño consumirla, se considera producto pecuario, para dársela de comer al ganado. Esa leche tiene un menor valor que una de consumo humano y esa es la que viene a México”, explica a Reporte Indigo Vicente Gómez Cobo, presidente de la Federación Mexicana de Lechería (Femeleche)
Reto para todos los productores de leche
Francisco Javier González Álvarez, su papá, y sus cinco hermanos se dedican desde hace más de tres décadas al negocio de la leche. Actualmente en su rancho ‘El Colorado’, ubicado en Dolores Hidalgo, Guanajuato, tienen más de 4 mil animales.
Como productor grande, el ganadero conoce al sector, a los industriales que pueden ser aliados y las amenazas. Al igual que Gómez Cobo, coincide en que el principal mal viene de nuestro vecino del norte.
“Nos está pegando mucho y nos ha pegado a partir del Tratado de Libre Comercio la importación de la leche, ha pegado durísimo porque Estados Unidos tiene un tipo de comercialización de leche muy diferente que al de nosotros. Mientras nosotros solamente tenemos un tipo de leche, ellos tienen cuatro tipos de comercialización. Hacen un promedio: la leche clase 1 es la leche fluida, la leche clase 2 es la que utilizan para el yogurt, la leche clase 3 es la que utilizan para el queso y la clase 4 que es su excedente, es la que mandan a secar.
“Las leches que exportan muchas veces son las quemadas. Por calentamiento la leche no puede ir para consumo humano, sin embargo, entra como para consumo humano. No está a ojos ocultos. La leche de Chernobyl se la tomaron mis hijas. Eso fue hace 25 años. Aquí entraba todo lo que fuera blanco y polvito”, agrega el ganadero.
Además de ser un producto excedente, Francisco González, advierte que la leche semidescremada en polvo que entra a México es la que está próxima a caducar y que Estados Unidos no vuelve a hidratar para convertirla en leche fluida.
Este producto está aniquilando el mercado nacional, ya que al ser un sobrante, se vende en promedio a 5 pesos el litro y viene a fijar los precios para los productores nacionales.
“Eso provoca que la leche nacional baje su precio, que es lo que siempre hemos estado peleando. Hay temporadas en la que no bajan mucho el precio, nos esperanzan y después nos lo echan para atrás. Debería de durar todo el año”, dice Don Jaime.
Sus vacas y las de la región producen en promedio 20 litros de leche al día. En total la familia Gutiérrez genera alrededor de 2 mil litros que venden en promedio a 6 pesos durante todo el año.
De ese dinero, solamente 25 centavos por litro les queda de ganancia, por lo que terminan obteniendo 500 pesos al día por 16 horas de trabajo y para mantener a 4 familias.
En el establo de la familia Gutiérrez, ubicado a las afueras de Unión de San Antonio, en Los Altos de Jalisco, suena un corrido de ‘Fuerza Regida’. La letra habla de un hombre encumbrado después de muchos años de trabajo.
Aunque la canción sirve de motivación para terminar la jornada, difícilmente Don Jaime, sus dos hijos y su trabajador podrán vivir en su propia piel el sueño de estar en la cima.
Al contrario, son días adversos, no ha llovido en la zona, el alimento se comienza a terminar y tienen que recurrir a lo que llaman canibalismo animal: vender una cabeza de ganado para pagar deudas, comprar alimento y poder mantener a las demás vacas.
Si Jaime decide nuevamente vender un animal, se lo estarían pagando en el rastro aproximadamente a 30 pesos el kilo. Por los 400 kilos que pesa en promedio una vaca adulta, obtendría 12 mil pesos que le darían esperanza durante unos cuántos días.
“Esto es una tradición, es un trabajo duro y da lástima que no lo valoren. A veces piensa uno en dejarlo pero después pienso ‘¿qué voy a hacer? ¿Quién me va a dar un trabajo para vivir?’ Tenemos que luchar como venga hasta el último día”.
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Productores de leche sin aliados
El Gobierno mexicano nunca ha sido un aliado real de los productores.
Del total de leche que distribuye Abasto Social de Leche (Liconsa), el 60 por ciento lo compra a Pequeñas y Medinas Empresas (Pymes), el resto lo importa en polvo, principalmente de Estados Unidos, Nueva Zelanda y Argentina.
En el informe Compra de Leche en Polvo de Importación que publicó Liconsa el 18 de septiembre de 2018, se informó que exclusivamente de enero a junio de ese año se compraron 24 mil toneladas de leche en polvo descremada y 2 mil 13 de leche entera en polvo, dando un total de 26 mil 462 toneladas.
Además de esto, el Gobierno federal se comprometió a partir de enero del 2008 por el TLCAN a importar leche en polvo originaria de Estados Unidos, la cual queda exenta de aranceles y de trámites de importación.
En total, Liconsa pagó por 51 mil 636 toneladas métricas de este alimento a otros países.
A inicios de 2019, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció la creación de Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), encargada de coordinar Liconsa.
Durante la presentación de la nueva dependencia federal, el político tabasqueño dijo que compraría a 8.20 pesos el litro de leche fluida a los pequeños productores y que subiría la compra de 550 a 880 millones de litros al año. A 7 meses de distancia, los precios aún no le hacen justicia a todos los ganaderos.
Óscar González Gómez y Valentín Lomelí Padilla, son dos productores de San Miguel el Alto, en Jalisco.
Aunque por el número de cabezas de ganado que tienen son considerados productores medianos, lo cierto es que son pequeños ya que ellos no son los únicos dueños del ganado.
Sus vacas comparten establo con las de otros familiares. Estos dos ganaderos también utilizan con sus familiares el código de compra de Liconsa, por lo que para la paraestatal ellos son los dueños de más de 100 vacas y no les paga la leche a 8.20 pesos el litro como lo prometió el presidente.
“Es uno de los nuevos retos a los que nos tenemos que enfrentar, llevamos muchos años siendo ya productores de Liconsa. Somos más pequeños de los que éramos antes y se nos bajó un peso 10 centavos después de que vinieron y nos hicieron un censo y vieron que teníamos más de 100 vacas. No es que seamos grandes, sino que somos muchos.
“Todo el tiempo nos están diciendo que sobra nuestra leche. Es algo ilógico que en un país donde hay necesidad de producir más te digan que sobra”, asegura González Gómez, quien espera que en las próximas semanas les entreguen nuevos códigos de Liconsa.
Frontera abierta
El TLCAN abrió la frontera norte para que ingresaran a México miles de toneladas de leche en polvo; el T-MEC lo ratificó.
Según el USDA, en 1993, antes de la entrada en vigor del TLCAN, México gastaba 85 millones de dólares en importación de leche descremada en polvo, cifra que para el año 2018, llegó a 672 millones, es decir, se incrementó al 670 por ciento.
Vicente Gómez Cobo, presidente de Femeleche, dice que esto se debe a que México no se atrevió a ponerlo sobre la mesa durante la renegociación del tratado comercial.
“La leche sí es importante pero ¿cómo le digo al gringo que quiero salirme de esto y cambiar las reglas del juego? México no tomó en cuenta esto a la hora de la negociación por falta de interés en aquel entonces. Canadá sí dijo ‘yo no juego en leche’ y Canadá no está en el tratado”, señala Gómez Cobo.
Al no haber cambios tras la firma del T-MEC tampoco hay una regulación vigente para detener el producto que ingresa a territorio nacional y carece de calidad. Por eso entra el excedente, un producto de uso pecuario.
“Estados Unidos tienen un mercado cerrado para la importación y abierto para la exportación y lo que nos mandan son sus sobrantes”, acusa Gómez.
“Estamos pensando en poner un IEPS a la leche en polvo, está la propuesta de 1 peso por litro o 10 pesos por kilo, que es más o menos lo mismo.
“Al consumidor no le afecta en nada, lo único que se hace es que el industrial reduzca un poco su ganancia. El IEPS no le va a pegar al consumidor, va a hacer más equitativo esto. Ya se demostró que no pega, que no vamos a ocasionar inflación”, explica a Reporte Indigo el productor Francisco Javier González Álvarez.
Actualmente, el sector lechero en México vale 252 mil millones de pesos, la producción anual es 78 mil millones de pesos y los productos lácteos representan el 10 por ciento del total del Producto Interno Bruto (PIB) de la industria alimentaria.
En el país hay aproximadamente 2 millones de vacas, se necesitan alrededor de 500 mil más y mucha voluntad política para que México pueda ser autosuficiente, deje de importar leche y salve a los productores.
La suma de todos los males
Al ser la leche un producto perecedero, la venta del mismo debe de ser diaria, por lo que encontrar a un cliente constante es complicado. Incluso, los ganaderos de la zona, se quejan de que ni siquiera Liconsa les compra todos los días.
“Para vender la leche, si eres un pequeño o mediano productor le batallas mucho porque no puedes acomodarte en una empresa muy grande. A veces no es que seas grande, sino que te tienes que juntar con varios familiares para bajar costos de gasolina, fletes, etcétera. Te tienes que juntar para abaratar.
“Es a lo que nos enfrentamos por culpa de las políticas de las empresas, también de Liconsa. A veces no nos compran toda la semana y tenemos que ir con un acopiador a quien le vendemos por debajo del precio del mercado porque somos productores esporádicos”, acusa el productor lechero Óscar González.
El acopiador o “coyote”, por no ser un vendedor recurrente, no paga el litro de leche a 6 pesos, la compra a 5, y como los productores no tienen otra salida, tiene que aceptar.
Héctor Becerra Rodríguez es veterinario egresado de la Universidad de Guadalajara, trabaja en los municipios de Unión de San Antonio y San Diego de Alejandría en un centro de acopio, una cooperativa para pequeños productores donde hay laboratorio, asesoría nutricional, tanques de almacenamiento y enfriamiento. Su objetivo es terminar con los acopiadores.
“El principal problema se da en la depredación de ciertas personas, pueden ser intermediarios y acopiadores que no tienen nada que ver con el aspecto de la lechería y se meten para intentar obtener ganancia. Limitan los pagos y los precios aunque sean centros de acopio que ellos mismos construyeron. Se los pagan a precios bastante bajos, por debajo del precio oficial”, denuncia. Los “coyotes” son los depredadores que se tienen en casa, son ellos quienes obtienen la utilidad del producto original y lucran con la situación adversa de los productores.
“El problema más grande fue en las administraciones anteriores que se les dio prioridad a ellos, para quitarse problemas de infraestructura y de parque vehicular.
“Además había arreglos, porque el precio que estableció Liconsa es rentable, pero este debe de ser un precio oficial y no referencial porque nadie lo respeta. Si se oficializa se podrían tener resultados. Así los productores ni siquiera pedirían apoyo, con el puro precio”, agrega el especialista.
Si el precio de leche se homologa con el establecido por Liconsa, el productor podría obtener el dinero suficiente para producir más y mejor alimento. Jesús Perez Dávalos de San Diego de Alejandría dice que lleva la leche en la sangre, su familia tiene más de 100 años produciendo, pero alerta que la tradición está a punto de terminarse si el Gobierno no cambia las políticas públicas.
Los productores de leche mexicanos se enfrentan a un sinfín de retos, por un lado a un mercado no regulado para el alimento que generan y a la falta de apoyo del gobierno; y por el otro, al cada vez menor interés por parte de los ganaderos mexicanos de seguir realizando sus labores
En el terreno ve dos amenazas sustanciales, una invisible y otra de color azul. Desde hace varios años, los jóvenes en la región ya no quieren dedicarse a la ganadería. Saben lo cansado que es el oficio y han crecido escuchando las quejas de sus padres.
Quienes optan por seguir la tradición prefieren hacerlo en Estados Unidos, donde el trabajo es mejor remunerado. Mientras tanto, los establos familiares, que representan más del 80 por ciento en la región, comienzan a cerrar.
En el último año, recuerda, ha visto por lo menos al 60 por ciento de los ganaderos desaparecer y rentar sus tierras a tequileras internacionales que ven en la región una mina de oro para sembrar agave ante el boom del tequila.
“Las tequileras desmontan todo y lo quitan, han desaparecido hectáreas de vegetación para sembrar, situación que comenzó hace año y medio”, dice el veterinario que trabaja con Don Jesús.
Los pequeños productores lecheros en el país son una especie que está en peligro de extinción. A su alrededor hay muchos depredadores y poca voluntad de salvarlos.