[kaltura-widget uiconfid=”39952882″ entryid=”0_sblwpfbc” responsive=”true” hoveringControls=”false” width=”100%” height=”75%” /] Las familias numerosas se acercan a su fin en nuestro país. Con el paso del tiempo los mexicanos tendrán cada vez menos descendencia en comparación con años pasados. Tener muchos hermanos será cada vez más raro, pues ahora la tendencia apunta hacia los hijos únicos.
Según las proyecciones del Consejo Nacional de Población (Conapo), instancia gubernamental que se encarga de dar cuenta de la retrospectiva y prospectiva demográfica, se estima que el 2023 será el primer año en el que las mujeres en México tendrán menos de dos hijos, 1.9 en promedio.
En septiembre de este año el Conapo publicó las ‘Proyecciones de la Población de México y de las Entidades Federativas 2016-2050’, cuyos datos revelan que la tasa de fecundidad en nuestro país está disminuyendo y que esa reducción continuará.
Este indicador se refiere al número promedio de niños que una mujer tiene durante su vida fértil, la cual inicia a los 15 años y culmina a los 49, según este organismo de la Secretaría de Gobernación (Segob).
Durante más de 20 años —1950 a 1974—, las familias tenían seis o más hijos. Incluso la tasa global de fecundidad aumentó cerca de un punto porcentual de la década de los cincuenta a 1960.
“El descenso de la fecundidad en México inició a mediados de los años sesenta. No obstante, fue a partir de 1974 cuando la caída comenzó a darse de manera acelerada como respuesta a la nueva política de población que buscaba reducir el alto crecimiento poblacional”, menciona el documento del Consejo.
En sólo cuatro años, de 1975 a 1979, la tasa nacional se mantuvo en cinco hijos. De 1980 a 1985, hubo una disminución a cuatro. En la década de los noventa el rango bajó a tres hijos por mujer.
“Actualmente ya hay una gran variedad de familias: las monoparentales, por ejemplo, donde el padre no existe y sólo existe la madre que es soltera. Hay familias del mismo género por la lucha de igualdad, tanto de hombres con hombres como de mujeres con mujeres”, menciona el etnógrafo Alejandro González Villarruel de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en entrevista con Reporte Índigo.
Más vejez, menos niñez
El Conapo ya había anticipado desde hace varios años que la ciudadanía mexicana tiende a convertirse en una población vieja, lo que a su vez provoca que haya cada vez menos nacimientos, según las últimas cifras.
Esto significa que cada vez hay más adultos mayores de 60 y más años y menos infantes, situación que se acelerará todavía más en el 2050. Ante este escenario, habrá dos cambios importantes respecto a dichos grupos de población.
“Los niños se verán de otra manera, en los países de primer mundo se cuida mucho a los infantes. No es lo mismo cuidar a seis que cuidar a un niño por familia, habrá una atención distinta y de mayor calidad”, menciona el etnógrafo González Villarruel.
Pero el hecho de que se valore a la niñez puede representar un escenario adverso para la vejez.
Debido al crecimiento demográfico de la población de adultos mayores y a la situación de pobreza por la que atraviesa el país, la jubilación es una bomba de tiempo porque en México, el sistema de pensiones no alcanza para financiar el retiro de todos los trabajadores.
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“Con los adultos mayores hay que pensar en nuevos modelos de producción para hacerlos activos económicamente, se tienen que volver una fuerza de trabajo, hay que repensar de qué manera se convertirán en trabajadores. Por eso hay que apoyar aquellas propuestas en las que se habla de una pensión universal, hay que darles apoyo porque lo van a necesitar y los jóvenes de entonces tendrán que solventar gastos en conjunto con ellos”, advierte el doctor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.
Si México se convirtiera en un país de personas de la tercera edad a consecuencia de ese paulatino envejecimiento y por la falta de nacimientos, aumentará también la edad promedio en el país. Este indicador igualmente se analiza con la tasa de fecundidad.
En 1950 la media de la edad en México era de 17 años. Actualmente es de 28 años y en 2050 será de 38. Esto significa que el grueso de la población tendrá una integración de mexicanos que no estarán en su etapa fértil.
El caso de la Ciudad de México es el que más llama la atención en cuanto a su poco reemplazo generacional.
Esta entidad tiene la edad media más alta del país que es de 34 años.
Para 2050 la media de la edad que proyecta el Conapo en la capital del país es de 47 años. Es por ello que la población, sobre todo a la femenina, le restarán solamente dos años de su periodo fértil para reproducirse.
Si al factor de la media de la edad se añade el indicador de la tasa de fecundidad, se tiene que actualmente las mujeres capitalinas tienen 1.4 hijos en promedio, para 2050 la tasa se reduce, pues tendrán 1.3 hijos cada una de acuerdo con el estudio.
Fenómeno citadino
Los indicadores demográficos del Conapo para la República Mexicana van de 1950 a 2050, mientras que para las entidades federativas los datos se calculan a partir de 1970.
Pese a que la fecundidad tuvo una caída acelerada desde la década de los setenta, los datos por estado siguen siendo reveladores, sobre todo en los más desarrollados.
“Es un fenómeno que sucede en todos los países que pasan del subdesarrollo al desarrollo. Es un proceso natural que pasó en Europa, en Estados Unidos y ahora está pasando en México, sobre todo en las ciudades”, sostiene el etnógrafo Alejandro González.
Jalisco, por ejemplo, tenía una tasa de fecundidad de 7.1 hijos promedio en 1990. Ahora, 28 años después, el indicador es de 2.1. En 2050 el Consejo Nacional de Población proyecta que las mujeres tendrán 1.5 hijos.
El Estado de México inició con una tasa de fecundidad en 1970 de 6.3 y a la fecha es de 1.94. Dentro de 32 años, este indicador será igual que en Jalisco.
En 1970, en Nuevo León, el promedio de hijos era de 5.6 y actualmente es de 2. Este estado tendrá en 2050 una tasa de 1.7 hijos.
“En el mundo rural sigue habiendo una vida comunitaria, una vida religiosa. Hay una presión sobre las mujeres más marcada todavía para que se casen a temprana edad, para que no aborten. Allá realizarse como mujer tiene que ver con una cuestión de tener hijos, mientras que en las ciudades la religión ya no tiene tanta importancia y vamos camino hacia la individualización”, menciona el académico en entrevista.
En 1970 la tasa de fecundidad promedio a nivel nacional era de 6.6 hijos. En aquella época había tres entidades que superaban esa cifra por un punto: Zacatecas, con 7.76 niños; en Guerrero, con 7.73 hijos por mujer y Puebla, con 7.6.
Aunque estos tres estados tienen un grado menor de desarrollo en México, para 2050 lograrán ajustarse al promedio de la tasa de fecundidad en el país. Las mujeres zacatecanas tendrán 1.88 hijos en promedio, las guerrerenses 1.68 y las poblanas 1.71.
González insiste en que la conformación de las familias está cambiando de una forma más evidente en las ciudades, donde existen animales domésticos que ocupan el lugar de los bebés.
“Un ejemplo de hoy en día que llama la atención es que existe un predominio de animales domésticos en las familias. Un fenómeno muy urbano es que ahora existen los llamados ‘perrhijos’ y los lugares ‘pet friendly’, algo que no sucede en el mundo rural. Es decir, ya tiene más relevancia cuidar a los perros que a los niños, ya cada vez hay menos espacios con áreas de juegos infantiles, eso ya cambió”, detalla.
El papel de las mujeres
La baja en el número de descendencia que tienen las parejas se debe, en gran parte, a la aceptación de la planificación familiar en México, menciona el documento del Consejo. Sin embargo, para el investigador de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad La Salle, Ramsés Sánchez, se trata de un fenómeno multifactorial.
En entrevista con Reporte Índigo, el experto en cambios sociales enlistó diferentes causas para determinar a qué se debe este decrecimiento de la población, donde destaca la separación de la sexualidad de la procreación, algo impensable en otras décadas
“Cada vez somos más capaces de separar el tema de la sexualidad del tema de la procreación gracias a la educación y a la cantidad de información a la que la población tiene acceso”, sostiene
Ramsés Sánchez explica que el rol femenino es un factor de peso que influye en la disminución de la tasa de fecundidad. Las mujeres ahora conciben al aborto como uno de sus derechos o declaran abiertamente su negativa a ser madres.
“Quizá también estamos viviendo una época en donde otros tipos de relación están siendo una realidad en el país, hay un avance importante en México acerca de la elección, no sólo de una pareja, sino a la apertura de no querer tener hijos. Y también podríamos pensar que hay una liberación bastante importante de la mujer que no quiere ser madre”, comenta el académico.
A esas causas biológicas e ideológicas, como las denomina el doctor Ramsés Sánchez, también puede sumarse un motivo laboral.
“Es necesario pensar que las mujeres están ocupando un lugar muy importante en el sector laboral y evidentemente eso reduce sus posibilidades o ganas de tener hijos. Hay un fenómeno que estamos empezando a entrever y es que hoy en día la mujer mexicana no está destinada a tener familia, está evolucionando a una toma de decisiones respecto de sus propios proyectos de vida y eso es importante en una sociedad como la nuestra que parece concentrarse sólo en el tiempo en el que una mujer es fértil”, explica el experto.
Sánchez plantea también que en países europeos como Alemania y España, y latinoamericanos como Brasil y Chile, ya han tenido esta experiencia demográfica.
El investigador en ciencias sociales reconoce que la disminución en la tasa de fecundidad no necesariamente representa una emergencia en nuestro país.
“Esta brecha está solucionando otros problemas, posiblemente en México exista el problema de fecundidad, pero está mejorando sus índices laborales y la mujer está teniendo impacto en este ámbito. Ahora México está atendiendo situaciones que en su momento fueron un problema”, señala el catedrático.
En esto coincide Alejandro González Villarruel de la UNAM, pues más que una crisis, este hecho de disminución en los nacimientos puede tomarse como una ventaja no sólo a nivel nacional, también a nivel individual.
“No es una razón para escandalizarse. Esto significaría, entonces, que los padres van a contar con una atención mejor para los hijos. No es lo mismo cuidar a un hijo único que a seis o siete como se estilaba antes”, expresa el etnógrafo.
Número de hijos
Desde la década de los 70 el promedio de hijos ha disminuido. La proyección es que este descenso continúe
1950: 6
1970: 5
1980: 4
1990: 3
2018: 2.1
2050: 1.7
Los desafíos
Especialistas sostienen que los indicadores que ofrece el Conapo deben servir para diseñar políticas públicas que atiendan las demandas de la población.
Conforme a los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), México está comprometido a reducir en 50 por ciento la tasa de fecundidad de las adolescentes que tienen entre 15 y 19 años y a erradicar embarazos en niñas menores de 14.
“Se trata de que vivamos más y mejor, que las futuras generaciones superen las oportunidades que las que hemos tenido nosotros, vamos con miras al desarrollo”, comenta Ramsés Sánchez.
Para Alejandro González, la decisión de embarazarse y el número de hijos que se decidan tener también tiene que ver con la calidad de vida a la que aspiran los mexicanos.
“Actualmente se empieza a dejar de tener esta disposición de embarazarse y ya luego ver cómo cuidarlos, cómo mantenerlos. Al contrario, ahora se piensa en tener hijos para darles condiciones económicas superiores a las que uno tuvo, no peores”, menciona el especialista de Ciudad Universitaria.
Ambos catedráticos señalan que cumplir el reto de detener embarazos de niñas y adolescentes está ligado a una población que se mantiene más informada, más preparada en lo que se refiere a educación tanto académica como sexual.
“Tenemos distintos Méxicos y distintas familias, cada vez hay una expectativa de vida mayor, vivir más debe significar mejores condiciones de vida y de eso se tiene que encargar el gobierno”, apunta González Villarruel.
El Conapo, en efecto, revela que la Los desafíos expectativa de vida en 1950 era de 47.3 años en promedio y la proyección a cien años indica un aumento a 79.6.