Guerrero, de zona marginada a epicentro de desapariciones y asesinatos

Guerrero se ha convertido en una de las regiones más violentas de México, debido al incremento de desapariciones, homicidios, balaceras y otros delitos
Daniel Flores Daniel Flores Publicado el
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El estado de Guerrero se ha convertido en una de las regiones más violentas del país. El aumento de personas desaparecidas, así como el incremento de los índices de criminalidad, como los asesinatos y las constantes balaceras, han convertido a esta región en un foco rojo.

La escalada de violencia que sufren los habitantes de esta zona del país ha sido tal que los pobladores de ciudades y comunidades se han autoimpuesto un toque de queda para evitar ser víctimas del fuego cruzado entre los grupos del crimen organizado que se disputan el control de la plaza.

Datos oficiales revelan que son al menos 40 grupos criminales que se encuentran en este estado, los cuales han desatado una ola de violencia por todo este territorio en busca de apropiarse extensas zonas de terreno, tanto en la zona costera como en la región montañosa.

Mientras que los delitos se aceleran en Guerrero, a pesar de las promesas del Gobierno federal de implementar una estrategia que frene esta tendencia, así como los constantes llamados de auxilio por parte de la ciudadanía de este estado.

De acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), Guerrero enfrenta un aumento en delitos como el homicidio doloso, el secuestro, el feminicidio y la desaparición de personas.

Y es que durante las últimas décadas, esta entidad ha enfrentado un rezago histórico en términos de desarrollo económico, oportunidades laborales y acceso a servicios básicos, lo cual ha propiciado un contexto de pobreza y marginación.

A ello se le suman numerosos problemas estructurales que han sido aprovechados por los cárteles de la droga y otros sectores de poder que han encontrado terreno fértil para consolidar su influencia en esta zona de la República Mexicana y expandir su poder de fuego.

Solo en lo que va de 2024 se han registrado diversas masacres, tiroteos y desapariciones en este estado, lo que lo perfila como uno de los que tiene los índices más altos de estos delitos.

En un reciente informe publicado por la organización civil Data Cívica, titulado “Votar entre balas”, se detalla que los datos registrados hasta octubre de este año revelan que 2024 podría convertirse en el año con el mayor número de ataques con motivación política.

Y es justamente Guerrero, de acuerdo con la ONG, uno de los lugares más mortíferos de la República Mexicana debido a su alta tasa de delitos de alto impacto como asesinatos, secuestros, extorsiones y feminicidios.

Entre la amapola y otras drogas, así transcurren los días

Ubicado entre la Ciudad de México y la costa del Pacífico, Guerrero ha sido además el epicentro de cultivos de drogas como la amapola, y recientemente se ha registrado un auge en la producción de fentanilo.

De acuerdo con un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) titulado “Fentanilo, el gran negocio del crimen organizado: implicaciones en el combate a las drogas”, se detalla que este estado es el que posee la mayor cantidad de hectáreas dedicadas al cultivo de drogas en México.

En años anteriores, varios pueblos de la montaña se dedicaron de lleno a sembrar amapola, lo que les permitió, en cierta medida, obtener ingresos y enfrentar la pobreza extrema en la que se encuentran estas comunidades.

Sin embargo, recientemente otras drogas sintéticas han acaparado los cultivos y varias regiones de esta zona del país, lo que ha provocado, a su vez, una ola de violencia en todos los poblados de la región.

Por ejemplo, la heroína continúa ganando terreno en este estado, especialmente en las zonas altas, donde se cultivan toneladas de esta droga. Además de otros plantíos como la marihuana.

Las víctimas colaterales al crimen organizado

Nadia Maciel Paulino, defensora de los derechos humanos en Guerrero, nunca había experimentado un nivel de agresiones como el que se vive actualmente, el cual asegura que se ha traducido en ataques armados diarios, secuestros, extorsiones y desapariciones forzadas.

“Perdimos la tranquilidad hace muchos años, pero ahora lo que vivimos es una escalada de violencia sin precedentes, no hay ninguna zona de Guerrero que se salve de narcobloqueos, extorsiones y de asesinatos, tenemos miedo como nunca antes”, lamentó Maciel en entrevista.

La activista precisó que ciudades como Tlapa se encuentran acorraladas por distintos grupos del crimen organizado. La situación es mucho peor en comunidades enquistadas en la zona montañosa como Metlatonoc y Zitlaltepec, donde grupos armados han comenzado con ataques más sofisticados como el uso de drones explosivos.

“Las autoridades se encuentran completamente rebasadas y, en el peor de los casos, coludidas con el crimen organizado. Estamos entre fuego cruzado por la pelea del territorio y los esfuerzos federales no alcanzan a llegar hasta acá”, sostuvo Nadia.

La fragmentación de los cárteles de la droga, uno de los principales problemas

Al igual que Sinaloa, el estado de Guerrero se ha convertido en otro epicentro del crimen organizado en México, con más grupos luchando por el control del territorio que en cualquier otra región del país.

Reportes oficiales e informes de organizaciones civiles han documentado hasta 40 grupos armados que combaten por diferentes comunidades y poblados de este estado que tiene una extensión territorial de más de 63 mil kilómetros cuadrados.

Armando Luna, especialista en seguridad pública y crimen organizado en México, aseguró en una entrevista con Reporte Índigo que el desbordamiento de la violencia se debe a varios factores, como el reagrupamiento de organizaciones criminales y la formación de nuevas alianzas en busca de nuevos territorios.

En esta región de México se han instalado diversos grupos criminales que buscan controlar la Costa Chica y Grande, así como la zona montañosa del estado. Foto: Especial

“El control de la Costa Chica, específicamente del puerto de Acapulco, así como de la Costa Grande, conocida como el Triángulo de la Heroína, sigue siendo crucial para la producción de esta droga. Otra zona que asedian es Iguala y Chilpancingo, además de la frontera con Morelos, especialmente con Taxco, Guerrero“, afirmó.

El especialista detalló que controlar estas zonas significa para las bandas criminales imponer un cobro de piso a los comercios, además de tener una ruta directa para el trasiego de drogas.

“La producción de heroína en la región norte del estado sigue siendo muy importante. Desde hace cinco años se han buscado condiciones favorables para el cultivo de la hoja de coca, aunque no ha prosperado. Además, ha adquirido mucha relevancia la extorsión, especialmente sobre pequeños comercios y productores”, sostuvo Luna.

‘Los Ardillos’, uno de los grupos armados

Los enfrentamientos armados en esta entidad se han recrudecido en los últimos años debido a varios cárteles de la droga que han buscado consolidar sus operaciones en este territorio del país.

Informes del Centro de Derechos Humanos de la Montaña de Tlachinollan revelan que la organización criminal conocida como “Los Ardillos” se ha apoderado de varios municipios y zonas del estado.

Un grupo armado que se desprendió del cártel de los Beltrán Leyva y que ha tratado de aplastar cualquier otra célula criminal como es el caso “Los Rusos” , “Los Tlacos”  y otros remanentes como el de “La Familia Michoacana”.

La radiografía criminal detalla que, además de estos comandos, existen otros grupos con un poder de fuego significativo, capaces de llevar a cabo narcobloqueos en comunidades pequeñas y de realizar cobros de piso.

Zona montañosa, tierra de nadie

La pobreza extrema, que afecta a más del 90 por ciento de la población, ha obligado a cientos de familias a someterse a las órdenes del crimen organizado y a vender su fuerza de trabajo en los campos de cultivo.

A ello se suman los problemas del idioma, ya que un gran porcentaje de las personas que habitan en la montaña no dominan completamente el español y solo se comunican en lenguas originarias, como el Tu’un Savi, además de presentar altos índices de analfabetismo.

Por ello, y a pesar del aumento de ataques armados, drones explosivos y el asesinato de presidentes municipales y otros funcionarios, los habitantes de estas comunidades siguen sembrando este tipo de drogas para poder subsistir, pues, en caso de negarse, son desaparecidos o asesinados.

El cultivo de la amapola en la zona más alta de Guerrero ha provocado que cientos de familias dependan de esta actividad ilícita durante generaciones, lo que ha la postre también ha causado miles de muertes y agresiones directas. Foto: Cuartoscuro

Feminicidios, el monstruo que crece sin parar

Por si fuera poco, en la región de La Montaña, la situación para las mujeres es aún más grave debido al elevado número de feminicidios que se registran cada año. Activistas y colectivos han señalado que, en muchos de estos casos, se emitieron alertas previas que no fueron atendidas.

Además, la falta de presupuesto y apoyo por parte del Gobierno federal y estatal ha generado que grupos de mujeres y organizaciones defensoras de los derechos humanos documenten los feminicidios y ataques a este sector de la población de forma empírica y con herramientas limitadas.

Maciel, integrante de la Casa de las Mujeres Indígenas en San Luis Acatlán, Guerrero, señaló que la protección a las mujeres no es prioritaria ni rentable para los gobiernos estatal y federal.

Como prueba, dio a conocer los recortes presupuestarios realizados en esta materia, los cuales han afectado las acciones y programas destinados a garantizar la seguridad y el bienestar de las mujeres, especialmente en contextos indígenas.

Por ello y con todos esos índices se perfila un panorama sombrío para la entidad que adolece de muchos problemas y una ola de violencia sin precedentes.

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