Los semáforos en verde le pueden salir caros a la sociedad mexicana. Una salida masiva y el regreso del comercio, los niños en las escuelas y toda la actividad que conlleva, incluso con las medidas de sana distancia, podría incidir en el incremento de casos de Covid-19.
De acuerdo con epidemiólogos, esto ocurrió en Israel y Europa, en donde al retomar algunas actividades los datos presentaron un incremento o “pico” cuando la pandemia parecía que estaba controlada y que iba de salida.
Las cifras de México indican que de seguir igual, será relativamente fácil llegar a 100 mil decesos en este año, actualmente son casi 77 mil personas las que han fallecido en todo el territorio nacional, de acuerdo con las estadísticas nacionales.
Aunque los niños no han manifestado tener tantas complicaciones con el COVID-19, suelen ser fuertes transmisores del virus.
A esto hay que agregar que comenzó la temporada invernal y los médicos tienen que valorar que “todo es COVID-19 hasta que no se demuestre lo contrario”, pero carecen de herramientas en los hospitales.
Para el epidemiólogo Eduardo García, es necesario informar de qué se tratan los semáforos epidemiológicos y así intentar quitar la creencia colectiva de que con el color verde instituido es posible salir a la calle como antes o hacer reuniones sociales.
El cambio a color verde en estados como Campeche, tiene que ver principalmente con la apertura de comercios, que aunque no son esenciales pueden abrir con el sentido estricto de que no se afecte tanto la economía nacional, pero esta apertura tiene que ser con sumo cuidado y guardando la sana distancia, aunque no sea garantía para no contraer el virus.
“Es para reactivar la economía, pero eso no quiere decir que ya no va a haber contagios, que ya no va a haber muertes y, al contrario, creo que se está afectando porque cuando ven el color rojo creen que está muy grave el asunto, color naranja se tranquilizan, amarillo piensan que ya casi salimos y la gente lo que está haciendo es salir, creyendo que no hay peligro de un contagio y no están utilizando las medidas básicas para evitar que incrementen los casos”, refiere.
Critica que es notorio el aumento en días recientes de las salidas familiares y la apertura de algunos bares. En estos casos, no hay manera de garantizar que no vayan a haber contagios de COVID-19.
“Que abran ciertos comercios incrementa el riesgo. En los bares y antros, aunque abran cuando aparentemente ya hay disminución de casos, no quiere decir que el virus ya se fue. Lo que va a provocar es que aumente nuevamente el contagio y al momento de que haya gente enferma incrementa la posibilidad de más defunciones”, expresa el médico.
Eduardo García explica que no existen antros que tengan condiciones para evitar un contagio y la gente, por esta razón, tiene que apelar al sentido común y aguantar otro tiempo más antes de volver a sus actividades sociales.
“Se ha demostrado que el virus SARS-CoV-2 tiene la capacidad de transmitirse a través del aire. No quiere decir que llegas a un lugar y automáticamente respiras el virus, pero sí puede durar unos minutos en el aire y que alguien más lo respire, si no trae obviamente el cubrebocas”, sentencia.
La problemática se acentúa en los lugares en los que el aire acondicionado distribuye la ventilación en los sitios encerrados. Es por esta razón que en los lugares al aire libre es más fácil librarse de contraer el virus que produce el COVID-19.
Los niños, el factor de riesgo del Covid-19
Aunque los niños no han manifestado tener tantas complicaciones con la enfermedad COVID-19, su carácter inquieto los lleva a ser fuertes transmisores del virus, por ello existe el riesgo de que con un regreso a clases se puedan elevar las cifras de infectados.
“Podemos volver a semáforo amarillo y hasta rojo en ciertos lugares (tras un regreso a clases) porque obviamente muchos niños no han tenido contacto a lo mejor con el virus, algunos sí, quizás se contagiaron pero pudieron no llegar a presentar síntomas, pero hay una población de niños que no se ha contagiado y que al momento en que los integras a un salón de clases el contagio puede ser exponencial.
“Es posible que algunos colegios particulares ofrezcan estructuras de acrílico y espacios amplios para poder albergar a los estudiantes, pero por la forma de actuar propia de su edad ello no garantiza su seguridad.
“Un niño puede contagiar a los demás niños y cada uno se va a llevar y puede llegar a contagiar a 2.5 personas dentro de su hogar si no es que ya se contagiaron. Ahí empiezan lo que son las cadenas de transmisión”, explica el epidemiólogo.
El experto indica que entre mayor población esté en riesgo de contagio al salir a la calle es más probable que haya un pico en las estadísticas. Afirma que no se puede hablar de un “rebrote” porque aún no se ha controlado la pandemia, por ello es mejor definir como “pico” el incremento en las estadísticas.
“Los niños, dependiendo de su edad y como sea su aspecto conductual, es complicado que tengan el cubrebocas, a lo mejor de unos seis u ocho años hacia arriba comprenden más y es más fácil que lo traigan, pero preescolar y primero de primaria sería muy complicado”, explica.