Iglesia católica en retirada de Jalisco

En las últimas dos décadas la Iglesia Católica redujo su influencia sobre la manera de pensar de los jaliscienses en un grado importante, revela un estudio de la UdeG, lo que se advierte como ‘una dramática pérdida de legitimidad del discurso eclesiástico’
Luis Herrera Luis Herrera Publicado el
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Aunque predomina la imagen de una sociedad jalisciense que es profundamente religiosa y conservadora, los estudios en la materia muestran un proceso de alejamiento de los fieles en las últimas dos décadas, lo que ha reducido la influencia de la voz de la iglesia católica.

La posición que ocupaba la Iglesia Católica como una especie de guardiana de la interpretación del mundo que hacen los jaliscienses va en retirada, de acuerdo con las conclusiones a las que llegó el estudio de 2019, “Los valores de los jaliscienses 1997-2017”, del académico y exrector general de la Universidad de Guadalajara (UdeG), Marco Antonio Cortés Guardado.

Prácticamente en todas las variables de ese análisis en las que se mide de una manera u otra la ascendencia de la Iglesia sobre la manera de pensar y actuar de los jaliscienses, los resultados obtenidos indican que hay un alejamiento cada vez mayor entre los habitantes del estado y aquella institución.

Por ejemplo, cuando se le pregunta a los jaliscienses por “cuestiones importantes en la vida personal”, los que consideraron a la religión como algo “muy importante” en sus vidas pasaron de ser la mitad en el año de 1997 (51.2 por ciento) a solamente un tercio de los ciudadanos en el 2017 (33.1 por ciento).

Esta respuesta es coincidente en su tendencia a la baja con el siguiente indicador en el que se les preguntó a los jaliscienses que “independientemente de si asiste o no a misa, ¿cómo se considera usted?”, los que respondieron que se estiman como “una persona religiosa” pasaron de ser ocho de cada 10 en 1997 (77.8 por ciento), a siete de cada 10 en el 2017 (69.9 por ciento).

Los resultados obtenidos por la UdeG indican que hay un alejamiento cada vez mayor entre los habitantes de Jalisco y la institución religiosa

La Iglesia Católica aun siendo el credo predominante en Jalisco definitivamente ha perdido peso tanto para opinar en materia de derechos humanos como de la vida pública del Estado. En estos ámbitos ha crecido la proporción de los jaliscienses que no quieren que esa institución y sus ministros se entrometan con su interpretación de las cosas.

Por ejemplo, al cuestionárseles “¿piensa usted que es adecuado que la iglesia opine sobre las siguientes cuestiones?”, la respuesta por el “no” creció con respecto a “la política del gobierno”, pasando de 66.9 por ciento en 1997 a 75.1 por ciento en 2017.

También en el tema del “aborto” la negativa a escuchar a la iglesia creció de 25.4 por ciento a 46.2 por ciento en ese lapso; la misma respuesta fue en torno a la “homosexualidad”, donde el rechazo creció del 38.8 por ciento al 58.7 por ciento.

No obstante, entre quienes tienen un credo religioso persiste el de la Iglesia Católica de forma aplastante. A la pregunta de si “pertenece usted a alguna religión. ¿A qué religión?”, la respuesta por el “sí” bajó del 93.5 por ciento en 1997 al 84.4 por ciento en 2017; pero la opción católica creció del 91.0 por ciento al 94.6 por ciento.

Iglesia católica: Institución relegada

El estudio indica que aunque la religión, especialmente la católica, está siendo relegada de las “cuestiones importantes en la vida de los jaliscienses”, sigue teniendo “una relevancia incuestionable en la vida social del estado”.

“Forma parte de la imagen que proyecta Jalisco hacia al exterior y permea muchas zonas en la vida cultural de la entidad”, dice.

Ahora bien, con todo y ello, el estudio llega a la siguiente conclusión.

“Hay signos de que la religiosidad de los jaliscienses estaría cambiando y al mismo tiempo su alcance e influencia en la vida moral, social, cultural y política de Jalisco se estaría restringiendo debido a un evidente y entendible proceso de secularización”.

Prueba de ello es que actualmente de cada 100 jaliscienses, 15 aseguran que no pertenecen a ninguna religión. “La población no religiosa se ha venido incrementando rápida y consistentemente: de 5.2 por ciento en 1997 y 2005 a 8.7 por ciento en 2012 y hasta 14.8 por ciento en 2017”.

Las cosas no pintan mejor para la Iglesia en el futuro pues las personas cada vez le atribuyen menos importancia a la enseñanza de la fe religiosa a sus hijos. Anteriormente la mitad de los jaliscienses pensaban que esta fe era algo que debían transmitirle a sus niños, ahora menos de un tercio lo piensa así.

El indicador de “cualidades que deben enseñarse a los hijos en el hogar” lo constata. “De 50 por ciento de los entrevistados que la mencionan en 1997, desciende a 46.9 por ciento en 2005, a 41.1 por ciento en 2012 y hasta el 28.7 por ciento en 2017.”

Injerencias políticas

Aunque el estudio diagnostica una disminución de la influencia de la Iglesia sobre los jaliscienses, su visión aún tiene una fuerte injerencia sobre la política local, como ocurrió recientemente con la reforma que pretendía prohibir con cárcel las llamadas terapias de conversión.

Los legisladores de Jalisco estaban listos para aprobar la modificación al Código Penal que iba a sancionar con prisión a los promotores y organizadores de esas terapias que buscan modificar la orientación sexual de las personas, sin embargo, el 3 de diciembre congelaron el dictamen ante la presión de grupos sociales identificados con la Iglesia Católica.

Pese a este tipo de hechos, el estudio asegura que lo que se está presenciando en Jalisco es “una dramática pérdida de legitimidad del discurso eclesiástico, que deja a la iglesia sin la autoridad social para opinar sobre temas cruciales de la vida contemporánea”

Y por tanto, que lo que está en marcha es “la evolución de Jalisco hacia una sociedad más secularizada, donde los ámbitos sociales permeables a las opiniones de la iglesia se han venido restringiendo considerablemente”.

Todos estos cambios se reflejan en dicho “proceso de secularización, que se ha acentuado en las últimas décadas, y particularmente en cuanto al avance progresivo de valores práctico-morales no religiosos entre la población, y la pérdida de consenso en torno a la autoridad de la iglesia para imponer su visión en cuestiones de moralidad individual”.

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