El partido que más arriesga en estas elecciones después de Morena es el PRI, que enfrenta la tarea de defender casi una decena de gubernaturas a la vez que busca recuperar espacios importantes en la Cámara de Diputados.
Haciendo alianza con sus dos rivales históricos, el otrora partido hegemónico tiene como antecedente directo no solo la derrota de 2018, sino también las que acumuló durante los últimos años del sexenio anterior.
De las 15 gubernaturas en juego el próximo 6 de junio, ocho se encuentran actualmente bajo control del Revolucionario Institucional. Y a un mes de la cita electoral, la gran mayoría de las encuestas realizadas por agencias y medios de comunicación perfilan no solo que el partido que comanda Alejandro Moreno no podría retener ninguna de estas plazas, sino que hay una alta probabilidad de que Morena se lleve la mayoría de ellas.
En las encuestas publicadas en la semana del 26 de abril al 3 de mayo por Massive Caller, Demoscopia Digital y la revista estadounidense Campaigns & Elections, el partido oficial lleva ventaja sobre el PRI en las contiendas por Sonora, Sinaloa, Zacatecas, Tlaxcala, Guerrero y Colima. Este último estado no ha visto alternancia política en la gubernatura desde que se sumó a la hegemonía priista en 1931.
Caso aparte es el de San Luis Potosí, donde la coalición del PRI lidera en las encuestas, pero el candidato a gobernador es Octavio Pedroza, de Acción Nacional, por lo que aún ganando el estado, cambiaría de manos.
Por su parte, el estado de Campeche, donde el tricolor ha gobernado durante casi un siglo, se encuentra en una disputa a tres bandas entre Morena, con Layda Sansores; Movimiento Ciudadano, que postuló a Eliseo Fernández, y su abanderado: Christian Castro Bello.
Resurgimiento a medias
Tras quedar tercero en las elecciones de 2006, el PRI inició su proceso de reconstrucción con Beatriz Paredes a la cabeza del partido, recuperando la mayoría de la Cámara de Diputados en 2009 y sentando las bases para la victoria presidencial en 2012. En entrevista con Reporte Índigo, la senadora habla sobre el panorama del partido de cara al 6 de junio.
“Cada elección tiene sus singularidades y su especificidad. Me parece que no estamos ante una gran elección, sino ante 300 elecciones distritales y 15 elecciones estatales. Los niveles de competitividad de los partidos y las alianzas son distintos según cada entidad federativa y cada distrito. No quiero adelantar vísperas”, dice.
Paredes considera que hay un factor novedoso que es la alianza entre tres grandes partidos: PRI, PAN y PRD.
“Es un elemento que no se había dado en la historia de México. Eso nos llevaría a suponer que tienen mejores condiciones para salir victoriosos en la elección. La alianza se está presentando en más de 200 distritos electorales federales”.
Alejandro Moreno, actual dirigente nacional del PRI, también ha jugado un papel importante camino a los comicios intermedios para su partido. Pues fue uno de los principales impulsores de Va por México.
El pasado 4 de mayo, en una reunión con militantes de los tres institutos que integran la alianza, el también candidato a diputado federal plurinominal, defendió la importancia que tiene el haber forjado esta coalición con sus dos rivales históricos.
Si bien Moreno no ha enfrentado procesos electorales federales, el PRI logró triunfos en 2020, reteniendo la mayoría en el Congreso de Coahuila y siendo el partido que más ayuntamientos obtuvo en Hidalgo.
No obstante, a nivel gubernaturas, el tricolor acumula dos procesos electorales sin victorias.
Se fue limpio en 2018, perdiendo las de Jalisco y Yucatán, y en 2019 quedó en un lejano tercer lugar en Baja California. Sus últimos logros fueron en 2017, en los estados de México y Coahuila, aunque en esos comicios también perdió Nayarit.
En 2016, el PRI cedió las gubernaturas de Durango, Aguascalientes, Tamaulipas, Quintana Roo y Veracruz por primera vez en su historia, además de la de Chihuahua, todas ante el PAN, que también defendió la de Puebla.
Aunque retuvo Colima, Hidalgo, Tlaxcala, Zacatecas y Sinaloa, así como recuperó Oaxaca, el resultado fue visto como una debacle electoral y obligó a Manlio Fabio Beltrones a dejar la dirigencia nacional tricolor a menos de un año de haberla asumido.
Ernesto Ruffo protagonizó la primera derrota que el PRI reconoció en una contienda estatal al ganar Baja California luego de 60 años de dominio ininterrumpido. En entrevista con Reporte Índigo, el militante de Acción Nacional opina sobre el panorama que enfrenta el otrora partido hegemónico y la posibilidad de que pierda los ocho estados que busca retener.
“No me sorprende. El PRI representa ese modelo autoritario absoluto de control corporativo, tipo fascista como el de Mussolini, allá lo fue a aprender (Plutarco Elías) Calles y luego el General Cárdenas. Así se controló la vida pública nacional, pero el país siguió creciendo. La política y la nación van caminando hacia lo institucional y el PRI se quedó en un modelo de ‘absolutismo institucionalizado’, vamos a llamarle, pero ya no da”, opina.
El PAN podría recuperar la gubernatura de San Luis Potosí que ya ostentó entre 2003 y 2009, con Marcelo de los Santos, pero en esta ocasión en alianza con el PRI. Sobre si esto sería como darle una bocanada de aire al que históricamente fue su principal rival, Ruffo considera que dependerá de Octavio Pedroza en caso de resultar electo el próximo 6 de junio.
“Habrá que ver cómo interpreta las cosas el gobernador que llegue. Lo que se está presentando es que los mandatarios estatales tendrán que buscar el sustento político de sus acciones verdaderamente en la ciudadanía. Tendrán que fomentar la organización ciudadana”, plantea.
El estratega político por la George Washington University, José Manuel Urquijo, coincide con Ruffo al plantear que el PRI todavía no logra reponerse de las elecciones de 2018.
“Las encuestas parece que no lo van a favorecer y creo que el PRI no ha terminado de entender, por una parte, esta disculpa que tendría que hacer a los ciudadanos, un mea culpa de lo que hicieron en el pasado”.