Los policías que acudieron tras el ataque en Salamanca desatendieron las normas elementales para la preservación de la escena del crimen, lo que evidencia su falta de capacitación, afirma el especialista Edgar Morín, antropólogo y autor del libro Crímenes de Cuello Blanco.
“Lo primero que podemos ver es que no hay un protocolo. En estos videos que se filtraron a las redes no se ve por ningún lado la profesionalización de los policías municipales y es un asunto serio, porque finalmente parte del problema es que nadie asume la responsabilidad que le corresponde. Las autoridades de los tres niveles de gobierno hasta el día de hoy, se echan unos a otros la pelota porque no están claramente determinadas estas responsabilidades”, explica el académico.
Acusa que es una mala noticia que las personas nos estemos acostumbrando cada vez más a la violencia y que ocurran este tipo de actos criminales.
“Es un hecho inédito y creo que falta más información porque las víctimas son civiles, lo cual tiene que ser investigado y los culpables llevados ante los jueces, lo cual es también difícil de creer que ocurra. Hay un problema importante en el país y en Guanajuato en particular, hay problemas con este fiscal y la propia delincuencia y lo podemos ver en las estadísticas”, expone.
Edgar Morín explica que hacen falta muchos elementos para hablar del término terrorismo, aunque por la zona y las características del ataque se nota la acción de la delincuencia organizada, las autoridades tendrán que analizar las características del explosivo para identificar a los autores del ataque, ya que no es sencillo lograr hacer un estallido con esas características.
“Un desertor (del Ejército) o un especialista que puede ser militar o civil, la gente que trabaja en minas también tendría esos conocimientos para manipular cierto tipo de explosivos. Habría que ver si es un explosivo plástico, esos detalles que no han sacado a la luz, como para no caer en especulaciones”, explica.
Considera que el acto de violencia visto en Salamanca revela la brutalidad del crimen organizado en una época con muchos relatos, algunos casi de apología.
“Es novedoso pero ya no inédito, y parte de la tragedia social es que hemos naturalizado todos estos hechos nos acostumbramos a la violencia, entonces en vez de condenarla luego se contribuye incluso a desprestigiar a las víctimas”, considera.
El doctor Edgar Morín considera que será muy difícil la detención de los implicados, sobre todo por la falta de un procedimiento serio en el resguardo de la escena del crimen en Salamanca.
Al ser una ciudad estratégica para el paso de drogas y con presencia histórica de grupos criminales, la tarea que ahora corresponde atender son las acciones de los grupos criminales que operan preferentemente donde saben que tendrán impunidad.
“Ni siquiera estoy seguro que (las autoridades) hayan caído en la cuenta de la gravedad de este problema. Podrían hacer más de lo que están haciendo, si es que están haciendo algo”, afirma.
Protocolo a seguir para evitar casos como en Salamanca
En la administración pública federal existe un protocolo para la recepción de regalos por parte de desconocidos.
Los objetos que se entregan en las áreas de recepción son enviados al Sistema de Administración y Enajenación de Bienes, ello genera un procedimiento que queda inscrito en un acta.
Por ejemplo, el 13 de diciembre de 2018, la entonces secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, recibió una caja con supuestos obsequios de un mensajero que decía ser enviado por la Embajada de los Estados Unidos en México.
De acuerdo con información pública, ese obsequio así como un portaescritorio enviado por la Universidad de Estudios de Posgrado en Derecho fueron enviados al Servicio de Administración y Enajenación de Bienes (SAE).
Asimismo, al SAE son enviados postres, artesanías y otras cajas cuyo contenido se desconoce, incluso arcones con botellas de champaña y otras bebidas de lujo para verificar que ningún producto esté diseñado o contenga materiales que puedan afectar a un servidor público.