“La pandemia nos llega con una oportunidad enorme de hacernos visibles”: Marialú Castro, de Findedis
La Fundación para la Inclusión y Desarrollo de Personas con Discapacidad (Findedis) encontró en la pandemia de covid-19 una oportunidad de visibilizar su ciberactivismo, debido a la familiarización con los entornos digitales que se presentó en la contingencia sanitaria
Luz Rangel y Uriel BlancoMarialú Castro “salió del clóset” en Twitter. Cuando entró a hacer un voluntariado en el Centro de Autismo Teletón, rechazó ser una persona con discapacidad. Después, las niñas y niños con los que trabajaba la motivaron a levantar la voz.
“Lo hice a través de medios electrónicos y una de las primeras plataformas que utilicé fue Twitter; ponía el hashtag de discapacidad”, menciona en entrevista.
En la secundaria, Marialú negaba su parálisis cerebral infantil con secuelas de monoparesia espástica y fibromialgia. A quienes le preguntaban por qué caminaba así, la entonces adolescente les decía que se había caído para evitar el bullying.
Según la Enadis 2017, 28.9 por ciento de la población con discapacidad de 12 años y más declaró haber experimentado al menos una situación discriminante en los últimos cinco años. La más mencionada fue la incomodidad en las miradas.
Por sus publicaciones en dicha red empezaron a contactarla personas con discapacidad y entonces se fue conformando un grupo de WhatsApp. Ahí, hace más o menos seis años, se organizaron para escribir sobre discapacidad motriz y otros tipos en un portal de internet y ella comenzó a profesionalizarse como ciberactivista.
“El activismo va de la mano con el conocimiento. Me metí a un montón de cursos, me puse a leer, porque no puedes defender lo que no conoces y esto aplica también para los derechos”, afirma.
Para Marialú y otras activistas digitales, las herramientas tecnológicas son el primer contacto con el mundo, pues aproximarse de forma física no siempre es accesible. El Prontuario de Resultados de la Enadis revela que, para la población con discapacidad en general, el principal problema fue la falta de accesibilidad en la infraestructura y el equipamiento público inadecuado (31.1 por ciento).
En uno de los encuentros que organizaron las personas con discapacidad motriz en un centro comercial de la Ciudad de México, Castro recuerda que uno de los invitados imitaba todo lo que hacía.
Él era uno de los integrantes del grupo de WhatsApp que escribía con más faltas de ortografía. De acuerdo con el prontuario, el grupo discriminado con menor grado de escolaridad en México es de las personas con discapacidad: 20.2 por ciento de su población de 15 a 59 años no tiene ningún grado de escolaridad.
“Yo sentía que tenía un espejo. En privado le pregunté por qué me estaba imitando y me dijo que era la primera vez que salía a una plaza. Me contó: ‘Es que sí había ido de niño con mi familia, pero vivo en un lugar que es un cerro y yo uso silla de ruedas. Ahorré mucho para este día porque tuve que pagarle a alguien para que me bajara de mi casa, me subiera a un taxi que me dejara en un Metro y para pedir un café. Yo no sabía lo que era un capuchino, yo no sabía pedir la carta’. Hasta guardó como recuerdo el vaso de café en el que ponen tu nombre”, relata.
Marialú Castro lamenta las brechas digitales, sobre todo en las personas con discapacidad que a través de internet tejen redes con otras en su misma situación. La Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (Endutih) 2020 estimó una población de 84.1 millones de usuarios de internet, que representan 72 por ciento de la población de seis años o más.
Fue también a partir de las redes sociodigitales que creó la Fundación para la Inclusión y Desarrollo de Personas con Discapacidad (Findedis) hace cuatro años. Ahora es la directora de esta asociación civil, de manera que su activismo por los derechos de este grupo de población es también su trabajo. Sólo seis de cada 10 mujeres de la población con discapacidad de 15 a 59 años tenían empleo en 2017, según el prontuario.
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“Findedis es un sueño hecho realidad, es el lugar donde trabajo con otras personas maravillosas, las cofundadoras somos mujeres. A diferencia de mis otros empleos, acá no pasa nada si hoy me da una crisis, es el lugar ideal para las personas con discapacidad”, dice.
La fundación le da la oportunidad de dedicarse por completo al ciberactivismo. Fue esta familiarización con los entornos digitales lo que en plena pandemia de COVID-19 le permitió organizar una manifestación virtual de las mujeres con discapacidad el 8 de marzo.
“Como personas con discapacidad ya estábamos acostumbradas a vivir en el encierro y el aislamiento. Pero la pandemia nos llega con una oportunidad enorme de hacernos visibles, porque entonces se nos viene el 8 de marzo y la única forma de hacer la manifestación era virtual y ahí sí éramos expertas: sabíamos hashtags, hacer hilo y podíamos contactarnos con mujeres de todo el país”, explica.
El hashtag #InclusiónParaTodas es uno de los que distinguen el ciberactivismo de Marialú Castro. Piensa en interseccionalidades como niñas que pertenecen a este grupo de población, en las que han sido discriminadas en ámbitos escolares, laborales o digitales, en las mujeres que no han salido del clóset de la discapacidad.