Grafiti: el arte polémico

El trazo urbano realizado en un vagón de la Línea Tres del Tren Ligero abrió el debate sobre la práctica del grafiti, que unos ven como una forma de expresión y otros como vandalismo; académicos de la UdeG explican el significado de esta acción
Jonathan Ávila Jonathan Ávila Publicado el
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La madrugada entre el domingo y el lunes de esta semana, Juan José alias ‘Runek’ y Aarón Eduardo conocido como ‘Drifo’ subieron hasta la estación Plaza Patria de la Línea Tres del Tren Ligero y realizaron un grafiti en uno de los nuevos vagones del transporte aún no abierto a la población por los retrasos en las obras.

Ascender hasta donde se encontraba la unidad resultó sencillo. Ningún guardia de seguridad resguardaba la zona y no fue un hecho planeado estratégicamente para realizar las pintas, según narraron los propios implicados.

A la mañana siguiente, autoridades y población se alarmaron por las condiciones del vehículo. La Comisaría de Zapopan en conjunto con la Fiscalía General los detuvieron en un operativo y los llevaron ante agentes del Ministerio Público.

La noche del martes los jóvenes estaban limpiando el vagón frente a elementos de seguridad, trabajadores de la obra y medios de comunicación como parte de las tareas de reparación del daño.

Desde entonces se abrió un amplio debate en la Zona Metropolitana de Guadalajara sobre el grafiti y su irrupción en los espacios e inmuebles públicos. Las pintas causaron indignación entre algunos miembros de la población tapatía, quienes catalogaron como ‘vándalos’ a los dos jóvenes que realizaron dicha acción.

Expresión ilegal

El grafiti es un tema delicado para una sociedad como la tapatía. Sus implicaciones legales y la realización de los mismos en espacios públicos ha causado controversia en otros momentos, como cuando dos adolescentes firmaron con aerosol las columnas del Teatro Degollado, en pleno corazón del Centro Histórico.

En entrevista con Reporte Indigo, los académicos Mario Cervantes Medina, investigador del Departamento de Sociología; y Rogelio Marcial Vázquez, del Departamento de Estudios de la Cultura Regional, hablan de las implicaciones sociales del grafiti, su perspectiva disruptiva desde la cultura, el choque con lo legal y su sentido clandestino dentro de la propia tradición de este arte urbano.

“El grafiti parte de lo que es el arte callejero o urbano, que hace referencia a la calle. Frecuentemente este es ilegal. Tiene diferentes formas de expresión artística callejera y la mayoría son jóvenes. Dicho sea de paso, pintar los muros es una práctica muy antigua y es un fenómeno a nivel mundial. Trenes, metros, fachadas de edificios, los vemos por todas partes pintados”, define Mario Cervantes.

Por su parte, Rogelio Marcial habla del grafiti como una expresión que surge a partir de las limitaciones de los espacios para estas actividades o como respuesta a las normas institucionales que buscan limitar el arte a ciertos espacios y técnicas.

“Es un recurso de ciertos grupos o identidades urbanas que buscan expresarse a falta de espacios para la expresión artística. Pero también por su negativa de entrar a los circuitos o espacios institucionales, simplemente porque no les convencen o no están de acuerdo con las reglas de estos espacios”
Rogelio Marcial VázquezEspecialista de la UdeG

Ambos académicos destacan al grafiti como una expresión artística de la cultura del hip-hop, nacida en los barrios de afrodescendientes en los EU que busca generar una identidad propia sobre su realidad cotidiana.

En cuanto a las características básicas del grafiti, Rogelio Marcial explica que el elemento de la clandestinidad es fundamental e incluso crucial para muchos grafiteros. Durante los debates sobre las pintas en el Tren Ligero se llegó a expresar que el hecho por sí mismo no era ‘malo’, pero que requería de otros medios para poder hacer dicha pinta.

“Yo creo que el principal factor para considerarse qué es grafiti, es que sea clandestino, que sea por asalto. Ciertamente hay grafitis legales, piden y se otorga permiso, pero el grafiti nace con esta característica, como una búsqueda de estar por fuera de los canales institucionales. De hecho muchos grafiteros dicen que si es legal ya no es grafiti, por esta cuestión”, menciona.

Sin embargo, realizar estas actividades desde la clandestinidad tiene sus consecuencias. De acuerdo con el Código Penal del Estado de Jalisco, quienes realizan grafitis podrían tener sanciones que van desde las 50 jornadas de trabajo comunitario hasta los cuatro a 16 mil pesos como multa por el daño.

“Aquí el inconveniente es que obviamente está tipificado en nuestro código como ‘daño a la propiedad’. Fue como en el caso donde se rayaron las ocho columnas del Teatro Degollado y la Cabeza de Quetzalcóatl, donde los jóvenes llegaron a hacer sus garabatos. Fue un caso similar al de los vagones. Aunque hay que dejar en claro que una cosa es el mural como arte o expresión artística y otra cosa es el rayón, el garabato”, señala el académico Cervantes Medina.

Marcial Vázquez es más cauteloso a la hora de catalogar la diferencia entre los estilos del grafiti, pues señala que aún detrás de un simple trazo puede haber mensajes que se comparten entre los propios autores, firmas que sólo pueden ser explicadas dentro del entorno de quienes realizan grafitis en las zonas urbanas.

“Si una raya es grafiti o no, a mí me gusta más considerarlo en términos de su clandestinidad. Lo que sucede mucho es que los grafiteros están aprendiendo a hacer grafitis, ensayan mucho (…). Los grafiteros le dan mucho valor a que marquen con una firma, que es lo más rápido que pueden hacer, en cuestión de segundos.

“Son rayas nada más, el ‘tag’ que le llaman ellos, y eso tiene un significado, una firma con que se reconocen entre ellos. Pero a la sociedad en general nos parecen rayones nada más, a lo tonto, nomás por ensuciar. Para que hablemos de grafiti yo pienso que no debemos concentrarnos en la raya que está en la pared, sino en todo el contexto cultural que hay detrás”, agrega Rogelio Marcial.

De acuerdo con el investigador del Departamento de Sociología, según cita estadísticas oficiales sobre victimización y percepción de la seguridad, la sociedad tapatía poco a poco se ha ido acostumbrando a este tipo de expresiones artísticas. En Jalisco uno de cada diez hogares ha sido blanco de estos actos.

Académicos destacan al grafiti como una expresión artística de la cultura del hip-hop nacida en los barrios de afrodescendientes en los EU que busca generar una identidad propia sobre su realidad cotidiana

“Esta encuesta destaca que el 54 por ciento de los tapatíos se dicen relacionados, digamos que hay cierta empatía con esta práctica y que la reconocen como algo normal dentro del entorno urbano”, detalla Mario Cervantes.

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