Este escuadrón está de ¡Guau!
El escuadrón perruno de la Procuraduría General de la República (PGR) que opera en todo el país tiene 34 elementos caninos. La mayoría –26 efectivos perrunos– es especialista en el hallazgo de droga; cinco están adiestrados para buscar restos humanos y tres pueden ubicar explosivos.
Indigo Staff
El escuadrón perruno de la Procuraduría General de la República (PGR) que opera en todo el país tiene 34 elementos caninos. La mayoría –26 efectivos perrunos– es especialista en el hallazgo de droga; cinco están adiestrados para buscar restos humanos y tres pueden ubicar explosivos.
El trabajo de estos 34 canes es asistir a los agentes de la PGR en las diferentes tareas que realizan.
La edad promedio de los elementos de la PGR de cuatro patas es de seis años y cuatro meses. El perro más longevo tiene 11 años, es un Pastor belga malinois cuya asignación es encontrar droga. El más joven es un Cobrador de Labrador de un año y medio de edad que sabe identificar restos humanos.
Para todos, su jubilación llega cuando alcanzan los ocho o nueve años de edad.
Más fosas clandestinas
De acuerdo con el último reporte entregado por la PGR al Senado de la República, en el país se han encontrado al menos 201 fosas clandestinas en por lo menos 16 estados del país.
Según el Observatorio Nacional Ciudadano, en lo que va de este sexenio se ha incrementado el número de hallazgos de fosas clandestinas, sobre todo en Guerrero, tras la desaparición de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa.
De acuerdo con los datos de la dependencia, el 2011 es el año con más cuerpos hallados en fosas, con 207 en 26 sitios distintos.
Perros de rastreo
El escuadrón canino de la PGR es utilizado para colaborar con las autoridades federales en diferentes labores de búsqueda y rastreo.
Pero para poder trabajar con estos agentes, los entrenadores los adiestran para que desarrollen su sentido del olfato con pseudoaromas, productos químicos identificados como “cadaverina” y “putresina”, así como con una sustancia que les permiten localizar cuerpos sumergidos en el agua, sobre todo los perros adiestrados para rastrear cadáveres.
A los canes asignados de narcóticos se les entrena con sustancias químicas con un olor similar a los diferentes tipos de droga que buscan.
Para ellos, su trabajo es un juego y reciben un premio cuando encuentran aquello que los agentes los
ponen a buscar con ayuda de su agudo olfato.
La PGR también cuenta con perros especializados en detectar explosivos, pero sólo trabajan bajo llamado de emergencia.
Amor y respeto por los perros
Otra de las actividades que realizan los cuerpos policiacos en el país, es el recate y cuidado animal, como lo que hizo la Secretaría de Seguridad Pública capitalina en meses pasados.
Elementos pertenecientes a la Brigada de Vigilancia Animal (BVA), rescataron a un perro tipo criollo que era utilizado en peleas clandestinas.
Según el reporte de la autoridad, los policías de esta brigada recibieron un reporte telefónico sobre un perro que deambulaba sobre la calles de la delegación Xochimilco, por lo que los uniformados se acercaron para rescatar al animal, que presentaba lesiones en cara y cuerpo.
El perro fue revisado por expertos veterinarios y detectaron que el can estaba deshidratado y desnutrido.
Presuntamente el perro participaba en peleas y fue desechado por su dueño. Después de los cuidados necesarios, el can fue ingresado al programa de adopción o apadrinamiento de mascotas, además se le dio adistramiento para que mejorara su convivencia con las personas.
El terror de los narcos
En el escuadrón canino de la PGR hay un adorable Poodle, que se encarga de detectar narcóticos para el trabajo de la dependencia.
Según expertos en este tipo de mascotas, los perros Poodle son muy activos y listos. De hecho, son considerados una de las razas de perros más inteligentes, por lo que se hace más fácil su entrenamiento.
Este can popularizado en Francia es denominado “perro de aguas”, por ser resistente al agua y adaptarse a los terrenos fangosos.
Además se ha estudiado que durante la Edad Media y hasta la época del Renacimiento, la agilidad propia de su raza lo destinó a la caza de aves natatorias, como patos, cisnes o gansos.