Por primera vez en mucho tiempo “los locales” le ganaron a “los visitantes” en la edición de la Feria Internacional del Libro Monterrey 2012.
Una “profecía” de Alfonso Reyes hecha realidad, en la que los autores regiomontanos tuvieron una participación destacada en esta edición de la FIL, encabezados, entre otros, por Gisela Leal.
Esto según la analogía de Felipe Montes, quien compartió mesa junto a Antonio Navalón y la autora de “El club de los abandonados”.
Gisela Leal nació en Cadereyta, Nuevo León, y creció con las influencias narrativas de Scott Fitzgerald y José Saramago.
Ávida lectora desde niña, interrumpió este hábito en la adolescencia y con ello, apareció el ruido de las ideas dispersas en la mente.
Ese ruido se transformó en las páginas que hoy conforman la novela protagonizada por Roberto y Camilo, dos jóvenes de la clase alta que gozan de los placeres efímeros, instantáneos pero vacíos.
La trama captura gran parte de la modernidad y posmodernidad, de la relación de los jóvenes ante la vida, ante la autoridad.
“Es un libro con mucha furia, pero sin ningún odio”, dice Antonio Navalón, quien asegura que “El Club de los Abandonados” es una de las 10 mejores novelas que ha leído en los últimos 10 años.
Después de leerla, Navalón confiesa que ha sido “la única autora que he querido conocer”.
El camino de Gisela y “El Club” no fue sencillo pero sí en tiempo: mandó sus escritos al concurso del Premio Alfaguara. Obstáculos para cualquier debutante en la actualidad.
La pluma de la regiomontana se encargaría de abrirle paso.
Una pluma que se aventuró a publicar una trama sencilla, pero con una perspectiva y técnica audaz, un tanto juguetona.
Gisela no critica tajantemente el comportamiento de sus personajes, reflejo de la sociedad actual, sino propone al lector una justificación de su comportamiento, una manera de entender y no formular prejuicios.
La novela es protagonizada por Roberto y Camilo, dos jóvenes de la clase alta que gozan de los placeres efímeros.
Roberto y Camilo buscan su identidad, posicionarse en el mundo, se cuestionan la vida y su trascendencia como toda persona lo hace durante la adolescencia.
También se apoderan de ellos, las cadenas de familias disfuncionales, el poder y la decadencia que genera el derroche monetario, las drogas y el resultado de las actividades hedonistas puras.
Al final de la presentación la misma Gisela Leal resumió brevemente el objetivo de su libro: sirvió para “encontrar respuestas a preguntas que ni siquiera tenía formuladas”.