Para el pueblo originario de San Mateo Xalpa, en la alcaldía Xochimilco, los festejos de los Días de Muertos son una forma de mantener vivas sus tradiciones y unir a la comunidad.
Desde el mes de mayo los habitantes preparan la megaofrenda en la Casa de Cultura del Pueblo para que el 1 y el 2 de noviembre esté lista y el público la pueda apreciar.
El orgullo de sus organizadores es que todos los elementos son de la tradición mexicana y cada uno de los componentes tiene un significado.
Reivindicar el pasado
La ofrenda de este año está dedicada al pasado prehispánico, a los héroes patrios que no han tenido el suficiente reconocimiento pese a su importancia y a conmemorar a los muertos por la pandemia de COVID-19 a la manera xochimilquense, dice la maestra Hermelinda García Ortega, administradora de la Casa de Cultura de San Mateo Xalpa.
Además se busca que la comunidad del pueblo no olvide la tradición mexicana y de Xochimilco del Día de Muertos, en un contexto actual en el que las costumbres de otros países como el Halloween van ganando terreno.
El “granito de arena” al que se refiere Hermelinda en realidad son tres salones de más de 15 metros cuadrados en la Casa de Cultura en los que están montadas las ofrendas.
La primera parte del altar está dedicada al General Felipe Ángeles, líder militar que luchó en la Revolución Mexicana con Venustiano Carranza y Francisco I. Madero.
Esta parte de la ofrenda se asimila a un cuarto de principios del Siglo XX, adornado con calaveras de mujeres revolucionarias. También hay murales del caricaturista y artista gráfico José Guadalupe Posada.
Hermelinda destaca la presencia de Posada en la ofrenda, pues él fue quien creó a “La Catrina”. Sin embargo, aunque ese es su nombre popular, en realidad el artista la llamó “La Calavera Garbancera”, la cual se ha convertido en un ícono mexicano de los Días De Muertos.
En una sala junto al salón principal de la Casa de Cultura está la segunda parte de ofrenda, la de Xochimilco, dedicada a los fallecidos por la pandemia de COVID-19 y, en específico, al alcalde y exlegislador local, Avelino Méndez Rangel, quien falleció a causa del virus en este año.
Los colores del altar son lo que más llaman la atención. Resaltan las flores de papel naranja que son cempasúchiles artificiales, así como las reproducciones murales de la obra de Posada en el fondo que no tienen el característico tono blanco y negro del artista.
Hermelinda detalla que la comunidad que acude a la Casa de Cultura los hizo de colores porque en México, en los Días de Muertos, se celebra que los seres queridos fallecidos regresan a visitar a los vivos.
Otro aspecto que resalta en esta parte de la ofrenda, además del naranja intenso de las flores artificiales de cempasúchil, es la presencia de un espejo y una silla.
La mujer explica que esto se debe a que la tradición que nació del sincretismo entre indígenas y españoles, indica que los altares deben tener un espejo, una silla y sal.
“Un espejo es para que los seres queridos se vean una vez más antes de regresar al mundo de los muertos, la silla para que se sienten y descansen después de tanto caminar. Sal para que su alma no se corrompa”, detalla.
En este sentido, afirma Hermelinda, todo en la ofrenda tiene un significado. Por ejemplo, en la parte de Xochimilco hay semillas como maíz y frijol porque en la época prehispánica, los Días de Muertos se festejaban durante la época de cosecha.
La ofrenda es gigante, está montada dentro de la Casa de Cultura del pueblo y ocupa tres salones
Asimismo, comenta, el día 31 de octubre se colocarán los platillos para ofrecer a las almas de los muertos, entre ellos, el tlapique: la comida más característica de Xochimilco.
El tlapique es un asado de ajolote envuelto en una hoja de maíz, en la actualidad, debido a que la especie está en peligro de extinción, se hace con pescado.
El último y más grande altar de la ofrenda es el que está dedicado a Mictlantecuhtli, dios del inframundo en la cultura mexica.
Sin embargo, especifica la mujer, el inframundo que vigila la deidad no es uno de sufrimiento, sino de descanso y de silencio.
“El dios Mictlantecuhtli en realidad vigila el descanso de todas las almas, sin sufrimiento”, relata.
Un proceso que une a la comunidad de San Mateo Xalpa
Aunque la pandemia de COVID-19 impidió que toda la comunidad de San Mateo Xalpa se reuniera de manera física para montar la ofrenda, todos los habitantes aportaron para su organización,
“Llega el panadero y nos da pan para la ofrenda, otra señora nos da té de guayaba o nos regalan platos, así de involucrada está la gente”, declara.
Además, quienes toman talleres en la Casa de Cultura y trabajan ahí comienzan a trabajar en el altar desde el mes de mayo.
“En mayo o junio comenzamos a hacer las flores de cempasúchil de papel, que hay que medir, cortar, hacer y alisar. Después vemos qué nos sirve del año pasado y si hacen falta más calaveras, las hacemos; y dos meses antes de la fecha, ya inicia el montaje”, explica.
Por lo cual, considera, la ofrenda no solo es una tradición, también sirve para unir a la comunidad.
La ofrenda gigante de San Mateo Xalpa abrió al público el pasado 29 de octubre y estará disponible las 24 horas del día para quienes quieran visitarla hasta el 4 de noviembre.