Gustavo Díaz Ordaz nunca se enfrentó a la justicia mexicana por la matanza estudiantil que su Gobierno perpetró el 2 de octubre de 1968. No obstante, en los últimos años de su vida, tuvo que lidiar con el intenso sufrimiento causado por el cáncer de colón, una enfermedad que finalmente le provocó la muerte.
Luego de pasar a la historia como uno de los presidentes más odiados en México, el político del PRI se exilió en España en calidad de embajador y pasó largas temporadas en centros médicos debido a la grave enfermedad que lo afectaba. Finalmente, murió el 15 de julio de 1979, transcurriendo poco más de 10 años desde la masacre en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco.
Durante un extenso período, el expresidente creyó que sufría de una úlcera gástrica, aunque los médicos nunca lograron confirmar su existencia. Sin embargo, sí detectaron problemas en la vesícula y un tumor maligno en el hígado.
Por último, falleció a los 68 años de edad en la Ciudad de México a causa de un infarto cardíaco provocado por el cáncer. Sus restos fueron enterrados en el panteón Jardín, donde actualmente descansan junto a su esposa, Guadalupe Borja, situado en lo que hoy es la alcaldía Álvaro Obregón.
Díaz Ordaz sabía que moriría pronto
De acuerdo con el testimonio de su amigo Rafael Moreno Valle, documentado por el diario El Universal, Gustavo Díaz Ordaz era consciente de que su tiempo de vida se acortaba significativamente, lo que lo llevó a iniciar un proceso de despedida con las personas más cercanas a él.
“Esta es nuestra despedida. Sé que tengo cáncer. Y ya me voy a morir. Me queda poco tiempo. Arreglaré mis cosas. El desorden que dejó el que era mi secretario particular. No se apure mi amigo. Nada de tristezas. La muerte es tan natural como la vida”, le dijo el expresidente a su amigo.
Según el testimonio de Moreno Valle, Díaz Ordaz nunca quiso irse a España, aunque después de dos años regresó a México para enfrentar sus últimos meses de vida. También relató que el expresidente afirmó que abandonaba este mundo con “la conciencia tranquila”.
¿Qué pasó el 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco?
El 2 de octubre de 1968, en la Ciudad de México, se produjo una matanza estudiantil en la Plaza de las Tres Culturas. Más de 300 personas fueron asesinadas en un evento que resultó de una serie de actos que podrían considerarse crímenes contra la humanidad.
De acuerdo con la Comisión Nacional de Derechos Humanos, estos actos incluyeron detenciones masivas e ilegales y una planificación cuidadosa por parte del Gobierno de México, que incluyó la participación del Ejército Mexicano y el grupo paramilitar Batallón Olimpia.
Inicialmente, el presidente de México, Gustavo Díaz Ordaz, negó la presencia del Batallón Olimpia en el lugar y afirmó que su función era garantizar la seguridad de los Juegos Olímpicos. Sin embargo, investigaciones posteriores y testimonios revelaron la verdad sobre lo sucedido.
El movimiento estudiantil de 1968 no solo involucró a estudiantes universitarios, sino también a diversos grupos de la sociedad mexicana. Los terribles eventos en Tlatelolco eclipsaron la celebración de los Juegos Olímpicos de aquel año y dejaron un saldo oficial de 30 muertos, aunque cifras posteriores sugieren que la cantidad real fue mucho mayor, alrededor de 350 muertos.
Los estudiantes habían planteado seis demandas en respuesta a violaciones previas de los derechos humanos, incluyendo la liberación de presos políticos y la destitución de funcionarios responsables. La masacre de Tlatelolco continúa siendo un evento clave en la historia de México y la frase “2 de octubre no se olvida” sigue siendo un recordatorio de la lucha por la justicia.
Díaz Ordaz estaba orgulloso de la matanza del 68
Es importante señalar que Gustavo Díaz Ordaz defendió en todo momento el mortal operativo llevado a cabo por su Gobierno en octubre de 1968, asumiendo la responsabilidad jurídica y operativa de este crimen que, hasta la fecha, sigue en la completa impunidad.
“Por mi parte, asumo íntegramente la responsabilidad personal, ética, social, jurídica, política e histórica, por las decisiones del gobierno en relación con los sucesos del año pasado”, dijo el entonces presidente durante su penúltimo Informe de Gobierno de 1969.
En todo momento, el líder del Partido Revolucionario Institucional (PRI) manifestó un sentimiento de orgullo respecto a las decisiones tomadas en aquel trágico día, argumentando que se había restablecido el orden en el país y se había garantizado su futuro.
“Pero de lo que estoy más orgulloso de esos seis años, es del año 1968, porque me permitió servir y salvar al país. Les guste o no les guste, con algo más que horas de trabajo burocrático. Poniéndolo todo, vida, integridad física, peligros, la vida de mi familia, mi honor y el paso de mi nombre a la historia.
“Todo se puso en la balanza. Afortunadamente, salimos adelante. Si no ha sido por eso, usted no tendría la oportunidad, muchachito, de estar aquí preguntando”, declaró abiertamente en años posteriores.
¿Era agente de la CIA?
En los últimos años, ha surgido la posibilidad de que Gustavo Díaz Ordaz, expresidente de México, tuviera vínculos con la Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos como agente o informante antes, durante y después de su mandato.
Expertos, como Sergio Aguayo, sugieren que esta conexión, establecida durante la Guerra Fría, pudo haber influido en la creencia de Díaz Ordaz de que el movimiento estudiantil era una conspiración comunista para derrocar su gobierno.
Documentos desclasificados de la CIA asignan a Díaz Ordaz el código Litempo-2.26, y se sugiere que su sobrino Emilio Bolaños podría haber sido el intermediario entre la agencia y el presidente cuando ocupaba el cargo de secretario de Gobernación.
Un punto clave es la relación entre Díaz Ordaz y Winston Scott, un oficial de la CIA que ejerció como jefe de estación en la Ciudad de México de 1956 a 1969. Según el académico, Scott se convirtió en un confidente importante de Díaz Ordaz, ejerciendo una influencia significativa durante su presidencia y más allá.
Aguayo también menciona la relación pública entre Díaz Ordaz y Winston Scott, que aparecían juntos en fotografías y videos. Además, se afirma que existen pruebas de pagos de dinero al expresidente según archivos de la CIA, respaldando la idea de su vínculo con la agencia de inteligencia estadounidense.
Por último, se plantea la influencia de Winston Scott en la creencia de Díaz Ordaz de que el movimiento estudiantil era una conspiración comunista internacional, lo que, según Aguayo, habría justificado el uso de la fuerza contra los manifestantes estudiantiles en 1968.
Este descubrimiento ha introducido una perspectiva adicional a la vida y polémico legado de Gustavo Díaz Ordaz, lo que ha provocado un continuo debate sobre su influencia en la historia de México y las razones detrás de la violenta matanza que tuvo lugar el 2 de octubre en Tlatelolco, donde numerosos jóvenes perdieron la vida de manera brutal.