Escala la inconformidad
Los actos de protesta de los damnificados de los sismos de septiembre que no han recibido lo prometido por el gobierno ya comienzan a surgir en distintas partes del país; son los afectados que aún piden a gritos lonas, apoyos económicos y una autoridad que vele por ellos
Ernesto SantillánLa desmemoria otra vez se apodera de los mexicanos y sus gobernantes. Las intensas ganas de ayudar comienzan a diluirse mientras la normalidad una vez más se apodera del día a día.
Ver edificios agrietados y a personas damnificadas por el sismo haciendo colas eternas para recibir un apoyo ya no es novedad. La voz de quienes lo perdieron todo comienza a perderse en un abismo de desesperanza.
Después del sismo del 85 aún hay personas que no se pudieron recuperar de la tragedia y cuyo hogar, desde entonces, se convirtió en una avenida, en un bajo puente, en una banqueta.
Pero antes de que esto vuelva a suceder con las damnificados de los más recientes sismos, muy probablemente se escucharán sus voces de reclamo mientras bloquean calles, avenidas y carreteras y, entonces, los que alguna vez fueron vistos como víctimas podrían ser vistos como una amenaza.
Las primeras voces
A 27 días del sismo del 19 de septiembre los actos de protesta de los damnificados que no han recibido lo prometido por el gobierno ya comienzan a surgir en distintas partes del país.
En la Ciudad de México, donde cerca de 8 mil 405 inmuebles quedaron dañados, habitantes de la colonia Santa Cruz Atoyac, ubicada en la delegación Benito Juárez, bloquearon el pasado 4 de octubre la Avenida Universidad en ambos sentidos.
Junto con ellos también llegaron afectados de otras delegaciones, como Iztapalapa e Iztacalco, para hacer escuchar sus exigencias frente de la Secretaría de Obras y Servicios y pedir que se les otorgue el apoyo a la renta por 3 mil pesos que ofreció el gobierno.
En el portal web que habilitó el gobierno de la Ciudad de México para dar a conocer los planes de apoyo y los mecanismos mediante los cuales se llevará a cabo la reconstrucción de la capital del país, se informa que el presupuesto asignado para los apoyos a la renta son de aproximadamente 100 millones de pesos y se les otorgará a los damnificados por un periodo de hasta 3 meses.
Otro de los temas en donde las autoridades se han visto rebasadas es en el otorgamiento de dictámenes de los inmuebles que se encuentran dañados.
Ante la incertidumbre, en regiones como el Estado de México, específicamente en el municipio de Ecatepec, varios pobladores han realizado manifestaciones para exigir que se les informe de manera certera y rápida el estado de sus viviendas, escuelas y negocios.
Uno de los casos más sonados fue el bloqueo durante más de dos horas que realizaron los padres de familia de la escuela Melchor Ocampo, quienes argumentaban que el colegio al que asisten sus hijos resultó afectado desde el sismo del 7 de septiembre, daños que se agravaron el 19 del mismo mes y que a más de tres semanas del primer evento nadie había ido a atender sus peticiones.
En Oaxaca, específicamente en la zona de Juchitán de Zaragoza, una de las regiones más pobres del país y más afectadas por los sismos, los habitantes se vieron obligados a cerrar la carretera transístmica con dirección a la Ventosa para demandar apoyo de lonas.
La tragedia que viven los istmeños no se limita a los sismos de septiembre donde muchos perdieron sus casas. A los oaxaqueños literalmente les llueve sobre mojado, ya que los huracanes que han azotado diversas regiones del país les han acertado el golpe final.
Lo que se avecina
La falta de recursos y de personal para atender las regiones del país que resultaron dañadas están provocando un sentimiento de inconformidad y enojo entre las personas que resultaron afectadas por los recientes desastres naturales.
De no atenderse sus necesidades, tarde o temprano explotarán en forma de protestas y manifestaciones.
Los casos hasta ahora registrados son únicamente la punta del iceberg de una problemática que se sigue incubando a lo largo del territorio mexicano y que por lo general terminan por converger en las principales avenidas de la capital del país.
Cuando esto suceda, a las pasarelas de manifestantes que suelen usar Paseo de la Reforma, H. Congreso de la Unión, Insurgentes o cualquier otra de las arterias principales de la Ciudad de México, ahora se sumarán los grupos de damnificados que quedaron en el olvido con la única esperanza de no quedar durante años en el desamparo, como pasó con cientos después del sismo del 85.
En la delegación Tláhuac, cuyas calles quedaron partidas por la mitad y el riesgo de socavones es cada vez mayor, grupos ciudadanos ya comienzan a organizarse para salir a marchar con el fin de que sus peticiones se cumplan.
“Aquí en Tláhuac ya mandamos el grupal y hasta el momento tenemos confirmadas a cerca de 300 personas listas para salir a manifestarse. Lo que nosotros queremos es que vengan geólogos certificados para que nos digan cómo quedaron las condiciones del subsuelo en la delegación.
“Sabemos que por aquí pasa una falla geológica y vemos que muchas casas y avenidas se están hundiendo. Los riesgos de socavones son cada vez más inminentes y nadie nos dice nada. Ahora resulta que estamos clasificados como una zona roja, cuando en un principio el delegado Rigoberto Salgado había dicho que las afectaciones no habían sido graves. Estamos sumidos en la incertidumbre y queremos respuestas”, explica Susana Balbuena, una de las organizadoras en la delegación.
De no atender las necesidades de la población, veremos a grupos de civiles organizados con gritos de protesta por las diversas avenidas de la ciudad, desquiciando el tráfico y a la ciudadanía. Damnificados que aún piden a gritos lonas, apoyos económicos y una autoridad que vele por ellos y sus necesidades.