En el año 2019, la Ciudad de México y la Zona Metropolitana del Valle de México vivieron la peor crisis de contaminación ambiental de la que se tiene registro tras una concentración inédita de partículas suspendidas, lo que orilló a los gobiernos metropolitanos a tomar medidas extraordinarias, y cuyas secuelas en la salud de los ciudadanos aún no se han dimensionado.
Para este 2020, con la llegada anticipada del calor, la contingencia ambiental está latente y especialistas consideran que las medidas preventivas, a pesar de la experiencia del año pasado, no han sido suficientes.
La contingencia sanitaria por el Covid-19, que ha provocado que se paralicen las actividades normales, añade un elemento a esta ecuación, cuyas implicaciones aún no quedan claras.
Por un lado, la disminución de las actividades cotidianas como el comercio y la reducción de vehículos en las calles se traduce en menos emisiones contaminantes.
Sin embargo, hasta la semana pasada, la actividad en el Valle de México no tuvo una reducción significativa.
En este escenario, sin una disminución real de partículas contaminantes, los síntomas del coronavirus se podrían agravar entre la población.
Lo cierto es que los gobiernos de la Zona Metropolitana, sobre todo la capital del país, tienen ante sí a uno de los mayores retos frente a la posibilidad de que las dos contingencias puedan tener un periodo simultáneo.
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Contaminación incide en repunte de virus
Una buena calidad del aire es necesaria para evitar la propagación del Covid-19 y las medidas de resguardo domiciliario son positivas para lograrlo, afirma Jorge Macías, exfuncionario de la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe) y experto en política pública ambiental.
Si no existe una continuidad en las políticas públicas y la contaminación atmosférica aumenta, el Covid-19 repuntará, asegura Macías, quien indica que la mala calidad del aire hace que las infecciones respiratorias entre la población de la Zona Metropolitana del Valle de México sean más frecuentes.
En el caso de un virus como el Covid-19, que afecta principalmente el sistema respiratorio, duplica las probabilidades de contagio. Explica que cuando hay mala calidad del aire en la ciudad por ozono, la composición química de este gas provoca que las personas inhalen dos partículas de oxígeno, lo que irrita las vías respiratorias.
En consecuencia, si el Covid-19 se junta con una alta concentración de ozono, se duplican las posibilidades de contagio.
Una muestra científica de lo que menciona Macías es la investigación “Contaminación del aire y letalidad del SARS en la República Popular de China: un estudio ecológico”, elaborada por la institución internacional Biomedical Central (BMC).
El estudio toma como muestra la crisis del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS, por sus siglas en inglés) en China durante el 2002 y el 2003. Aunque, cabe destacar que este padecimiento es una cepa diferente del coronavirus, tienen en común que afectan directamente al sistema respiratorio.
La investigación de la BMC demostró que en las regiones menos contaminadas de China la tasa de mortalidad por el SARS fue menor y en las áreas urbanas se duplicó por la mala calidad del aire.
BMC explica que la tasa de mortalidad por la enfermedad en la provincia de Guandong (Cantón) fue de solo el 3 por ciento de los casos, mientras que en Beijing, el 96 por ciento de las personas que se infectaron fallecieron.
Por lo tanto, se deben tomar medidas para evitar que la contaminación repunte de manera drástica tras la contingencia por el COVID-19.
De acuerdo con Stephan Brodziak, coordinador de la campaña de Calidad del Aire de El Poder del Consumidor, en tres meses del año se incrementa la radiación en el Valle de México –de marzo a mayo–, por lo que probablemente tengamos, además de la alerta sanitaria, una contingencia ambiental.
“Por cómo se está propagando el virus, tampoco es improbable que lleguemos a tener un episodio de una contingencia con medidas más restrictivas para la movilidad derivadas del virus porque esto apenas está creciendo.
El especialista recuerda que el transporte es solo una de las causas de la contaminación, que se agudiza con el incremento de la radiación solar.
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Otros casos
La desafortunada convivencia entre las dos contingencias no es exclusiva para la Ciudad de México.
‘Transporte público, la clave’
En la capital circulan 398 mil 674 vehículos de transporte público –entre microbuses y autobuses– que son parte de la problemática de la contaminación en la Ciudad de México, de acuerdo con el Inventario de Emisiones 2016 de la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema) de la CDMX.
En total, de dicha cifra, 384 mil 655 funcionan con diésel, combustible emisor de partículas finas PM 10 y PM 2.5, causantes de enfermedades respiratorias.
De acuerdo con el Plan de Reducción de Emisiones del Gobierno de la capital, presentado en junio de 2019, el transporte público y de carga pesada contribuyen con el 50 por ciento del total de las emisiones de dichos contaminantes.
Ante esto, Héctor Rivero, académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y especialista en temas de calidad del aire, afirma que las afectaciones por partículas finas se reducirán al disminuir la demanda de transporte público conforme avance la contingencia por COVID-19. Sin embargo, el experto aclara que habrá un rebote al término de la emergencia.
Para evitar esto, informa que una medida urgente es que Petróleos Mexicanos (Pemex) tenga la capacidad de abastecer a todo el país de diésel Ultra Bajo en Azufre (UBA) para que las automotrices puedan cumplir la NOM-44 de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) que indica que a partir de diciembre de 2020 todos los vehículos se deben fabricar con tecnologías de bajas emisiones como la Euro V.
El problema es que actualmente Pemex no puede abastecer a todo el país con diésel UBA y la Comisión Reguladora de Energía le dio una prórroga a las automotrices para que se aplique la norma hasta 2024.
Por otra parte, Adrián Fernández, fundador de Iniciativa Climática y expresidente del Instituto Nacional de Ecología, asevera que la contingencia por Covid-19 muestra que es posible reducir el número de viajes en la capital y la polución de manera definitiva.
Explica que una de las medidas para evitar contagios del virus es el trabajo en casa, el cual ayuda a disminuir el tránsito en la capital y puede seguirse aplicando una vez concluida la emergencia sanitaria.
Esto reducirá el número de viajes en automóviles y la demanda de transporte público, lo que evitará un repunte en la contaminación.
“Es posible continuar trabajando desde casa y esta contingencia es una lección de que sí funciona”, señala el experto ambientalista.
Además, considera que una reducción de contaminantes se podría lograr si se promueve la adquisición de automóviles compactos o de alto rendimiento.
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Repensar las políticas ambientales
La contingencia por Covid-19 y una posible reducción de los contaminantes en el aire es una oportunidad para repensar las políticas ambientales, considera Alessandra Rojo de la Vega, diputada local y promotora de iniciativas como la eliminación de los plásticos de un solo uso.
“Otras industrias también han parado y se reducen las emisiones en la atmósfera. Naturalmente habrá mejoría, bastante visible en la calidad del aire, esto ha sucedido en otras ciudades como Wuhan, China, donde podemos ver imágenes de cómo se ve el cielo mucho más limpio y en los canales de Venecia, Italia, que se limpiaron e incluso los delfines se han acercado”, explica.
La legisladora del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) señala que el Covid-19 es consecuencia de la explotación de la naturaleza por el hombre y una muestra de que se debe tomar conciencia al respecto.
Una de las hipótesis del origen del virus (cuya razón del brote no se ha determinado) es que se traspasó de un animal a un humano en el Mercado de Wuhan, en donde prevalecían malas condiciones sanitarias.
Además, Rojo de la Vega indica que una reducción de contaminantes en la calidad del aire por la contingencia debe impulsar acciones por parte de las autoridades para mantener bajos los índices de polución.
“Toca hacer este gran esfuerzo para regresar un poco de lo mucho que nos ha dado la naturaleza”, señala.
Considera que, para disminuir las emisiones, se tienen que reforzar las capacidades de inspección y de vigilancia del cumplimiento de la normatividad vigente en materia de emisiones de fuentes móviles y fijas
La diputada dice que se deben generar programas de apoyo para la conversión tecnológica en las industrias (tanto la automotriz como en las demás), a fin de que sean más eficientes y amigables con el medio ambiente.
De acuerdo con el Inventario de Emisiones 2016 de la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema), los 2.3 millones de automóviles que circulan a diario en la capital usan combustibles fósiles, responsables de emitir cuatro toneladas de dióxido de carbono al año.
Y por último, menciona Rojo de la Vega, se deben fortalecer la educación ambiental y la conciencia de la ciudadanía en el cuidado del planeta.
“La suma de pequeños esfuerzos individuales es lo que generará mayores impactos colectivos”, apunta.