La iglesia mexicana enfrenta una de sus peores crisis en décadas: no tiene los sacerdotes suficientes para cubrir la demanda de centros religiosos que se encuentran en todo el país.
Además, la asistencia de feligreses a estos inmuebles de fe va a la baja en los últimos años.
El ordenamiento de estos ministros de culto se ha desplomado, de acuerdo con cifras reveladas por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), fenómeno que se debe en gran medida a las amenazas y ataques de las que son objeto las parroquias e iglesias todos los días, además de los cambios generacionales.
La violencia que ejercen el crimen organizado, los grupos políticos y hasta los empresarios en contra de los sacerdotes es tal, que varios de ellos han solicitado dejar el sacerdocio para siempre. Otros han sido reubicados para garantizar su bienestar y en el peor de los casos son silenciados.
𝗥𝗲𝗽𝗼𝗿𝘁𝗲 𝗘𝗡 𝗩𝗜𝗩𝗢 ⛪️ Mons. Víctor Sánchez Espinosa preside en la catedral de Puebla misa de ordenamiento de dos sacerdotes. #LasNoticias pic.twitter.com/WLzBUcY135
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Para ser considerado padre de una iglesia o encargado de alguna de las más de 100 diócesis que se encuentran en el país es necesario instruirse en los seminarios por lo menos nueve años.
Quien logre acreditar todos los procesos que exige la iglesia mexicana será declarado presbítero, es decir, un sacerdote que puede llevar las riendas de un templo religioso.
A nivel nacional se han documentado que existen aproximadamente seis mil 744 parroquias y siete mil 169 centros pastorales, ubicados en diferentes comunidades y ciudades.
‘Nadie quiere ser sacerdote en la actualidad’
José Alberto Medel Ortega, canciller de la Diócesis de Xochimilco, al sur de la Ciudad de México, relata en entrevista con Reporte Índigo, que el debilitamiento de este oficio frente a las nuevas generaciones se debe la guerra sucia que han emprendido distintos grupos de poder y los escándalos de pederastia que se revelaron.
“El ministerio sacerdotal se debilitó por los escándalos que se han dado a conocer en casos de pederastia, pese a ello, no ha decrecido la credibilidad de la iglesia. La gente sigue viendo al sacerdote de su colonia o municipio como alguien venerable”.
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En un revelador informe de pederastia en la Iglesia Católica Mexicana se mencionaron 16 obispos, arzobispos y superiores de congregaciones religiosas implicados en el encubrimiento de sacerdotes acusados de abuso sexual.
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El canciller refirió principalmente que las comunidades y pueblos enclavados en zonas rurales siguen considerando al clérigo como una figura de fe, respeto y que mantiene cierto poder por la palabra que predica.
“Hay quienes persiguen a la iglesia por diversos fines. El sacerdocio no es una carrera que escoges por afinidad, destreza o capacidad intelectual; es un estilo de vida porque implica renuncias y exigencias. La iglesia se equivocó en promover la pastoral por vocación”, sostiene el párroco.
Al sur de la Ciudad de México, el padre Alberto Medel reconoce que, ante la falta de más párrocos, ha tenido que atender varias capillas e iglesias y ofrecer las misas que se llevan a cabo en estos lugares.
Pasó de moda
Por su parte, Alberto Vázquez, padre rector de la iglesia Juan Bautista Tlacatelco, localizada en la alcaldía Miguel Hidalgo, en la capital del país, sostiene que la vocación sacerdotal es menos atractiva para las nuevas generaciones, las cuales priorizan trabajos inmediatos y que no requieren tantos años de preparación.
“Existe un sacerdote entre más de mil 500 personas. Depende de cada comunidad parroquial el nivel de trabajo. Como ejemplo aquí en Tacubaya vienen de 200 a 300 personas los domingos. El número de ministros no es suficiente”, dice Alberto Vázquez.
El párroco de este centro de fe atiende en promedio dos celebraciones eucarísticas al día y reconoce que además de estas tareas tiene otras responsabilidades como asistir a reuniones, entrevistas o incluso dar clases.
Vivir con miedo
Atrincherados en sus iglesias viven cientos de párrocos que han sido amenazados por el crimen organizado y otros grupos de poder que tratan de silenciar los mensajes que ofrecen a sus comunidades.
Así lo reconoce el sacerdote José Manuel Guerrero Noyol, mejor conocido entre los pobladores de la Arquidiócesis de Monterrey como el “Padre Chema”, quien ha sido víctima de ataques a su persona por la labor pastoral que realiza en las comunidades que ejerce el sacerdocio.
Sobre la pregunta de qué manera impacta el déficit de sacerdotes en México, responde sin titubeos.
“Afecta fuertemente en la comunidad católica y en la sociedad en general porque nosotros estamos para servir a los pueblos y comunidades sin importar nada. Nos debemos poner por encima del bien común”, detalla.
Ordenado desde 1993, el “Padre Chema” actualmente se encuentra en la Iglesia Sagrado Corazon de Jesus, en Nuevo León, y hace lo que puede con los recursos que tiene.
Precisa que la estructura religiosa en sitios “calientes” es incapaz de brindarle seguridad a los clérigos que son blanco en varias ocasiones de las bandas delictivas.
Secuestrados por el narco
Por su parte Gilberto Vergara García, párroco del templo Nuestra Sra. de Guadalupe, ubicado en Aguililla, municipio que fue secuestrado por el narco durante un año, sostiene que la escasez de sacerdotes en Michoacán impacta directamente a los feligreses, pues no se brinda la atención adecuada en los servicios que ofrece regularmente una parroquia.
“Tendríamos que tener al menos dos o tres sacerdotes en cada una de las iglesias que conforman las Diócesis de Apatzingán porque el territorio y las familias son grandes.
“Necesitamos más padres que atiendan la demanda porque no se alcanza a dar la atención necesaria a los feligreses de las comunidades”, asegura.
Uno de los grandes compromisos de la Iglesia es estar con la gente, sobre todo con quienes padecen situaciones de violencia grave; ante un narcotráfico que empobrece y cercena al pueblo, los sacerdotes han permanecido allí, en sus parroquias, en su misión. pic.twitter.com/rUydMj90Ng
— Colegio Mexicano en Roma (@colmexroma) February 23, 2023
El padre Gil reconoce que la violencia que se vive en estas regiones no exenta a las iglesias y al personal que trabaja en ellas.
Por lo que relata que han tenido que adoptar medidas preventivas como no usar sus ornamentos en la vía pública o divulgar que son párrocos.
De acuerdo con cifras del CEM, se encuentran en activo alrededor de 15 mil 847 sacerdotes en México, 863 diáconos permanentes y más de 30 mil llamados “hermanos religiosos”, así como 25 mil misioneros laicos.
Cansados y sin oportunidad de jubilarse
La falta de un relevo generacional ha forzado a que los curas prolonguen su jubilación para no dejar acéfalas las iglesias que dirigen, lo que propició que la edad promedio de los sacerdotes sea por encima de los 50 años.
Son justamente los hombres los que principalmente desempeñan esta actividad con un 93 por ciento de las plazas ocupadas que dispone la Iglesia Católica en templos y parroquias; el restante de estos puestos son liderados por mujeres en un puesto menor.
Mientras tanto, a pesar de los años que se requieren para congregarse como párroco, los sueldos que llegan a percibir los religiosos pocas veces superan los 12 mil pesos mensuales, esto de acuerdo con el Episcopado Mexicano, ya que es una tarea de “fe y vocación”.
La plataforma Data México, adscrita al Gobierno federal, revela que alrededor de 23 mil 100 sacerdotes, pastores y otros teólogos que se desempeñan en el país trabajan alrededor de 42.4 horas a la semana por muy bajos salarios.
Los testimonios de sacerdotes que recopiló Reporte Índigo coinciden en que sus ingresos son únicamente para cubrir sus necesidades básicas; mientras que los recursos que acumulan las iglesias que administran por concepto de limosnas y otros eventos son exclusivamente para el mantenimiento y el pago de salarios de las personas que laboran en ellas.
Omar Sotelo, director del Centro Católico Multimedial (CCM) reconoce que el trabajo que desempeñan los sacerdotes es vital para decenas de comunidades en México, pues es justo su labor pastoral la que en muchas ocasiones llega a reducir los niveles de violencia.
“Son muy valiosos independientemente de la creencia que se tenga, pues juegan un papel fundamental para resarcir el tejido social. Son ellos quienes conocen al pueblo y saben de sus principales necesidades”, sostiene el directivo a este diario.
De acuerdo a la organización Voces Católicas, de la Conferencia del Episcopado Mexicano, en México existen un total de 145 seminarios, lugares que sirven de estancia de formación para los jóvenes que buscan ser sacerdotes.
Pese a este número, apenas 20 mil jóvenes se encuentran en formación para ser clérigos, con una deserción de hasta un 30 por ciento y con la meta de atender a más de 90 millones de fieles en el país.