Además de lo que sucede con el ajolote y las especies vegetales endémicas del lago de Xochimilco, las especies invasoras exóticas casi cobran la existencia de una de las plantas más emblemáticas de México: el nopal.
Al respecto, la gerente de investigación del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA), Anaid Velasco, recuerda cómo fue que se presentó y logró mitigarse, aunque no extinguirse, esta plaga.
En México existen 107 especies de nopales nativos, cuya permanencia se encuentra amenazada por la llamada “palomilla del nopal”, un insecto llegado desde Sudamérica que se asentó, principalmente, en la frontera sur del país y el Caribe.
Además de su importancia vegetal, los nopales forman parte de la dieta básica del mexicano, especialmente en el centro de México.
De acuerdo con el biólogo Juan Enrique Foroni Agnelli, investigador del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien estudia la interacción entre la palomilla y los nopales en el Laboratorio de Interacciones Planta-Animal, el recorrido de la especie invasora de Sudamérica al Caribe se debe a la intervención humana.
Foroni menciona que esta especie tiene un alto potencial de consumir nopales mexicanos, tanto los que se usan con fines comerciales como las especies nativas.
Por su parte, Velasco menciona que fue precisamente a principios de los años 2000 que la palomilla del nopal llegó y atacó.
“A inicios de los 2000, durante la temporada de huracanes que hubo en el Caribe, se presentaron más fenómenos de lo normal, llegó esta palomilla y atacó cientos de las especies de nopales.
De acuerdo con la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), el consumo per cápita de este producto es de 6.4 kilogramos, mientras que su participación en la producción de hortalizas corresponde a 5.1 por ciento del total nacional.
El Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) detalla que en 2019 se produjeron un total de 891 mil 821 toneladas de nopal.
Aunque la llegada de esta plaga logró mitigarse en el país a través de la aplicación de insecticidas y el retiro de elementos que ayudan a su proliferación, la amenaza permanece latente, lo que representa un alto riesgo para la seguridad fitosanitaria de México.
Como medida para evitar la movilidad de especies invasoras, tanto Anaid Velasco como Mariajulia Martínez, señalan que es prioritario fortalecer los mecanismos de control, comenzando por la protección de cada uno de los ecosistemas presentes en México y continuando con las acciones para combatir de manera eficiente el cambio climático.
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