La inteligencia mexicana en este sexenio ha demostrado que tiene fuertes vulnerabilidades.
“La inteligencia solamente entra en el debate público cuando tiene fallas; cuando hace su trabajo, cuando se anticipa oportunamente, es como un estado de normalidad porque no pasa nada, no pasa un acto de terrorismo, no se dan enfrentamientos o asuntos de violencia, pero cuando falla, es cuando todo el mundo voltea a verlos para examinarlos”, asegura Paloma Mendoza-Cortés, directora de Coordinación de Análisis en MB Consulting.
Un ejemplo de donde debió haber funcionando fue con la llegada de la pandemia de COVID-19, un evento que pudo prevenirse consolidando los sistemas de salud.
Al respecto, la especialista en inteligencia, Paloma Mendoza-Cortés, asegura que en esta administración federal han acontecido dos grandes fallos históricos: la liberación de Ovidio Guzmán, hijo del narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán, y la nula anticipación a la crisis sanitaria, que ha dejado más de 300 mil fallecimientos en el país.
“Yo hace dos años publiqué un artículo que hablaba sobre las fallas de inteligencia en el operativo de aprehensión de Ovidio Guzmán. Desde entonces creo que es el principal fallo de inteligencia que ha pasado en la historia de México. Eso fue antes de la pandemia. Ahora, dos años después, yo pienso que el peor fallo de inteligencia fue que no se anticipó la pandemia”, comenta la experta.
Fallas institucionales de inteligencia
En el caso de la captura y posterior liberación de Ovidio Guzmán, los servicios de inteligencia fallaron al integrarse, ya que mostraron que son incapaces de colaborar entre sí.
“Se debió a una falla multicausal porque cuando hablamos de servicios de inteligencia existen muchos factores. Otra de las cuestiones fue el fallo de cooperación entre las agencias”, explica la especialista.
Durante el periodo en que se desarrollaron los acontecimientos, la ciudad de Culiacán, Sinaloa, fue tomada por personas fuertemente armadas y los servicios de comunicación del Ejército intervenidos por los delincuentes, quienes exigieron la liberación de Ovidio Guzmán.
La falta de conocimiento acerca de lo que estaba sucediendo atemorizó a la población.
Este escenario derivó en una crisis política, ya que el Estado se vio rebasado por un grupo del crimen organizado ante la detención de un personaje importante del cartel.
“En los medios, en redes sociales, llegaron a circular hasta seis diferentes versiones de lo que estaba pasando, había incertidumbre y al día siguiente todavía se evidenció la falla en el manejo de crisis, que eso también tiene que ver con las cuestiones de inteligencia porque, incluso, eso es un fallo de contrainteligencia, el Presidente ordena al secretario de Defensa hacer público el nombre del Grupo de Análisis de Información del Narcotráfico que está subordinado a la Sección Segunda de Inteligencia de Sedena. Eso también fue un fallo”, explica Paloma Mendoza-Cortés.
La especialista indica que la inteligencia es un ciclo de procesamiento que eleva la información hasta un grado de certidumbre en que se pueden tomar decisiones estratégicas, lo que ayuda en la identificación de vulnerabilidades, de riesgos y amenazas que se traducirá también en planeación estratégica.
“La inteligencia es un medio, no es un fin. Usualmente se piensa que la inteligencia es un fin en sí mismo, y no lo es. Es un instrumento del Estado para tomar las mejores decisiones”, considera Paloma Mendoza-Cortés.
“Es muy importante desarrollar capacidades en los estados, es decir, todo lo que hemos hablado está relacionado con la Federación. Sin embargo, también sería absolutamente necesario dotar de habilidades a los diferentes estados del país”, explica Josué Ángel González Torres, director de Análisis Político y Seguridad de la Consultoría SIE.
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