https://youtu.be/IhRtEouYeT8
Hubo un tiempo no muy lejano que las estrellas de televisión eran los tipos buenos. Esos héroes –con máscara o sin ella- que arriesgaban su vida para salvar a la humanidad del Mal.
Su atracción era irresistible.
Pero la televisión nunca fue la misma desde que Tony Soprano apareció en la pantalla chica allá por 1999 y provocó que todo lo que entendíamos como moral, ética y valores se viniera abajo.
¿Cómo era posible que nos encariñáramos con un gánster que se la pasaba asesinando a sangre fría incluso hasta sus familiares?
Tony Soprano fue el primero, pero luego llegó Ómar en “The Wire”, Heisenberg en “Breaking Bad”, Aurelio Casillas en “El Señor de los Cielos” y ahora Pablo Escobar en “Narcos”.
Las narcoseries tomaron como plaza la televisión y todos nos enganchamos.
El líder del Cártel de Sinaloa, Joaquín Guzmán “El Chapo”, ya viene en camino con su propia serie a estrenarse en el servicio de streaming.
Anunciada solamente como “El Chapo” en mayo pasado en un avance de video de poco más de un minuto, se dejó claro que el programa será producido por Univisión y estará disponible en 2017 bajo la plataforma en línea de Netflix.
Se desconoce quién interpretará al narcotraficante mexicano.
“En el cine y la televisión creo que están recuperando una larga tradición de la composición de letras para ser cantadas y también de la literatura en donde el antihéroe produce mucha fascinación en diversos públicos, no hay innovación, se está retomando una larga tradición”, dice Víctor Zúñiga, doctor en sociología por la Universidad de París VIII.
El académico aclara que el antihéroe tiene valores reconocidos por la sociedad y reprobados por las instituciones legítimas, lo que le da aprobación a quienes aprecian la ficción.
“Muchos de los grandes capos del narcotráfico poseían carismas particulares. El carisma tiene la función –según Max Weber– de producir la atracción de la sociedad o una parte de la sociedad por su carácter extraordinario, entonces muchos de estos personajes son muy carismáticos, desde Al Capone hasta –no hay que decirlo mucho en público pero– el Chapo Guzmán. El carisma produce fascinación”.
Frases como “Arre”, “¿Plata o plomo?” o “La hora gris”, se han vuelto íconos de la sociedad moderna que se prende de los personajes inspirados en historias de la vida real, el escenario común se vuelve la codicia por el negocio negro de estupefacientes.
Hoy el género de acción, drama y policiaco se combinan para dar origen a un nuevo tipo de producto audiovisual.
Así como los narcocorridos, ahora existen las narcoseries y narcopelículas, que están en boga desde hace un lustro.
Pero además también están personalidades que han cimbrado la vida social en América Latina y del mundo, manteniendo el termómetro ambivalente ante sus acciones y creencias políticas.
Amado Carrillo, Pablo Escobar y Joaquín Guzmán Loera “El Chapo”, son solo algunos de los hombres que están llegando tanto a la pantalla grande como casera y que cambiaron la manera de hacer negocios con el narcotráfico, crear terrorismo y comandar una nación.
¿Acaso los narcotraficantes, terroristas y líderes políticos son los nuevos héroes de acción del siglo XXI?
El sociólogo Víctor Zúñiga apunta al imaginario norestense con el bandido ficticio “El Viejo Paulino”, protagonista del corrido del mismo nombre que hiciera la dupla Luis y Julián Garza. En el tema, el forajido siembra mariguana en el Cerro de la Silla y mata a los federales que van tras él.
“El personaje del corrido es todo lo que estamos diciendo, y la gente cuando lo canta no siente ningún empacho moral al contrario, celebra que mata a los federales (…) hay un aspecto liberador, es una identificación simbólica, porque no quiere decir que la gente va a agarrar el cuerno de chivo, aunque hay quienes sí lo hacen”, expuso.
Moura: ‘Hay mucho de Wagner en Escobar’
Antes de estrenar la segunda temporada de “Narcos” que dará fin a la carrera del crimen de Pablo Escobar en Colombia, el brasileño Wagner Moura conversó con Reporte Indigo acerca de su interpretación del capo sudamericano, quien refirió que su personificación es una mezcla entre lo que leyó de Escobar y lo que él aportó como actor.
“Para mí este Pablo Escobar, es una mezcla del Pablo Escobar que yo estudié, el Pablo Escobar real que yo aprendí en los libros y que estudié (…) igual mis propias emociones, los actores no inventan una emoción que no esté dentro de ellos. No sé decirte qué tanto, hay mucho de mí mismo, de Wagner en este Pablo que está ahí”, comentó.
Para Moura la derrota de Escobar siempre estuvo en la mira desde que inició “Narcos” por lo que para él fue raro lidiar con este duelo desde el inicio de la serie.
“Cuando empecé en ‘Narcos’ yo sabía que iba a contar una historia de un personaje que empezaba e iba, iba, iba hasta que un día iba a morir, entonces cuando terminamos la primera temporada para mí fue como un break para luego volver y hacer el segundo acto, como de una obra”, dijo.
Al cuestionar a Moura, de si hubiese conocido al verdadero Escobar en vida, que le hubiera gustado conversar con él, se mostró pensativo aunque después junto con el actor Pedro Pascal –quien encarna al agente de la DEA Javier Peña– rompieron el hielo entre bromas en torno al narcotraficante.
“¿Cómo peinas ese bigote? (risas) ¿Me da un poquito de plata? No se de verdad que le hubiera dicho”, puntualizó.
El éxito por los cielos
“¡Arre!” es la palabra de pacto que Aurelio Casillas usa para indicar una afirmativa en la telenovela “El señor de los cielos”, misma que está inspirada en la vida de Amado Carrillo Fuentes, a quien se le conocía de manera homónima.
Desde 2013, el drama producido por Telemundo tiene una amplia aceptación en el público hispanoamericano de Estados Unidos y Latinoamérica. Actualmente en su cuarta temporada, el serial también realizado por Argos Comunicación va por más capítulos a futuro.
Distinto a lo que se podría suponer, “El señor de los cielos” es un éxito entre el público varonil, que sigue de cerca los negocios turbios de Casillas, interpretado por el actor Rafael Amaya.
Ante la fama sembrada por la realización de Telemundo y Argos, se decidió producir “Señora Acero” un año después, y aunque la telenovela no está basada en ninguna matrona del narco, el estelar lo llevó Blanca Soto durante dos temporadas personificando a Sara Aguilar Bermúdez, quien queda viuda de Vicente Acero y toma las riendas paulatinamente del imperio del crimen organizado que dejó su marido.
Actualmente “Señora Acero” se transmite en más de 15 países en el Continente Americano, y tras haber arrancado en julio su tercera temporada titulada “La Coyote” ha cambiado el giro de su trama, ya que ahora se enfoca en Vicenta Acero, la hija ilegítima de Vicente Acero quien se dedica a resguardar y pasar a los mojados en la frontera de “la migra”.
De la novela, hacia al sur
Al ritmo de “Contrabando y traición”, entre el acordeón de botones y la letra que dice “Salieron de San Isidro, procedentes de Tijuana traían las llantas del carro repletas de hierba mala” de la agrupación Los Tigres del Norte, las líneas del español Arturo Pérez-Reverte brotaron para escribir el relato de Teresa Mendoza, quien tras la muerte de su novio, huye a España desde donde inicia una
nueva vida que se empieza a entremezclar con negocios turbios de contrabando.
“La Reina del Sur”, novela publicada en 2002, fue el primer esfuerzo de Telemundo para incursionar en el rubro de dramas realizados con mayor producción, por lo que se le invirtió un presupuesto de 10 millones de dólares, siendo en su momento la más cara producida por la compañía estadounidense de habla en español.
Los 63 episodios tuvieron tal notoriedad que este 2016 se estrenó una primera temporada en inglés para el público anglosajón por la cadena USA Network, además de que Kate del Castillo, –protagonista de la telenovela original– afirmó en entrevista con Diane Sawyer que Joaquín “El Chapo” Guzmán, tenía una fijación con el personaje de Teresa.
“No pienso que fue necesariamente de mí, Kate del Castillo, de quien estaba enamorado…creo que él estaba enamorado de Teresa Mendoza”, esclareció en marzo pasado.
Pérez-Reverte tuvo comentarios favorables hacia la adaptación del 2011, mismos que publicó en Twitter una vez terminada la emisión en España, la cual al ser recortada de 63 capítulos a ocho descalificó totalmente.
“En ese sentido, La Reina en versión completa, americana, es un culebrón perfecto”, declaró en la red.
Los cárteles según Hollywood
Estados Unidos se ha subido al tema del narcotráfico con su propio estilo de producción, trayendo cintas tanto de corte independiente como también las que son inyectadas con altos millones de por medio y repartos estelares bajo el mando de cineastas consagrados.
“Sicario: tierra de nadie” (2015) es el ejemplo de cómo se comercializó el fenómeno del narcotráfico con un presupuesto modesto de 30 millones de dólares (mdd).
La película “Maten al mensajero” (2014), que narra la historia del periodista Gary Webb, quien destapó la cloaca detrás de la red de corrupción de cómo la CIA importaba cocaína a los Estados
Unidos para financiar la guerrilla en Nicaragua durante el gobierno de Ronald Reagan, apenas se financió con 5 mdd, mismos que no lograron recuperarse en taquilla.
El cineasta Oliver Stone también dio su visión del narco con “Salvajes” en 2012, basada en el libro homónimo de Don Winslow. Contó con las actuaciones de Benicio del Toro y John Travolta, además de talentos nacionales como Salma Hayek, Demián Bichir, Joaquín Cosío y Sandra Echeverría.
Y Ridley Scott no se quedó atrás y produjo y dirigió “El abogado del crimen”. El guión fue escrito por el ganador del Premio Pulitzer de Ficción Cormac McCarthy.
Mercadeando con la violencia
Gerardo Villadelángel cree que la historia de un capo se cuenta sólo con la versión policiaca.
El morbo por conocer la vida de Escobar, la exacerbada manera de estar en situación con “El señor de los cielos” y el fantasear con el mundo del crimen organizado, son un producto más para la industria audiovisual que se aprovecha del fenómeno de la inmediatez.
“Yo pienso que no hay una intención y creo que está muy bien, no es un reclamo, a mí me parece que está muy bien y cumple una función, sobre todo de entretenimiento, pero pienso que el tratamiento de la violencia (…) tiene que ser muy exigente, y para ello requiere tiempo”, aclara Gerardo Villadelángel, coordinador del proyecto de investigación “El Libro Rojo”, que documenta los sucesos criminales de México desde el siglo XIX.
Aunque ha visto las narcoseries y está inmerso en su narrativa, Villadelángel cree que hay un sesgo en su intención, ya que para contar la historia de un capo sólo se cuenta con la versión policiaca, más no hay otras miradas que documenten los casos.
“Estas leyendas y estos episodios legendarios por los que han transitado cada uno de los avatares de los personajes del narcotráfico de las últimas décadas han sido escritas y han sido boletinadas, por decirlo de alguna manera, desde la narrativa de lo policiaco y no nos consta que sea cierto eso”, comentó.
Tras estas fallas de investigación en el modelo audiovisual, Villadelángel invita al análisis a profundidad de la violencia más allá de lo que ofrecen estas series y películas producidas al vapor.
“Yo no estoy diciendo que estos ejercicios se eliminen, que estén ahí, que cumplan su función, pero sí creo que quien puede tomarse esas exigencias debe de abordarlas, debe de tomar distancia, de guardar un silencio para de alguna manera no trivializar lo que está ocurriendo con la violencia cada día”, dijo.