Los flashazos que significan haber cometido una infracción vehicular están próximos a acabarse en la capital del país.
La angustia que cualquier automovilista sufre después de pasar cerca de algún radar de velocidad llegará a su fin en enero próximo, de acuerdo con Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno electa de la Ciudad de México.
Aunque la eliminación de las fotomultas formó parte de su discurso durante la campaña electoral, estas medidas podrían abrir la puerta a otro tipo de sanciones.
El 1 de noviembre pasado, Claudia Sheinbaum lanzó en su cuenta de Twitter que en próximos días se reunirá con su equipo para analizar la sustitución del programa que inició Miguel Ángel Mancera, exjefe de gobierno capitalino, en 2015.
“A partir de hoy iniciamos una serie de reuniones con el equipo de trabajo para afinar detalles de nuestros programas prioritarios. El próximo 15 de noviembre presentaremos la propuesta para sustituir las fotomultas en el marco del programa integral de movilidad”, publicó Sheinbaum el jueves pasado.
Esta medida anunciada por la jefa de gobierno electa ha abierto un debate acerca de si el retiro de radares y equipos de fotografía vehicular motive que el reglamento de tránsito no sea respetado después de su anulación en torno a infracciones como rebasar los límites de velocidad, no respetar las señales de los semáforos, y los pasos peatonales o carriles destinados a bicicletas y motos.
De acuerdo con información alojada en el sitio oficial de la Secretaría de Seguridad Pública (SPP) capitalina, de octubre de 2015 (fecha en que inició el programa de las ‘fotomultas’) a agosto de 2018, se registró una cifra total de 1 millón 989 mil 664 infracciones.
Según el análisis estadístico, en el mencionado periodo habrían sido cometidas diariamente cerca de mil 868 violaciones al reglamento de tránsito que ameritaron una sanción.
Del total general, 763 mil 205 multas fueron impuestas por no respetar la señal de alto del semáforo, ya sea por descuido o por voluntad. Con una equivalencia del 38 por ciento, dicha falta fue la que mayormente se cometió en la capital.
Por invadir las áreas de espera para bicicletas y motocicletas, que se sitúan poco antes de los cruces peatonales, fueron levantadas 497 mil 485 sanciones, es decir 25 por ciento del total. La tercera infracción más cometida por capitalinos fue la de dar vuelta en lugares prohibidos, la cual reportó 379 mil 526 casos y representó una equivalencia del 19 por ciento del total general. El resto fueron por invadir los carriles peatonales y por no utilizar el cinturón de seguridad.
Una medida polémica
El proyecto de fotomultas tiene puntos a favor y en contra, no obstante, las mismas no dejan de causar revuelo por la opacidad en que ambas se mantienen y manejan, explica Enrique Soto, maestro en Urbanismo de la Facultad de Arquitectura de la UNAM.
“Por un lado tenemos que la iniciativa nació para bajar los niveles de accidentalidad en la CDMX, pero la misma llegó a convertirse en una estrategia recaudatoria de recursos y asociada a un proceso de licitaciones y concesiones de manera poco transparentes a empresas sin antecedentes en el ramo”, señala.
El problema es que no se tienen bases de datos reales y actualizados para vincularlos a la instauración de políticas públicas, dice el experto. Sin embargo, si se revisan los datos del INEGI, desde 2012, y previo a la instalación de los radares, ya existía una taza de decrecimiento por accidentalidad, por lo que no se puede establecer con certeza si los mismos vinieron a mejorar la situación.
“Por el contrario, lo que sí está comprobado es que las arcas de la CDMX incrementaron anualmente entre mil y mil 200 millones de pesos adicionales por el concepto de pago de fotomultas, y que a través de un alza sostenida de casi 3 años se obtuvieron mayores ingresos agregados, aún y cuando ahora se hable de una pérdida de los mismos”, asegura Soto.
Aunque todos los recursos derivados de esa estrategia se concentrarían en una cuenta común del Gobierno local y tendrían que haber terminado en obras de mejoramiento a la infraestructura urbana (dañada o por remozar), comenta Soto, al final nadie supo el destino de lo recaudado y ello es lo que deja pensando si el programa funcionó o no.
“Retirar las fotomultas en la Ciudad de México sería un error por los niveles de accidentalidad que se tienen, sin embargo, para que un sistema de multas de verdad funcione tendría que estar fundado en la transparencia, desde los procesos de licitación, funcionamiento y destino final de recursos, además de instalarse donde se tenga mayor incidencia de percances y no una mayor afluencia de autos”, advierte el también investigador.
A la espera de la última palabra
Las próximas acciones en cuestión de fotomultas viales en la capital continúan siendo muy ambiguas, debido a que primero se habló de un retiro total del programa y ahora solo de una modificación en las penalidades, critica Sergio Andrade Ochoa, coordinador de salud pública de la Liga Peatonal AC.
“Si bien el retiro de los radares incentivará mayores velocidades y por ello accidentes, la instauración del Reglamento de Tránsito de la Ciudad tampoco generó cambios sustanciales, porque para que éstos sean registrados se debe actuar por todos los frentes posibles y por periodos mínimos de 5 años”, indica Andrade Ochoa.
De impulsarse nuevamente un programa de revocación de licencias por acumulación de faltas, asegura el experto, lo ideal sería partir de una prueba de manejo que establezca el funcionamiento de un vehículo en la capital y en relación a su reglamento de tránsito; además de exámenes eventuales que verifiquen capacidades físicas y motoras de los interesados, ya que actualmente el permiso sólo se compra.
“No se puede seguir en la dinámica de sólo multar a quien incurra en faltas, sino también se debe prevenir con medidas regulatorias como son los exámenes y también el respeto a cabalidad del Reglamento de Tránsito, mediante su socialización y unas sanciones relativas que realmente ayuden a mitigar los riesgos”, enfatiza.