Historia y perfil de “El Betito”: el asaltante de relojes que se convirtió en un capo sanguinario
La carrera criminal de Roberto Moyado, líder del Cartel de la Unión, detenido ayer en la Ciudad de México, incluye ejecuciones, venta de droga, secuestros, extorsiones y hasta asesinatos de mujeres extranjeras que eran escorts
Rubén ZermeñoRoberto Moyado Esparza “El Betito” comenzó su carrera criminal como asaltante robando relojes de lujo, en menos de 10 años se convirtió en líder del Cartel de la Unión y en uno de los hombres más buscados en el centro del país hasta que fuera capturado la tarde de ayer en la Ciudad de México
Su historia es una plagada de traiciones, drogas, ejecuciones, extorsiones y sangre.
El primer antecedente que tiene Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México de criminal data del 2008, año en el que “El Betito” fue detenido por el robo a un restaurante en Polanco, después de 6 meses quedó en libertad e inició en Tepito actividades de narcomenudeo y extorsión al mando de Francisco Javier Hernández “Pancho Cayagua”.
Rápidamente el apodo del criminal comenzó a sonar en el Barrio, Moyado Esparza reclutó a decenas de jóvenes en motocicleta que igual asesinaban por encargo, distribuían droga en seis delegaciones o extorsionaban a comerciantes cobrándoles derecho de piso a nombre de la Unión de Tepito. Los “Spring Breakers” se hacían llamar y tenían sus bases de operaciones en la colonia Morelos y en la delegación Gustavo A. Madero.
A Roberto Moyado le gustaba distinguirse de los otros criminales de la zona, por eso mandó uniformar a sus colaboradores con gorras bordadas en color oro con la letra “B”, ellos eran quienes estaban autorizados a cobrar las cuotas a los comerciantes del Centro Histórico de la Ciudad de México.
Un año después de la llegada de “El Betito” a la organización criminal, la Unión comenzó a expandirse a las delegaciones Iztapalapa, Gustavo A. Madero, Coyoacán Miguel Hidalgo, Álvaro Obregón y al Estado de México.
Para 2013, el grupo se dividió en la Unión Insurgentes, que controlaba la Zona Rosa y las colonias Roma Condesa y la del Valle y la Unión de Tepito que se quedó con Polanco, Centro Histórico, colonia Morelos, Inztapalapa y GAM. “El Betito”, en ese entonces jefe de sicarios fue nombrado jefe de plaza.
Con su nuevo cargo y durante 4 años “El Betito” tenía libre el terreno para comercializar droga, extorsionar y secuestrar por lo que su poder fue creciendo hasta el 11 de octubre del 2017.
Francisco Javier Hernández Gómez, “Pancho Cayagua”, fundador del grupo criminal La Unión Tepito, fue ejecutado en el estacionamiento de una tienda de autoservicio en la Delegación Gustavo A. Madero.
El criminal condujo por Calzada Ticomán e Insurgentes Norte, hasta un estacionamiento de una tienda comercial. Ahí fue interceptado por dos sicarios a bordo de una motocicleta negra quienes le dispararon al menos en cuatro ocasiones.
“Pancho Cayagua” intentó huir, ya herido manejó unos metros hasta que se desvaneció e impactó su coche contra una camioneta que estaba estacionada.
Una semana después la Procuraduría General de Justicia identificó a los sicarios que asesinaron a “Cayagua”.
Se trataba de Juan Iván o Manuel Iván “El Pulga”, brazo derecho de Roberto Mollado Esparza, “El Betito”, y ex socio de Francisco Javier Hernández; además de otro sujeto identificado como “El Chaparro”.
“El Betito” mandó asesinar a su exjefe, con esta muerte, el capo pretendía ahora si controlar toda la capital del país. En menos de 10 años había pasado de ser un roba relojes al criminal más poderoso de la Ciudad de México.
A ocho años de su creación, las fracturas internas y traiciones terminaron por debilitar a la Unión de Tepito, abriendo paso a la Unión de “El Betito”, informó la PJG a mediados de octubre del año pasado.
La debacle de La Unión
Mientras el grupo criminal de Roberto Moyado se encontraba en la cúspide de la ciudad, surgió la Fuerza Anti Unión, encabezada por Jorge Flores Concha “El Tortas”, con quien se pelearía el control de la droga y desataría una ola de violencia en la capital.
Todas las semanas, desde el asesinato de “Pancho Cayagua” se reportaban balaceras y asesinatos en la Ciudad de México, principalmente en la Colonia Morelos, en el Centro de la Ciudad y en las colonias Roma y Condesa. La guerra entre grupos criminales había comenzado y tocó su punto más alto a mediados de junio de este año.
La madrugada del domingo 17 de junio la capital del país vivió uno de los hechos más violentos de la historia moderna.
En el cruce de Insurgentes y Flores Magón, exactamente en el Puente de Nonoalco la SSP reportó en hallazgo de dos cuerpos desmembrados sobre el carril del Metrobús. Los restos, divididos en 15 piezas estaban regados por toda la capa asfáltica.
Junto a los cuerpos había una manta y una dedicatoria, “Empezó la limpia mugrosos”, señalaba el texto dirigido a Sergio Flores Concha “El Tortas”, líder del grupo criminal la Anti Unión de Tepito.
La saña con la fueron asesinadas esas dos personas significaba venganza. Nueve días antes, el 8 de junio, justo en el mismo sitió dos hombres a bordo de una camioneta pick up fueron asesinados.
Las autoridades identificaron a uno de los muertos como Juan Iván Arenas Reyes, alias “La Pulga”, número dos de la Unión de Tepito, jefe de sicarios, brazo derecho de “El Betito” y quien presuntamente asesinó a Francisco Javier Hernández Gómez “Pancho Cayagua”, exlíder y fundador de la Unión.
Además del tráfico de drogas, extorsiones y secuestros, a la Unión se le relaciona con la trata y el asesinato de al menos tres escorts.
Daniel, un joven de 22 años de edad y presunto integrante de la banda criminal de Roberto Moyado fue detenido por presuntamente asesinar a las venezolanas Wendy Vareska y Génesis en febrero y noviembre del 2017, respectivamente.
Además Bryan “El Pozoles”, primo de “El Betito”, es el único sospechoso del feminicidio de la venezolana Kenny Finol.
Kenny antes de morir señaló a su expareja como la persona que le causó heridas con un machete.
Investigaciones de la Secretaría de Seguridad Pública y de la PGJ revelaron que la banda de “El Betito” engancha y extorsiona a extranjeras, a quienes usaba para ocultar y trasladar droga.