Industria se resiste al etiquetado frontal

Ante los amparos interpuestos por diversas empresas productoras de alimentos y bebidas preenvasadas para intentar frenar el uso del etiquetado frontal, con el cual se informa a la ciudadanía qué productos son sanos y cuáles no, organizaciones recalcan los resultados positivos que la medida ha tenido desde su implementación a fin de que la SCJN falle a favor de la ciudadanía y de esta normativa
Karina Vargas Karina Vargas Publicado el
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El trabajo de las organizaciones de la sociedad civil y expertos en salud para que las empresas dedicadas a producir y vender bebidas no alcohólicas y alimentos preenvasados informen adecuadamente sobre el contenido de sus productos, como el etiquetado frontal, persiste ante los embates de la industria.

De acuerdo con especialistas, representantes de dichas compañías formaron parte de las mesas de diálogo que llevaron a la creación del etiquetado frontal vigente en México desde el 1 de octubre de 2020.

Hasta el momento, se han interpuesto al menos 100 amparos para que esta medida se revoque o modifique al argumentar, entre otras cosas, que hace mala propaganda.

La NOM-051-SCFI/SSA1-2010 es la encargada de regular las especificaciones generales de etiquetado para dichos insumos, así como su información comercial y sanitaria.

Fue a partir del 8 de noviembre de 2019 que se publicó en el Diario Oficial de la Federación el decreto por el que se reformaron y adicionaron diversas disposiciones de la Ley General de Salud.

“La norma entró en vigor cuando estábamos en plena pandemia y se retrasaron algunos procesos debido al detenimiento de las empresas”
Jorge VargasInvestigador de la organización El poder del consumidor

Los cambios regulatorios se realizaron en materia de sobrepeso, obesidad y de etiquetado de alimentos y bebidas no alcohólicas que establece un sistema frontal de advertencia.

La estrategia desarrollada por un grupo de especialistas de más de 30 instituciones sanitarias está basada en el ejemplo del Gobierno de Chile y cuenta con el aval de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés).

Esta contempla cinco sellos de advertencia: exceso de calorías, exceso de azúcares, exceso de sodio, exceso de grasas saturadas y exceso de grasas trans; dos leyendas precautorias, “contiene edulcorantes, no recomendable en niños” y “contiene cafeína, evitar en niños”; y cinco minisellos.

Respuesta favorable del etiquetado frontal

A dos años de su implementación, el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) informó que a partir de los resultados de diversos análisis como el Estudio sobre la Percepción y Hábitos de Alimentación en niñas y niños (EPHA, 2020) y la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT, 2021) se puede advertir un impacto positivo.

De acuerdo con el INSP y el Centro de Investigación en Nutrición y Salud, el nuevo etiquetado tiene una buena o muy buena aprobación nacional con el 74 por ciento, de la que 75.1 por ciento corresponde a las zonas urbanas y 69.3 a las rurales.

El mayor beneficio del etiquetado frontal es que la población, independientemente del nivel socioeconómico o edad que tenga, puede identificar de manera correcta y rápida el producto más saludable

Asimismo, 85 por ciento de los padres de familia señalaron estar a favor del etiquetado y el 58 por ciento reportó que sus hijas e hijos lo comprenden fácilmente.

El “International Food Policy Study” (IFPS, 2018-2021) indica que al 77 por ciento de los adolescentes les fue fácil o muy fácil comprender la información, frente a los niveles de comprensión registrados anteriormente con las tablas nutrimentales: 33 por ciento en 2019 y 32 por ciento a principios de 2020.

En el caso de los adultos, se registró que el 79 por ciento tuvo una buena comprensión de los datos en la etiqueta hacia el último trimestre de 2020, en contraste con el 52 por ciento de los meses previos y el 49 por ciento reportado tanto en 2019 como en 2018.

Las instituciones de salud también advirtieron, a partir de datos de la iniciativa INFORMAS, que hubo una reformulación del 26 por ciento en bebidas no calóricas endulzadas, bebidas azucaradas, yogurts y bebidas dulces a base de leche, botanas dulces y saladas, tortillas, panes empaquetados y cereales para el desayuno, entre otros.

Por lo anterior, la “Evaluación del Impacto del etiquetado frontal en México” del INSP, concluye que los resultados a corto y mediano plazo son consistentes entre sí mostrando que la medida es aprobada, comprendida y usada por la población mexicana.

“La implementación ha generado cambios saludables en las decisiones de compras reportados por los consumidores, a la par de una reformulación masiva mejorando la calidad de los productos y un cambio favorable en precios de productos más competitivos”, afirma el documento.

Más efectos bajo la lupa

Jorge Vargas, investigador de la campaña Salud Alimentaria de El poder del consumidor, dice que según estudios todavía en desarrollo, se pueden prever también efectos favorables del sistema de etiquetado en la contribución para disminuir los índices de obesidad en el país.

“Estos resultados son prometedores y esperemos que próximamente el etiquetado tenga un mayor impacto en las grandes prevalencias de sobrepeso, diabetes e hipertensión”, comenta.

Para marzo de 2022, el Atlas Mundial de Obesidad colocó a México en el quinto lugar de países con más personas obesas: 21 millones de mujeres, con un 41 por ciento de prevalencia, y 15 millones de hombres con una prevalencia del 31 por ciento

Por lo que se estima que para 2030, el 36.8 por ciento de las personas del país tengan obesidad, con un incremento anual del 1.6 por ciento.

“Los resultados han mostrado que los precios en aquellos productos que tienen dos o menos sellos se han reducido, en comparación con los otros, lo que da más apertura a que los consumidores busquen productos con menos calorías, sodio, etc.”, comenta el especialista.

Añade que otro punto favorable de la medida es que la población, independientemente del nivel socioeconómico o edad que tenga, puede identificar de manera correcta y rápida el producto más saludable, lo que convierte a esta política pública en una de las más eficientes respecto a sus objetivos iniciales.

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