Gritos de identidad

Talea de Castro y Papantla son dos municipios indígenas separados por más de 500 kilómetros. El primero está en la sierra de Oaxaca y el segundo en el norte de Veracruz. Pero los dos están unidos por la firme defensa que hacen a su autonomía y a su derecho a decidir sus formas de desarrollo.

En el pueblo de Oaxaca, sus habitantes decidieron enfrentar a las grandes compañías de telecomunicaciones para montar su propia red de telefonía móvil y ofrecer este servicio a bajo precio y con mejores condiciones.

En Papantla y otros municipios de Veracruz ocurre algo similar.

J. Jesús Lemus J. Jesús Lemus Publicado el
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40
pesos pagan por el servicio de llamadas al mes
Para ellos no se está violando la Constitución con la creación de esta moneda, sino se trata de un proyecto de economía solidaria
“Hay más ventas. La gente tiene forma de comprar más productos, porque se ha dejado de depender del peso mexicano, que cada vez es más escaso en la zona”
Alfonso Ricocomerciante
Ellos decidieron no solo montar su propia red de telefonía móvil sino también su radiodifusora
Desde que el túmin entró en circulación, la población marginada de Veracruz ha visto que las carencias son menos
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Talea de Castro y Papantla son dos municipios indígenas separados por más de 500 kilómetros. El primero está en la sierra de Oaxaca y el segundo en el norte de Veracruz. Pero los dos están unidos por la firme defensa que hacen a su autonomía y a su derecho a decidir sus formas de desarrollo.

En el pueblo de Oaxaca, sus habitantes decidieron enfrentar a las grandes compañías de telecomunicaciones para montar su propia red de telefonía móvil y ofrecer este servicio a bajo precio y con mejores condiciones.

En Papantla y otros municipios de Veracruz ocurre algo similar.

Desde hace años acuñaron su propia moneda de trueque que llamaron túmin para hacer frente a la falta de dinero en estas comunidades.

Hay algo de arrojo en ambas iniciativas.

Tanto la red de telefonía celular como la moneda autóctona no cuentan con la autorización de las autoridades.

“Aquí se recibe túmin”, es el letrero que ha comenzado a proliferar en los pequeños comercios de por lo menos 10 municipios de la zona norte del estado de Veracruz.

Aquí, cada vez son más los productores, comerciantes y consumidores de insumos básicos que han decidido adoptar su propia moneda.

Con esta moneda la población indígena busca hacer frente a la falta de dinero en el pueblo.

Para evitar el cierre de negocios y el consecuente desempleo por falta de liquidez, decidieron crear su propia moneda: el túmin. La moneda nació como un proyecto académico destinado a la reactivación económica de los comercios formales en los municipios indígenas más pobres del estado de Veracruz, luego de observar que la falta de circulante en pesos estaba amenazando con hacer crecer más la marginación social de los habitantes de esa zona.

Desde que el túmin (que significa dinero en lengua totonaca) entró en circulación, hace ya seis años, la población marginada del norte del estado de Veracruz ha visto que las carencias son cada vez menos. Que tienen túmin para comprar lo necesario. Que no necesitan del circulante oficial peso mexicano para atender sus necesidades más elementales, y que con túmin pagan sus necesidades y sus gustos.

Lo mismo se puede comprar una nieve, que pagar cualquier compra en el mercado. Algunas cooperativas escolares ya aceptan el túmin con el que los niños pagan su desayuno durante el recreo. Casi todos los comercios establecidos reconocen la moneda local como la forma oficial de comercialización de productos y servicios. La moneda indígena –cuyo uso no está autorizado por el Banco de México- está presente en todas partes.

La mayoría de los productos y servicios que se comercializan en la zona se exponen a precio de túmin.

Hasta algunos medios impresos locales ya registran en sus cabezales su valor en esa nueva denominación.

En el seno de los cabildos de los 10 municipios en donde ya circula la moneda indígena, se tienen en reserva sendos proyectos mediante los cuales se aceptaría el túmin para el pago de servicios municipales, lo mismo para el pago del impuesto predial que para el servicio de agua potable, multas de tránsito y pago de licencias municipales.

Comités de padres de familia de los 10 municipios que ya adoptaron esa moneda están realizando actualmente gestiones ante la Secretaría de Educación Pública (SEP) para alcanzar la autorización que se permita el pago de inscripciones y cuotas mediante la exhibición de la moneda indígena, porque es la única que tienen a su alcance.

Papantla es el municipio más avanzado en cuanto al uso de esa moneda. De acuerdo al regidor de educación, el profesor Javier de la Cruz Treviño, en los últimos meses ha crecido en forma exponencial el número de comercios que han comenzado a aceptar el túmin, como moneda oficial de cambio. A la fecha son 115 comercios establecidos en esa localidad, los que reconocen la moneda local.

Cada vez es más el número de personas y negocios que utilizan el túmin en la mayoría de sus transacciones económicas diarias.

Un modelo con arraigo

El uso de esta moneda tiene arraigo en municipios como El Espinal, Papantla, Coyutla, Coxquihui, Zozocolco de Hidalgo, Progreso de Zaragoza, Chumatlán, Mecatlán, Filomeno Mata y Cuauhitlán.

El modelo económico fue creado en la Universidad Intercultural de Veracruz, con sede en el municipio de El Espinal, a iniciativa de los economistas Juan Castro Soto, Blanca Xanath García Ruíz y Álvaro López Lobato.

Algunos comerciantes de Papantla y El Espinal atribuyen a la utilización del túmin la reactivación de la economía en estas poblaciones pobres del norte de Veracruz.

 “Hay más ventas. La gente tiene forma de comprar más productos, porque se ha dejado de depender del peso mexicano, que cada vez es más escaso en la zona”, dice el comerciante Alfonso Rico.

La utilización de esta moneda en los municipios del norte de Veracruz provocó incluso una denuncia penal que interpuso el Banco de México contra los creadores del sistema túmin por la violación del artículo 28 de la Constitución, que establece que sólo el Estado está facultado para la acuñación de monedas y emisión de billetes.

Los usuarios del túmin se han organizado en el comité “Mercado Alternativo y Economía Solidaria”, que establece como única finalidad el trueque entre socios cooperativistas.

Para ellos no se está violando la Constitución con la creación de esta moneda, sino se trata de un proyecto de economía solidaria. Ellos apelan a que los pueblos y comunidades indígenas tienen el derecho a decidir de manera autónoma su forma interna de organización económica.

La moneda indígena comenzó con cuatro denominaciones: un túmin, 5, 10 y 20 túmin. Pero el año pasado, tras la aceptación, se emitió un billete de 50 túmin.

Los creadores de este sui géneris sistema económico, han sido cuidadosos con la emisión de papel moneda. Han cuidado las reglas básicas para evitar la depreciación. Se han emitido tirajes de los que se consideran con el valor de un billete que no sobrepasan las 2 mil piezas por cada denominación, ello ha hecho que no se caiga en el principal problema de las economías formales: la devaluación o depreciación del dinero.

Según lo explicó el economista Antonio Gallardo de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), la moneda túmin siempre mantendrá el valor porque está basado en un sistema cerrado donde no compite ni le afectan las tasas de interés.

“Se pueden devaluar todas las monedas del mundo, arrastradas por el precio del dólar o del oro, y el túmin va a seguir teniendo el mismo valor de compra, porque se basa en la producción y no en la especulación”, explica Gallardo.

El pueblo que montó su red móvil

En Talea de Castro nació la conciencia. 

Los habitantes de ese pueblo de la sierra de Juárez en Oaxaca se cansaron del olvido y de la dejadez de las grandes compañías que se negaban a brindarles servicios de telefonía celular.  Ellos decidieron- no solo montar su propia red de telefonía  móvil- sino también su radiodifusora.

Poco les importó no contar con los permisos federales para ofrecer este servicio de comunicación. El ejemplo de ese poblado se ha extendido hacia otras 15 localidades indígenas de la sierra de Oaxaca. Poco a poco en esa parte, la más pobre de México, han comenzado a proliferar las antenas de microondas. 

Y es que en Talea de Castro, donde se tiene una población de 2 mil 500 personas, y son casi 700 los usuarios de esa red, los que pagan una cuota mensual de 40 pesos por el servicio, y que les da derecho a llamadas, mensajes de texto y navegación en internet ilimitados. 

La población total indígena que se ha incorporado a la red de telefonía social ya alcanza, sumando las otras 15 comunidades, cerca de 2 mil 500 usuarios.

El concepto social con el que se lleva a cabo este proyecto de telefonía móvil, ya fue visto por otras comunidades indígenas del país.  De acuerdo a la coordinadora de este proyecto de autogestión, la contadora Keila Mezulemet Ramírez, hasta Talea de Castro han llegado ya representantes de comunidades indígenas de Sonora, Chiapas y Puebla, para pedir información sobre la forma en que pueden llevar a cabo este sistema para el beneficio de sus localidades, en donde las grandes compañías Telcel y Movistar se han negado a llevar el servicio.

Es una iniciativa que empujaron hace 3 años por la libre tres personas: Keila Mezulemet Ramírez, Israel Hernández García y Mauricio Flores Loza. La operación técnica fue apoyada por un antropólogo norteamericano de nombre Peter Bloom, quien ha gestionado ayuda en instituciones de Estados Unidos.

Las comunidades que a la fecha se han incorporado a la red de telefonía celular son Yaviche, San Juan Yae, San Juan Tabaa, Villa Alta, San Cristóbal La Chiruac, Temazcalpa, Yalina, y todas las poblaciones del sector Los Cajonos, en donde destacan las poblaciones de San Pedro, San Mateo y San Pablo, así como algunas localidades de la Sierra Mixe, como Tahuitoltepec.

Los organizadores de este proyecto se han encontrado también con dificultades para la compra de tiempo aire. Las empresas Telcel y Movistar no han querido suministrar a la telefonía indígena el apoyo para su desarrollo. 

Solo una empresa es la que aceptó vender el uso de su espectro. Casetel, una empresa de Torreón, es la que suministra el tiempo aire para su distribución entre los pueblos indígenas de Oaxaca. Los usuarios de la telefonía de Talea de Castro pagan el servicio de comunicación -a través de celular- más bajo del mercado. 

Con solo 40 pesos al mes pueden hacer uso ilimitado de sus teléfonos celulares dentro de la zona.   La coordinadora de este proyecto, Keila Mezulemet Ramírez, reconoce que aun cuando la iniciativa surgió como una decisión que se tuvo que tomar sin pedir permiso a nadie, es necesario contar con los permisos correspondientes. Por eso se está buscando obtener el permiso de la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel) para que no exista la posibilidad de suspender el servicio. El plan es conseguir una concesión de telefonía celular para el pueblo de Talea de Castro.

La nueva administración municipal de Talea de Castro reconoce la importancia social de la red telefónica indígena, pero no ha querido involucrarse en el manejo de la misma. 

“Es un buen proyecto, pero hay mucha gente que aún no cree en él”, dice el regidor Miguel Cruz Jerónimo.

Luego de haber comenzado a brindar este servicio en este pueblo, la compañía Movistar –que anteriormente se había negado a entrar con su red celular- llegó a la comunidad a través de un contrato que otorgó el exalcalde Gerardo Hernández Rojas. Hoy las antenas de la compañía telefónica están colocadas en la presidencia municipal sin pagar ningún tipo de arrendamiento.  El año pasado, cuando llegó la empresa al pueblo, hizo una fiesta donde sus edecanes regalaban equipos telefónicos e invitaban a firmar contratos con ellos. El impacto social de la mercadotecnia de Movistar caló fuerte.  Al menos entre 450 y 500 personas decidieron dejar de lado la red de telefonía que estaban usando a bajo costo. 

 “Es por culpa de la pinche mentalidad de mucha gente, que piensa que lo que viene de fuera es mejor que lo que tenemos aquí”, se queja Keila Mezulemet Ramírez, quien asegura que pese a la presencia de esa empresa telefónica, el proyecto de la telefonía social no se va a terminar, pues cada vez son más las comunidades indígenas que se siguen sumando a la red.

 

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