Inmunidad sindical
Los sindicatos en México se encuentran ante la problemática de mantener estructuras internas donde las prácticas de corrupción y uso clientelar de la base trabajadora son una constante, situación que impide lograr una verdadera democracia al interior de estos organismo tal y como lo prometió la actual administración
Salvador VegaEl nuevo gobierno y su discurso de erradicación de la corrupción todavía no consigue hacer eco en la vida sindical del país. Prueba de ello es la permanencia de dirigencias en los sindicatos que promueven la opacidad, el uso clientelar y la falta de mecanismos para democratizar sus estructuras.
Organizaciones como el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), el sindicato de Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), dan muestra de que a pesar de las luchas impulsadas en el 2019, existen graves rezagos en la discusión y actuación sobre el nuevo sindicalismo a nivel nacional que se busca crear.
A pesar de los intentos de figuras como Napoleón Gómez Urrutia –senador de Morena y líder del Sindicato Nacional de Mineros– de construir una nueva corriente obrera para encabezar sus causas desde la 4T, la realidad es que aún existen agrupaciones históricas cuyos secretarios generales o dirigencias sectoriales continúan enquistadas en las viejas prácticas, mismas que difieren con los intereses de sus agremiados y truncan la transparencia y participación de nuevos representantes en los sindicatos.
Personajes como Víctor Flores Morales, líder del Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana (STFRM) o el propio Carlos Romero Deschamps, del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), por ejemplo, sindical llevan décadas al frente de estas organizaciones y se encuentran rodeados de señalamientos de abuso de poder y desvíos millonarios de cuotas laborales.
“La CNTE pertenece al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Somos una corriente que nació hace más de 40 años con tres consignas: democratizar el aspecto educativo, democratizar el sindicato y democratizar al país, sin embargo, el SNTE sigue manejado por charros en lo general”, comenta Enrique Enriquez Ibarra, secretario general de la sección 9 democrática de la CNTE en la Ciudad de México.
A su consideración, la historia reciente de su organización, desde Carlos Jonguitud Barrios en la década de los 70, pasando por la dirigencia de Elba Esther Gordillo y culminando con la llegada de Alfonso Cepeda Salas en 2018, no ha sido la excepción en cuanto a corrupción y represión.
Enriquez Ibarra manifiesta que esa clase de dirigencias en los sindicatos operan como “cacicazgos” en todo lo ancho del territorio nacional. Y a pesar de las iniciativas para impulsar el voto universal, secreto y directo al interior de los sindicatos para la renovación de sus representantes, no es suficiente para remover la descomposición e incluso las prácticas violentas al interior de estas estructuras.
“Así se manejan aún en los estados: con esa presión verbal, administrativa y de golpeo que tienen en cada una de sus secciones. Y esto es lo que dificulta que tengan una verdadera democracia, porque cuando encuentran a un compañero que no está a favor de ellos en las votaciones, empieza la represión administrativa o, en su caso, la represión para inhibir su participación.
“Eso ocurre en los sindicatos de todos lados: tienen sus cacicazgos que funcionan como gángsters para poder golpear (verbal, física y psicológicamente) a los compañeros para que no ejerzan su derecho a elegir libremente a sus representantes”, dice.
Por ahora, debido a la relevancia adquirida por la Reforma Educativa, la Coordinadora se ha mantenido cercana al Gobierno federal para la discusión de temas prioritarios como la reinstalación de maestros removidos durante el sexenio de Enrique Peña Nieto.
No obstante, existen otras exigencias que han quedado pendientes en el tintero como la transparencia de la organización y la urgencia de que las autoridades intervengan como entes que promuevan la reestructuración de la vida sindical, que en el caso de su organización, comenzaría con la renovación de los consejos seccionales para que los maestros puedan elegir libremente a sus representantes.
“Tenemos una situación conflictiva porque el Sindicato Nacional, encabezado en su momento por Elba Esther Gordillo, Juan Díaz de la Torre, y hoy Cepeda, son charros. Ahorita están peleados pero han sido parte de los mismos siempre.
“Esos temas ya los estamos tratando y buscamos que la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde, al igual que Gobernación, intervengan. No para interferir en la vida sindical interna de la CNTE, sino para empujar políticamente y que se realicen o renueven los congresos respectivos para recuperar la vida sindical, democratizando al SNTE en todas sus secciones”.
Cuando el voto en los sindicatos no es suficiente
Otro de los líderes más polémicos en los sindicatos en este momento es Martín Esparza Flores, dirigente del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), quien acaba de ser ratificado para un nuevo periodo a pesar de los señalamientos por diversos ilícitos que pesan en su contra.
Este hecho se da en la víspera de que se cumplan los primeros 10 años desde la declaración de disolución de Luz y Fuerza del Centro.
“En esta ocasión, tras la elección de 13 miembros del comité central, asistieron a votar 17 mil 498 trabajadores para elegir a los representantes. La jornada transcurrió con normalidad, nosotros tenemos sedes sindicales en diversos estados y allí es donde colocamos nuestras urnas.
“Ellos participaron y desde un inicio plantearon que iban a impugnar el proceso, con el argumento de que no se había dejado votar a todos los trabajadores”, explica José Humberto Montes de Oca Luna, secretario del exterior del SME sobre los movimientos disidentes que se formaron al interior del propio organismo.
Hacia mediados de junio, los disidentes acusaron que el SME con su actual dirigencia mantenía una campaña de “hostigamiento y amedrentamiento” hacia la planilla opositora encabezada por Alfredo Arenas Pluma, a la par de evidenciar que hubo una votación plagada de irregularidades, por lo que se anticiparon a anunciar una impugnación
Arenas calificó en su momento al SME de Esparza Flores como “espurio”, por lo que llamó al Gobierno de la Ciudad de México a intervenir durante el proceso de elección. Sin embargo, para el secretario del exterior del Sindicato, estas acciones tienen una explicación que se apega a las reformas en los estatutos del SME del año 2015.
“Después del decreto de extinción de Luz y Fuerza del Centro, el Gobierno prometió que iba a dar indemnizaciones ‘copeteadas’ y que los primeros 10 mil que se fueran a liquidar iban a ser aceptados en CFE. En total, 28 mil trabajadores renunciaron a la protección del SME, desistieron de las demandas e incumplieron el acuerdo de la asamblea general”, cuenta.
A su consideración, la lucha del sector de oposición interno se debe a que actualmente sólo son 16 mil 500 trabajadores los que no accedieron a aceptar su liquidación entre el 2009 y el 2010 y los que se consideran como miembros activos de la organización.
Es debido a esto que la organización se encuentra en un proceso de reestructuración, sabiendo que existe un amplio rechazo por gran parte de los otrora integrantes del SME pero que se mantienen en pie de lucha para impulsar la agenda del organismo, que actualmente busca obtener contratos de licitación para temas energéticos con el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
“Hay una campaña muy agresiva de insultos y de calumnias por parte de estas personas ante su incapacidad de contar con el respaldo mayoritario de la organización. Pero en realidad la base social organizada de nuestro sindicato está mentalizada en alcanzar el objetivo de la reinserción”, detalla.
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Consolidar la disidencia
Como ejemplo de sindicatos que se dividieron ante la presión de una dirigencia inamovible está Petromex, una organización que nace a la par de la Cuarta Transformación y cuyo principal propósito es encausar su lucha para arrebatar el contrato colectivo de trabajo al STPRM y su dirigente, Carlos Romero Deschamps.
Durante los próximos meses, el emblemático dirigente se jugará su futuro al frente del gremio que ha encabezado por 30 años. Todo esto en medio de una crisis en el sector petrolero agravada en términos financieros por la deuda multimillonaria que Pemex mantiene con la banca mundial.
“Hay funcionarios de Pemex que estamos haciendo la acusación pública a través de este medio, que todavía tienen reticencias. Todavía tienen el control y quieren el voto para poder seguir mancillando y controlando la voluntad de los trabajadores”, menciona Óscar Solórzano Méndez, vocero y fundador de Petromex.
Desde su perspectiva, tanto Carlos Romero como sus 36 seccionales buscan mantener el control del contrato colectivo para el periodo 2021, sin embargo, no existe un interés auténtico por transformar las prácticas opacas que mantienen y abrir la participación a una nueva generación de representantes en los sindicatos.
“Tenemos un consejo consultivo cuyo presidente nacional es el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, quien está muy atento a lo que están haciendo los secretarios de trabajo y todas las autoridades federales involucradas en este cambio sindical que está avalando Petromex”, dice el vocero nacional.
Sin embargo, en la lucha se han encontrado con estrategias de coerción y atentados contra la integridad de los integrantes del sindicato disidente presuntamente orquestados por parte del polémico dirigente del STPRM, así como de sus allegados.
“Estamos acusando directamente a Julio Pindter de querer incidir en la vida sindical de Petromex. Es un personaje que fue creado al amparo de la corrupción de Romero Deschamps.
“Estamos haciendo esta denuncia política y pública: todo lo que pase a los compañeros del país está siendo orquestado por todos los seccionales del sur-sureste que quieren intervenir y que como cabeza tienen a Julio Pindter, que fue gerente de relaciones laborales y que sigue todavía en complicidad con funcionarios de Torre de Pemex”, afirma.
Hay que destacar que, casi de forma unánime, los movimientos más fuertes dentro de la disidencia del sector petrolero coinciden en que se deben combatir los abusos que por años ha propagado el líder petrolero a través de las 36 secciones del Sindicato, no obstante no todos están apegados a los principios de Petromex.
Pese a esto, Óscar Solórzano se mantiene optimista de que su organización logrará no sólo denunciar a Carlos Romero, sino finalmente removerlo de la dirigencia del sector petrolero.
“Será la autoridad, la Secretaría del Trabajo, la que determine el momento de las elecciones; el cómo se organizan y vamos a estar atentos con visitadores nacionales e internacionales.
“Nosotros proponemos que (antes de que termine el año) todos los trabajadores de confianza, transitorios y activos en Pemex voten a quién le van a dar su confianza: si al corrupto de Romero Deschamps o a Petromex, con su nuevo modelo sindical anticorrupción”.