Franeleros, en aumento en CDMX: parecen dueños de las calles

El número de franeleros en la Ciudad de México ha ido en aumento, pues mientras que en el 2017 se contabilizaron 145, en lo que va del 2018 ya van 265, según censos del Consejo Ciudadano, afectando colonias como Roma, Condesa e Hipódromo
Erick Miranda Erick Miranda Publicado el
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Son los dueños de las calles en la Ciudad de México. Provistos de franelas y huacales, marcan su territorio, mientras que con una voz entre servicial e intimidante preguntan de modo indiscriminado “¿quiere lugar?”

Se trata de los franeleros, quienes distribuidos en las colonias de mayor auge han aumentado sus niveles de operación apartando espacios durante el último año en Ciudad de México.

En una calle cercada por vehículos, un chiflido o unas palmadas en la cajuela son otras señales de la presencia de los también llamados viene-viene. La escena no es nueva, ya que se trata de una antigua actividad callejera, pero la situación ha comenzado agravarse en algunas zonas de la capital.

“Cooperación voluntaria” o “cuota fija”, son los retos que cualquier automovilista debe enfrentar al momento de aparcar su vehículo en alguno de los sitios de la vía pública invadida.

De acuerdo con el Consejo Ciudadano de la CDMX, en el corazón de la capital las colonias mayormente por este fenómeno son afectadas: Roma, Condesa e Hipódromo, donde han crecido 83 por ciento en el último año.

En 2017, un censo levantado por ellos contabilizó a 145 personas dedicadas a esta actividad, sin embargo, y para este 2018, la cifra integró a 265, integrando a hombres y mujeres.

Pese a todo, la problemática no se limita a Delegación Cuauhtémoc, en los alrededores de centros hospitalarios, oficinas de gobierno, zonas bancarias, así como de áreas comerciales y de convivencia suelen estar las mayores cuadrillas de franeleros.

Durante un recorrido por distintos puntos de la capital, Reporte Índigo confirmó que las tarifas y “modus operandi” cambian según la zona, el ‘encargado en turno’ e incluso el horario.

En la Zona de Hospitales de Tlalpan operan más de una docena de cuidacoches. De acuerdo con un viene-viene (a quien locatarios cercanos identificaron como El Flaco) el estacionarse “sale en 30 pesos si no te tardas, por máximo una hora o 60 todo el tiempo que necesites, hasta las 5 de la tarde”.

“Te puedo hacer espacio porque la gente me deja sus llaves y acá los muevo, o si no te puedes llevar tu llave y ahí se queda estacionado”, dijo el franelero mientras prendía y apagaba las alarmas de vehículos a distancia.

A espaldas del Forum Buenavista, las calles inmediatas a la Subdelegación 4 del IMSS se mantienen custodiadas por al menos 15 viene-viene. Los costos en el sitio van desde los 20 pesos y hasta los 40 según la cercanía y el tiempo de espera. Los principales afectados son quienes acuden al sitio a realizar trámites relacionados con el seguro social.

Las tarifas y la manera de operar cambian según la zona, el encargado en turno e incluso el horario

En colonias de ajetreo como son San Jerónimo Lídice, San Ángel, así como en Juárez y en menor medida, debido a recientes operativos, Roma y Condesa, los precios van de los 30 a los 50 pesos durante el día, aunque de noche alcanzan costos de entre 60 e incluso 90.

Los distintos tipos

Por negarse a pagar “35 pesos por hora” en las cercanías del Mercado de San Juan, Vladimir optó por dirigirse a un estacionamiento público, luego de que le cerrasen un espejo lateral de su camioneta y tras ser amenazado con que “algo le podía pasar al coche”.

“Aunque es calle, se me ocurrió decirle al mono ese que le daba 20 pesos. Me dijo que era precio fijo y que si no me parecía me fuera, que porque algo le podía pasar al coche. Al final me fui… Pero ya ni me quejo, porque me salió casi en lo que pedían pero más seguro”, comentó.

Desde hace 20 años, y originario de Canal de Chalco, don Mario acude de lunes a viernes a trabajar como franelero en las inmediaciones del Centro Histórico de Coyoacán. Sus jornadas consisten en 6 horas, según la afluencia de personas.

Para mantener su casa y a su esposa, ofrece quedarse temporalmente con las llaves de los autos con el fin de manipularlos, o bien la de sólo asignar un lugar, además del servicio de lavado.

“Yo empecé ya tarde en esto, pero más que nada fue porque me quedé sin trabajo por la edad y porque no tengo estudios”, contó.

Ser franelero no es fácil, porque se lidia con toda clase de personas y con la inseguridad, aseguró, por lo que suele repetirles a sus nietos que es necesario estudiar, para trabajar en algo por elección y que no sea pesado.

“Yo no pongo tarifa, lo que saco es de poco en poco y porque a veces tocan clientes buenos o malos e incluso de los que sólo dicen gracias, pero también entiendo que están en su derecho porque es vía pública”, dijo.

A pesar de su amplia trayectoria, acusó que nunca ha recibido apoyo de autoridades para incorporarse a la formalidad, aunque confía en que “con la llegada de AMLO a la presidencia espero que las cosas mejoren”.

Fenómeno creciente

El incremento de franeleros en calles de la Ciudad de México se debe principalmente a los bajos salarios que existen y a que las personas que se dedican este oficio, la mayoría, no cuentan con estudios suficientes como para acceder a un empleo formal, explicó Sergio Trinidad Rodríguez Méndez, economista de la UNAM.

“Otro aspecto a considerar es que el parque vehicular cada día crece más y la extensión territorial de la ciudad se mantiene, lo cual ha derivado en una mayor demanda de espacios para estacionamiento, sumado al incremento de estos trabajadores informales que vienen creciendo en su actividad para explotar un espacio público”, comentó.

Erradicar este fenómeno añejo sería algo muy complicado debido a que el gobierno poco han intervenido y cuando lo han hecho se han dado situaciones de recaudación por parte de funcionarios públicos, detalla el especialista, además de que estos grupos de personas suelen estar organizadas para hacer frente a los operativos, lo cual tampoco ha permitido la libre acción de las autoridades.

“Para mitigar este problema podrían incentivarse los salarios mínimos para que las personas no tuvieran que recurrir a estas actividades, construir estacionamientos públicos para que automovilistas no se vean obligados a dejar sus vehículos en la calle, o bien, implementar un sistema de parquímetros, aunque esto último sería controvertido por la experiencia que se tiene y los beneficios a terceros que involucran”
Sergio Trinidad Rodríguez MéndezEconomista de la UNAM
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