El georadar que fue adquirido por el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses (IJCF) para la detección de fosas clandestinas se ha utilizado en muy pocas ocasiones en los últimos años, a pesar de que los grupos delictivos cada vez recurren más a este tipo de inhumaciones ilegales en el estado.
El 25 de noviembre del 2015 el IJCF adquirió un georadar de la marca US Radar modelo Q5C “con alcance para recolección de datos hasta de 10 metros” de profundidad, y a un costo de 499 mil 102 pesos, sin embargo, con el equipo apenas se realizaron 46 exploraciones de sitios en el lapso 2016-2019: un promedio de 11 por año.
En ese mismo periodo en que el georadar del IJCF fue utilizado en solamente 46 ocasiones, la Fiscalía del estado confirmó el hallazgo de 101 fosas clandestinas en el estado, de las que se extrajeron 298 cadáveres, lo que significa que en promedio se hallaron 25 de estas tumbas ilegales por año.
El georadar del IJCF está teniendo este uso tan limitado a pesar de que voces especializadas en antropología forense y autoridades han señalado que esta tecnología resulta útil para realizar exploraciones más exhaustivas sobre los sitios donde se sospecha que existen fosas clandestinas, lo que también redunda en que no haya puntos ciegos durante la búsqueda de cuerpos.
El Departamento de Antropología Forense del IJCF señaló con respecto a la tecnología de su radar: “En base a su cuestionamiento sobre si el radar es geofísico indica que sí lo es, ya que es utilizado en técnicas de prospección, las cuales forman parte del método geofísico y permiten evaluar las características del terreno, basándose en la medida de los materiales que constituyen el subsuelo”.
Y agregó: “Respecto a las exploraciones que se han realizado, se informa que se han cubierto 46 servicios de prospección (…) Se han realizado prospecciones y búsquedas en la Zona Metropolitana de Guadalajara, así como al interior del estado”, de acuerdo con una solicitud de transparencia con el folio 00489120.
Reporte Índigo le solicitó al Instituto que informara cuántas de las exploraciones que se hicieron con el georadar sí condujeron al descubrimiento de fosas clandestinas y cuántas resultaron negativas; sin embargo, su Departamento de Antropología Forense omitió la entrega del registro, y en cambio dio una respuesta elusiva:
Aunque se supone que el IJCF y la Fiscalía del estado trabajan de manera coordinada en la búsqueda y hallazgo de fosas clandestinas, el primero expuso que “el georadar no identifica fosas; su utilidad radica al generar imágenes gráficas del subsuelo (radargrama), que permiten observar la diferencia de la compactación del suelo; por lo que es útil como parte de los procesos de búsqueda y prospección”.
Georadar en opacidad
La Fiscalía del estado asegura que no cuenta con registros que indiquen en cuántas de las 101 fosas clandestinas que se descubrieron en el periodo 2016-2019 se utilizó el georadar del IJCF, por lo que no hay manera de saber en cuáles de esos hallazgos se usó esa tecnología para realizar exploraciones con mayor rigor y detalle.
No está claro tampoco bajo qué criterios se determina el uso o no de la tecnología del georadar ante la detección de una fosa clandestina, o si se sigue tratando de una decisión discrecional no regulada por protocolo.
La Fiscalía Especial en Personas Desaparecidas señaló al respecto: “Cabe señalar que en las labores de búsqueda se ha utilizado sólo los georadares de esta Fiscalía Especial”, sin embargo, esa Fiscalía Especial se hizo cargo solamente de 20 de las 101 fosas clandestinas que se descubrieron en el periodo 2016- 2019, y tampoco detalla en cuántas ni cuáles sí hizo exploraciones con georadar (folio 01730920).
El resto de las fosas estuvieron a cargo de la Fiscalía Especial Ejecutiva de Investigación Criminal, de la Fiscalía Especial Regional y de la Dirección General en Delitos de Violencia contra las Mujeres en Razón de Género y Trata de Personas.
En lo que va de 2020 se han exhumado otras 215 personas de fosas clandestinas de Jalisco.
La tecnología forense
En el Capítulo 5 del libro “Patología y Antropología Forense de la Muerte”, titulado “Arqueología Forense: Contexto, Métodos e Interpretación”, escrito por Giovanna Vidoli, especialista del Centro de Antropología Forense de la Universidad de Tennessee; y por Derek Congram, del Centro Trudeau para el Estudio de la Paz, los Conflictos y la Justicia de la Universidad de Toronto, el georadar es incluido entre los “métodos avanzados de prospección” de fosas.
En ese texto de 2016 se señala: “A pesar que muchas veces una sonda y excavación de prueba es suficiente para la detección de fosas, existen otros métodos que emplean tecnología relativamente nueva, usada en varios contextos o en procesos de experimentación”.
Los especialistas advierten que el georadar puede ver reducida su “productividad” ante ciertos factores, pero indican:
“Entre los diferentes métodos geofísicos que están en uso, el georadar es el más popular para la ubicación de fosas clandestinas (…). En los últimos años, el Equipo Argentino de Antropología Forense ha comenzado a experimentar con el georadar y parece ser un método útil. En España, Luís Avial Bell (geofísico) ha participado en la inspección de más de 100 sitios de enterramientos de la Guerra Civil Española y también en casos criminales”.
Avial Bell también ha experimentado con fotografía aérea infrarroja y considera que el georadar ha sido útil también en la investigación entre estructuras, por ejemplo, con entierros bajo cemento.