La Iglesia católica está en la antesala de su más grande actualización.
La relación del catolicismo con los grupos LGBTI, que las mujeres puedan oficiar el rito católico y la posibilidad de que los sacerdotes se puedan casar son parte de las discusiones que se podrían llevar a la Santa Sede en la próxima Asamblea de Obispos en Roma, entre muchos otros temas.
Para el Sínodo de 2023, como se le denomina a la reunión de todos los obispos, incluyendo al Papa, por primera vez en la historia se realizará con una previa participación abierta y cualquier persona, sea feligrés o no, podrá responder a un cuestionario con algunas preguntas que se dirigirá de forma anónima a una Diócesis y posteriormente se efectuará una síntesis para debatirse e incluso votarse en Roma.
A paso lento
La Iglesia no es un democracia y las propuestas aunque fueren aceptadas tardarían en ser atendidas por la curia romana.
Sin embargo, la realidad es que el porcentaje de católicos en México ha disminuido con el tiempo, e históricamente las autoridades religiosas han sido reacias a los cambios al interior de la Iglesia.
Los datos del último Censo del INEGI realizado en 2020 arrojan que 77.7 por ciento de la población mexicana se declara católica, lo que representa 10.2 puntos menos desde el año 2000, tiempo en que el número de mexicanos se ha incrementado, ya que hace 22 años sumaban 98.7 millones de habitantes y en el 2020 habían 128.9 millones de mexicanos, de acuerdo con el registro oficial.
La Iglesia Católica se encuentra en un momento clave y con menos seguidores cada vez, por ello es que ha solicitado opiniones al público en general sobre su nueva etapa con miras a la reunión de obispos para 2023 en donde se plantean reformas.
El cuestionario del Papa
A través de internet, la Red Informática de la Iglesia (RIIAL), convoca a contestar un cuestionario en el que por vez primera la Iglesia solicita a las personas que aporten comentarios que ayuden a mejorar a la institución.
“El Papa Francisco quiere saber cómo vemos a la Iglesia y qué creemos que debería hacer para acercarse a nosotros. Con este fin, RIIAL te invita a sumarte volcando tus opiniones a través de una serie de preguntas, las respuestas son anónimas y se analizarán en conjunto entre todos los que respondan, de acuerdo con las leyes de protección de datos”, se lee en un comunicado difundido por la iglesia.
La consulta se responde de manera anónima y tiene opciones de respuesta de opción múltiple y un apartado para poner comentarios de manera abierta acerca de las reformas que se tienen que aplicar en la Iglesia.
El cuestionario institucional solicita responder si la persona está bautizada, si es un creyente practicante y si cree en la existencia de Dios. Además, si el mensaje de Jesucristo que llega a través de la institución tiene influencia en la vida de quien responde.
La Iglesia también solicita a las personas manifestar si creen que la institución es autoritaria, distante o egoísta o lo contrario. Igualmente busca conocer si las misas parecen aburridas y qué grado de diálogo se tiene por parte de la institución con organizaciones como las defensoras de los derechos de los grupos de la diversidad sexual.
“¿En qué grado consideras que la Iglesia escucha/ dialoga con otros grupos sociales: Periodistas, sindicatos, empresarios, científicos, otras religiones, políticos, organizaciones de derechos humanos, LGTBIQ+ (Lesbianas, Gays, Trans, Intersexual, Queer y otras identidades no incluidas en las anteriores)?”, se lee en una de las preguntas.
Asimismo, se cuestiona acerca de qué tipos de redes sociales tiene que usar la institución religiosa para comunicarse con las personas.
¿Qué hará la Iglesia Católica con las respuestas?
De acuerdo con el periodista especializado en asuntos religiosos, Felipe Monroy, se trata de un paso previo a un Sínodo inédito. Las personas enviarán sus comentarios a sus Diócesis, éstas realizarán una síntesis y harán llegar las preocupaciones a Roma.
Las discusiones del Sínodo se votan entre los obispos del mundo y pueden ser aceptados sin que ello implique que sea una ley en la Iglesia.
“El que se meta a una relatoría al final del Sínodo tampoco lo hace ley de la Iglesia. Tendría que ser sancionado o verificado por el Santo Padre en la curia romana para integrarlo ya sea en una exhortación apostólica o a una encíclica o en alguna otra cosa. Pero eso, evidentemente, tarda muchísimos años”, explica Felipe Monroy.
Se trata de cambiar las maneras de una organización histórica que tiene influencia mundial y que tiene que mantener su identidad.
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