Estrés a la boca: alimentación, salud mental y pandemia

La pandemia y el encierro que vino con ella han ocasionado un desequilibrio en la manera en que comemos; los expertos señalan que hay que tener conciencia de la alimentación, en especial en los menores de edad, para sortear este periodo y evitar daños físicos y mentales más severos
Julio Ramírez Julio Ramírez Publicado el
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El encierro cambió nuestra forma de alimentación y está afectando nuestra salud mental.

La comida es parte fundamental de nuestra vida diaria y con el encierro provocado por la pandemia de COVID-19 las personas están más irritables; en parte esto se puede combatir con alimentación, aunque no es el único aspecto que incide en nuestro estado de ánimo.

Hace unos días la gimnasta estadounidense Simone Biles dejó los Juegos Olímpicos de Tokio por cuidar su salud mental. Este es un tema que afecta a todas las personas que han resentido el encierro, ya que se han privado de reuniones, fiestas y de salir a la calle con la misma regularidad y la misma libertad de antes de que llegara el virus SARS-CoV-2.

De acuerdo con la nutrióloga Lourdes Silva, licenciada en nutrición por la UAM y maestra en ciencias de la salud por la UPAEP, es muy importante revisar las emociones con las que ingerimos nuestro alimento y estar conscientes de éstas.

“La salud mental incide en la forma en que nos alimentamos y la pandemia nos ha llevado a situaciones extremas emocionales, en las cuales nos ha puesto a prueba a los seres humanos y muchas veces se refleja en la forma en la que comemos. Nos va a dejar esta pandemia una factura muy alta en el tema de alimentación y de salud”
Lourdes SilvaLicenciada en nutrición por la UAM y maestra en ciencias de la salud por la UPAEP

Los especialistas llaman a revisar muy bien la información en Internet y, antes de iniciar una dieta, es importante consultar a los profesionales de la salud como nutriólogos y médicos.

“Yo sigo algunas cuentas de nutriólogos que la verdad son muy buenos y que dan buenos consejos, pero no son tan seguidos como las cuentas de muchos influencers que, sin tener el más mínimo conocimiento, los siguen y hacen lo que les recomiendan en promesas casi mágicas. Es decir, si te tomas el agua de limón en ayunas vas a bajar de peso, esa es una cuestión mágica, eso no tiene ningún sentido”, explica la experta.

En este punto coincide con Alberto Bricio, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Colima, quien afirma que hay que tener mucho cuidado con la desinformación que circula en Internet, ya que es necesario consultar a los profesionales.

“Si desean tener apoyo en específico de su salud y alimentación, no dudar en consultarlo e intentar tener el apoyo, ya sea en la parte pública o en la parte privada, pero hay que acercarse a los profesionales de la salud porque la desinformación es un problema muy grave que sigue sucediendo y es una de las formas en que cualquier persona puede atenderlo”, explica.

Por su parte, la nutrióloga Ana Sofía Guerra, profesora de la Escuela de Medicina y Ciencias del Tec de Monterrey, asegura que otro factor que incide en la conducta alimenticia es la observación en redes sociales en Internet de una idea de cuerpos “perfectos”, que en realidad no existen.

“La gente que ya tenía un trastorno de la conducta alimentaria, que tal vez ya estaba controlado, vemos que están recayendo por el encierro, el estrés, y también se ha visto un aumento exponencial en el uso de redes sociales, que también eso afecta sobre todo al tema de la adolescencia, de la imagen corporal, imágenes con filtros, los cuerpos ‘perfectos’”, explica la especialista.

Los tres expertos coincidieron en el Foro de Bienestar organizado por este medio y el Laboratorio de Datos contra la Obesidad en el que se tocó el tema de los trastornos alimenticios y la salud mental en esta pandemia.

Emociones en la alimentación

La nutrióloga Lourdes Silva afirma que es importante identificar las emociones que sentimos al comer y no calificar a los alimentos como “buenos” o “malos”, ya que todos tienen algo que aportar a nuestro organismo y lo importante es comer de manera variada.

“No es lo mismo comer una bola de helado que se disfruta a comerme por castigo un litro de helado. Las personas que sacan del refrigerador el helado y se lo comen, se lo comen enojadas. No se lo comen contentas. No lo están disfrutando. Ahí tienen mucho que ver los sentimientos que le estamos poniendo a los alimentos”, explica.

Es común que algunas personas se sientan frustradas por retos que no han logrado en la vida y ante ello consumen alimentos como el chocolate, que los hace sentir bien de manera momentánea.

“No lo disfrutan. Las personas que comen con esa voracidad no están disfrutando los alimentos, están sufriendo. Es como un castigo. Se están castigando a sí mismas porque algo no salió bien en la vida. No salió bien que el vestido no les quedó, no les fue bien en la escuela y sacaron malas calificaciones, se pelearon con el novio o los chicos con la novia, y entonces se están castigando”, expone.

Es importante que las personas comiencen a cambiar sus hábitos de alimentación y no pongan más pretextos como que no tienen tiempo. El encierro de la pandemia ha venido a demostrar que ahora que estamos en casa hay gente que ni así logra alimentarse de manera más saludable y prefiere pedir comida a través de aplicaciones móviles.

Un punto fundamental es encontrar espacios físicos y de tiempo para hacer deporte y mantener el cuerpo fuerte y sano

“En realidad ahora a lo que nos estamos enfrentando las personas es que son los hábitos los que nos tienen así, no es que sean las circunstancias, la vida, las posibilidades me ponen en esta situación, sino que de por sí tengo hábitos que no son adecuados y son cosas que tengo que trabajar. La conciencia de que siempre he comido mal porque así soy, no es por culpa de nadie, primero hay que ser consciente de eso y, sí, buscar ayuda, ayuda profesional”, expresa.

Un punto muy importante es encontrar espacios físicos y de tiempo para hacer deporte.

“Antes la gente por lo menos caminaba a la parada del camión o tomaba el coche y lo dejaba y caminaba a su oficina. Mínimo hacían esos desplazamientos y ahora no. Mucha gente que trabaja en casa no se mueve, y eso pasa ahorita con los adolescentes, con los niños, con la gente que está tomando clases”, expone.

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