Delincuentes amparados por el anonimato se han dedicado a sembrar terror entre la sociedad. Los daños psicológicos por las extorsiones pueden llevar a las víctimas a vivir con inseguridad, miedo y a necesitar de un círculo de apoyo que les permita retomar sus actividades cotidianas sin temor.
En contraparte, en el mismo periodo de tiempo, los robos o asaltos disminuyeron de 6 mil 899 a 6 mil 582 por cada 100 mil habitantes.
Lo anterior se debió a que los delincuentes se exponen menos al llamar por teléfono o enviar mensajes de texto para delinquir que presentarse físicamente.
Especialistas señalan que es necesario que tanto las autoridades como la ciudadanía reconozcan el problema de las extorsiones para combatirlas con más peso y establecer protocolos que reduzcan el número de víctimas.
La voz de las víctimas de extorsiones
Del otro lado de la línea una voz se presenta como el teniente Antonio Fuerte Corona, dice trabajar para la Agencia 50 del Ministerio Público Federal y al mismo tiempo para el Cártel Jalisco Nueva Generación. Su modo de solicitar dinero a cambio de protección es intimidar a su víctima diciéndole que la protege de un supuesto ataque, pero requiere de recursos económicos.
“Yo no le hablo para intimidarlo, ni para alarmarlo, yo vengo a arreglar tres puntos muy importantes para usted: entregarle todos los documentos con los cuales seguí y ubiqué a cada miembro de su familia y un video para que sepa quién es la persona que pretendía hacerle daño a usted y su familia. Recuerde que siempre tras un secuestro o una agresión de esta naturaleza quien está involucrado es un familiar o una persona muy allegada a la víctima, y esta no es la excepción.
“Si yo llego a un arreglo con usted por la vía pacífica y le entrego estos documentos, le voy a pedir que una vez revise esta documentación la queme, para que no se vea involucrado ni con mi cártel ni con las ejecuciones que vamos a realizar”, sentencia el extorsionador.
Al hablar sobre el siguiente punto, el supuesto teniente asegura que se comunica desde un vehículo blindado.
“Vamos a levantar a esta persona que busca hacerle daño y a dos ministeriales que pretenden protegerla. Yo les voy a quitar la vida porque en esta organización quien miente, engaña o habla de más paga con la vida”, y sentencia: “¿a usted le gustaría pagarme con su vida o con la de alguien de su familia?”.
Para amedrentar, el extorsionador señala que de hacer pública esta conversación puede significar un alto riesgo.
Por último, solicita una aportación económica por la supuesta investigación.
“Esto es una prueba de vida, quiero ver que a pesar de desembolsar unos cuantos centavos se mantiene con la boca cerrada, cuando menos hasta el día en que se darán a conocer las ejecuciones que se llevarán a cabo.
“Mis gastos son excesivos porque traigo a 22 elementos, seis camionetas, el arrastre de las armas, la renta de las casas de seguridad, todo cuesta dinero. Yo no le estoy cobrando, quiero ver un gesto amable de su parte hacia mi organización, quiero ver que no nos traiciona para ver que seguimos siendo amigos”.
El extorsionador, al hacer énfasis en que pertenece al crimen organizado, asegura que es necesario hacer un gasto por la vía pacífica.
“En un funeral podría gastar mínimo 20 mil pesos. La vida no retoña, no se da en macetas”. Y asegura que al no recibir alguna oferta económica pasaría a la violencia.
Rogelio, Marco y Karla son nombres ficticios de víctimas de extorsiones, recibieron una llamada similar a la del supuesto teniente Antonio Fuerte Corona. Los tres coinciden en que les “da pena” exponer su caso por haber caído en algo que consideran “tan tonto”.
“Me dijeron que mis jefes estaban en un problema legal y necesitaban disponer de una cantidad para que no clausuraran el negocio donde trabajo, que había unos problemas con unos permisos”, relata Rogelio, quien dispuso de 10 mil pesos que había en la caja en el momento de la llamada.
Todo fue mentira, sus jefes alcanzaron a contactarlo cuando estaba a punto de entrar a una tienda de conveniencia para realizar el depósito. La llamada era de un número privado.
A Marco le llamaron diciendo que una de sus hijas estaba secuestrada, le exigían dinero para liberarla, incluso una voz al otro lado del teléfono aseguraba ser la menor. No recuerda el número, solo señala que hizo dos depósitos por cinco mil pesos cada uno.
Por su parte, Karla recibió una llamada diciendo que un primo suyo necesitaba ayuda para “pasar unos dólares en el aeropuerto”, lo cual no se le hizo raro, pues tiene familiares que viven en Estados Unidos. El monto que depositó, sin dar más detalles, también fue por 10 mil pesos.
Desde vergüenza hasta aislamiento, las consecuencias
El psicólogo clínico Israel Galicia García considera que las consecuencias por ser víctima de extorsión pueden provocar inseguridad y trastornos.
Al tratarse de un delito que se refugia en el anonimato, el especialista afirma que “la mente lo que va a hacer es darle un rostro de maldad, entonces no sabemos a qué nos enfrentamos y esto acrecienta la ansiedad”.
Explica que el organismo reacciona a lo que la mente manda, pero como entra la emoción del miedo se desatan sustancias químicas en el cerebro que en automático bloquean lo que utilizamos como razón o lógica, y es por eso que mucha gente cae en las extorsiones.
Para evitar los estragos, asegura que la prevención es vital. Si la víctima se enganchó a la llamada y no pudo colgar, sugiere fingir desconocimiento del tema o que no hay buena recepción de la señal, “nunca decirle al delincuente que se le va a denunciar, simplemente fingir que no se escucha bien, colgar y denunciar”.
Por último, señala que la red de apoyo es fundamental para sobrellevar un caso de extorsión, pues la víctima lo primero que debe saber es que no está sola.
“La red de apoyo son familiares o amistades cercanas. También se necesita una atención psicológica, incluso médica por si es necesario algún ansiolítico para controlar las reacciones secundarias”.
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