Estrategias fallidas y pobres resultados

En enero de 2001, al inicio del gobierno de Vicente Fox, el primer gobierno democrático de México, Joaquín “El Chapo” Guzmán se escapó de prisión con la complicidad de funcionarios públicos. 

Durante el gobierno de Felipe Calderón (2006-2012), dedicado a la guerra contra los cárteles de la droga, “El Chapo” fortaleció su imperio y se consolidó como el mayor narcotraficante del mundo. 

Roberto Zepeda y Jonathan D. Rosen Roberto Zepeda y Jonathan D. Rosen Publicado el
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Paradójicamente, la aprehensión del mayor capo del narcotráfico podría generar efectos perniciosos

En enero de 2001, al inicio del gobierno de Vicente Fox, el primer gobierno democrático de México, Joaquín “El Chapo” Guzmán se escapó de prisión con la complicidad de funcionarios públicos. 

Durante el gobierno de Felipe Calderón (2006-2012), dedicado a la guerra contra los cárteles de la droga, “El Chapo” fortaleció su imperio y se consolidó como el mayor narcotraficante del mundo. 

Como ya se sabe, el 21 de febrero de 2014, la administración de Enrique Peña Nieto logró la recaptura del poderoso líder del Cártel de Sinaloa, 13 años después de su fuga, adjudicándose una victoria en su estrategia de combate al crimen organizado ante la comunidad internacional. 

La detención de “El Chapo” Guzmán ha sido el golpe más contundente contra el narcotráfico en México en varias décadas; solo comparable al arresto de los líderes fundadores del Cártel de Sinaloa: Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca Carrillo “Don Neto”, capturados en 1986 después del asesinato del agente encubierto de la DEA (la agencia anti-drogas de los Estados Unidos), Enrique “Kiki” Camarena Salazar. 

También podría ser tan importante como la captura  del líder más influyente de Cártel de Sinaloa: Miguel Ángel Félix Gallardo, conocido como “El Padrino”, capturado en 1989, y   del jefe del Cártel del Golfo, Juan García Ábrego en 1996, y la muerte enigmática de “El señor de los cielos”, Amado Carrillo Fuentes, en 1997. 

Incluso, la magnitud de la detención de Guzmán Loera se equipara con la ejecución en Colombia del líder del Cártel de Medellín, Pablo Escobar Gaviria, en 1993. 

Todos estos líderes de cárteles del narcotráfico reunieron poder y dinero para dominar el tráfico de drogas.

No obstante, la captura de los narcotraficantes más renombrados no ha erradicado el tráfico de drogas ni ha acabado con las organizaciones criminales. 

Los resultados derivados de la captura de los capos de las drogas son limitados, ya que los liderazgos al interior de los cárteles se han renovado rápidamente, algunas veces mediante luchas violentas. 

Sin embargo, el tráfico de drogas ha permanecido constante; el consumo y la demanda de las mismas ha aumentado, y las drogas que se ofrecen en las calles son más puras y baratas. Es decir, la captura de los narcotraficantes significa una victoria limitada, pero al final del día los problemas que engloba el narcotráfico siguen vigentes. 

En síntesis, la estrategia de los gobiernos solo genera victorias limitadas a la renovación de las élites del crimen organizado, salpicando de violencia a una sociedad que cada vez más,  vive en un ambiente de inseguridad.

La estrategia general de combate al narcotráfico y crimen organizado ha fallado. 

La lección colombiana y EU, corresponsable  

Es pertinente observar y aprender de las lecciones de la guerra contra las drogas en otros países, particularmente en Colombia. 

Con el apoyo de Washington, Colombia implementó una estrategia dirigida a capturar a los líderes de los cárteles de la droga, conocida como kingpin strategy. 

La lógica de esta estrategia es que los cárteles del narcotráfico, al igual que una serpiente sin cabeza, no pueden sobrevivir sin sus líderes. 

Crandall (Driven By Drugs: U.S. Policy Toward Colombia, 2002) observa que esta estrategia no ha solucionado el problema del tráfico de drogas ilícitas, pero ha propiciado la fragmentación de los cárteles en decenas de pequeñas organizaciones (se estima que actualmente hay alrededor de 300 “cartelitos” en Colombia) que son más difíciles de combatir por las fuerzas del Estado; además, la violencia se ha incrementado para ocupar los vacíos de poder dejados por las grandes organizaciones criminales.

En 1993 el gobierno de Colombia, con el apoyo de los Estados Unidos, aniquiló al líder del Cártel de Medellín, Pablo Escobar. Muchos expertos pensaron que el narcotráfico y la violencia disminuirían. 

No obstante, la violencia continuó, ya que los cárteles buscaban controlar “las plazas”, así como la producción y tráfico de drogas.

La kingpin strategy no ha funcionado por varias razones. Primero, después de la captura de los capos de la droga, otros criminales van a buscar ocupar el liderazgo, desencadenando mayor violencia al interior de estos grupos.

Segundo, la captura de un líder va a debilitar a su organización, creando un vacío de poder que tendrá que ser ocupado por alguna organización criminal, generando luchas entre cárteles rivales. 

Por último, se ha demostrado que esta estrategia no resuelve el problema, debido a que los cárteles van a seguir produciendo y traficando drogas ilícitas siempre que exista una demanda por las mismas. 

En este sentido, Estados Unidos como país consumidor, tienen una corresponsabilidad en el problema del narcotráfico y debe fortalecer la cooperación regional con los países involucrados en la producción y tránsito de tales drogas.

En México, fragmentados 

México ha  experimentado una fragmentación de los cárteles como consecuencia del descabezamiento de los mismo, una pieza fundamental de la estrategia de los gobiernos en México para combatir el narcotráfico. 

En 2014, México tiene al menos 14 cárteles de la droga, pero al inicio del sexenio de Calderón solo existían seis. 

La situación empeoró porque aumentaron las luchas violentas entre cárteles por el control de las plazas. Por ello, durante el sexenio de Calderón se dieron alrededor de 70 mil narco-ejecuciones, 90 por ciento como resultado de luchas entre cárteles.  

En este sentido, la captura de “El Chapo Guzmán” es una victoria limitada para México; la realidad es que la seguridad no va a mejorar y la violencia puede aumentar de manera significativa, ya que los cárteles van a luchar por el control de las plazas que deja vacías Guzmán y se van a dar más batallas al interior del Cártel de Sinaloa por su liderazgo. 

La misma situación ocurrió en Colombia después de la muerte de Pablo Escobar.

Poder en 50 países y el futuro probable

Catalogado como el criminal más buscado por la DEA, “El Chapo” Guzmán encabezaba al momento de su captura, junto con Ismael “El Mayo” Zambada y Juan José Esparragoza “El Azul”, el Cártel de Sinaloa, la organización criminal más importante de México y una de las principales a nivel global, que genera ganancias anuales por más de 3 mil millones de dólares. 

Este cártel controla el tráfico de cocaína, heroína, mariguana y metanfetaminas hacia Estados Unidos, el principal país consumidor de enervantes en el mundo. 

Algunas drogas, principalmente la cocaína, provienen de la región andina (Colombia, Perú y Bolivia); otras drogas como la heroína y la mariguana son producidas en algunas regiones de México para ser introducidas a la Unión Americana. 

El Cártel de Sinaloa es la organización principal en estos procesos de producción y tráfico de drogas.

Guzmán es el narcotraficante más importante del mundo; su fortuna personal está valuada en alrededor de 1 mil millones de dólares. 

Forbes también destaca que “El Chapo” Guzmán era responsable del trasiego de 25 por ciento de las drogas que entran a Estados Unidos vía México. Reportes recientes, publicados en un rotativo inglés The Telegraph, (15/01/2014), señalan que el Cártel de Sinaloa opera en al menos 17 estados de México y cuenta con células de distribución en todas las regiones de Estados Unidos. 

También opera en Centro y Sudamérica; algunos expertos le atribuyen al Cártel de Sinaloa presencia en algunos países Europeos, en Australia, y más recientemente en Asia.

Al ser el líder de la organización criminal más importante en México y con presencia en más de 50 países, El Chapo Guzmán controlaba gran parte del tráfico de drogas que fluía por México y el mundo. 

Por ello, la captura de este capo no solo altera radicalmente el mapa de Sudamérica para llegar a los Estados Unidos, también afecta las redes de distribución de drogas ilícitas en la esfera global. 

Por si fuera poco, la detención de Guzmán desencadena la reconfiguración del control territorial de los cárteles de la droga en México. 

Gran parte de esta nueva reconfiguración será violenta y tanto la lucha interna por el liderazgo del Cártel de Sinaloa como la lucha entre los diversos cárteles de la droga por aprovechar la debilidad de cártel de Sinaloa y arrebatarle el control de algunos estados, será cruenta y violenta.

Paradójicamente, la aprehensión del mayor capo del narcotráfico podría generar efectos perniciosos. Se distinguen al menos tres escenarios. 

Primer escenario: Que en unos cuantos meses el liderazgo del cártel de Sinaloa lo asuma, sin mayores sobresaltos, Ismael “El Mayo” Zambada, sin modificaciones notables en su estructura y funcionamiento. 

Segundo escenario: Que la renovación del liderazgo resulte en pugnas entre las células al interior del cártel en disputa por el control de territorios y algunas fases de la producción y trasiego de drogas, lo que traerá mayor violencia en los estados bajo su influencia. 

Tercer escenario: Que los cárteles del narcotráfico rivales al cártel de Sinaloa, como Los Zetas, Los Beltrán Leyva, El Cártel de Juárez, y Los Caballeros Templarios, por mencionar los más relevantes, intenten apoderarse del control territorial en algunos estados actualmente bajo control del Cártel de Sinaloa. 

En los últimos dos escenarios, los estados más propensos a la violencia por estas pugnas son los estados del Pacifico, norte y noroeste del país. El número de narco-ejecuciones se mantendría al alza.

De cualquier manera, es evidente que la captura del Chapo Guzmán debilita de manera significativa al principal cártel del narcotráfico en México. 

Por otra parte, beneficia a cárteles rivales como Los Zetas, el segundo cártel más poderoso en México y también el más violento en el país, que opera en la región noreste y del Golfo, así como en Centroamérica. 

Al extinguirse la supremacía del Cártel de Sinaloa, y al expandirse las perspectivas de Los Zetas, se presenta un escenario proclive a mayores niveles de violencia y actividades criminales. 

Además del tráfico de drogas, los Zetas se dedican al tráfico de migrantes, extorsión, y tráfico humano; actividades criminales que pueden entrar en ascenso en los próximos meses.

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