Encuentra su camino

El miedo la paralizó. Marcela no podía levantar la cabeza ni la mirada, mucho menos estrechar la mano que le tendía aquel hombre que fuera su gran amor y al mismo tiempo, el padrote profesional que vendió su cuerpo.

¿Por qué me hiciste esto?, apenas alcanzó a decir. Su voz fue casi un susurro.  

En cambio la voz de Pedro que aunque no era fuerte la estremeció: “Perdóname, en ese entonces nunca te miré como persona solo veía en ti todo el dinero que me podías aportar”, le dijo aquél hombre que lloraba desde el interior de la cárcel. 

Icela Lagunas Icela Lagunas Publicado el
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http://youtu.be/_RmwjbmyWfA http://youtu.be/Dl4yjtPg8ZE

"Sinceramente me impactó, me deslumbró todo a su alrededor, su amabilidad, su casa enorme, casi un castillo. Me dije wow de familia”
http://youtu.be/rSA2rk565wE
"Aunque sentía odio por él. Ya lo perdoné, ya no me afecta pero sí tiene que pagar por todo el daño que me hizo”
MarcelaVictima de trata
http://youtu.be/SstiKRA3TmE

El miedo la paralizó. Marcela no podía levantar la cabeza ni la mirada, mucho menos estrechar la mano que le tendía aquel hombre que fuera su gran amor y al mismo tiempo, el padrote profesional que vendió su cuerpo.

¿Por qué me hiciste esto?, apenas alcanzó a decir. Su voz fue casi un susurro.  

En cambio la voz de Pedro que aunque no era fuerte la estremeció: “Perdóname, en ese entonces nunca te miré como persona solo veía en ti todo el dinero que me podías aportar”, le dijo aquél hombre que lloraba desde el interior de la cárcel. 

El mismo hombre que la envolvió con sus promesas de casarse y luego la hizo víctima del crudo negocio de trata de personas.

A casi cuatro años de que fue rescatada en un operativo policiaco en febrero de 2010, Marcela acudió al Reclusorio Sur del Distrito Federal para enfrentar a quien fuera su cruel “padrote” y así cerrar un ciclo. 

Quería escuchar de voz de Pedro; por qué la engañó, por qué le arrancó sus ilusiones de adolescente para arrojarla al mundo de la explotación sexual.

Se había prometido hacerle mil preguntas pero cuando lo tuvo cara a cara sus antiguos miedos resurgieron por un momento y le hicieron recordar aquellos días cuando él, quien se decía su novio, casi esposo, la obligó a pararse con tremendo escote y zapatos de tacón en el populoso barrio de La Merced, zona centro de la ciudad de México.

En ese entonces ella era menor de edad. Había dejado apenas los 16 cuando enfrentó la embestida de acostarse con más de treinta hombres desconocidos al día para generar dinero a Pedro, el hombre que la enamoró en Acayucan, Veracruz y con engaños la llevó a Puebla, según para casarse.

Luego la trajo al Distrito Federal con la ayuda de un hermano y su cuñada, le ordenaron cómo vestirse, la incomunicaron para que no tuviera contacto con sus familiares y de paso, le dijeron cuánto cobrar a cada uno de los clientes que atendería.

Hoy Pedro sigue en prisión con una condena de más de doce años. 

Marcela, apoyada por la Fundación Camino a Casa que preside Rosi Orozco, inició un doloroso proceso de recuperación y hoy es una estudiante brillante de derecho en una de las universidades privadas más prestigiadas en la materia.

Quiere, como abogada, ayudar a niñas y jóvenes que ingenuamente caen en las redes de padrotes profesionales, como Pedro, que salen de cacería a provincia.

“Aunque sentía odio por él. Ya lo perdoné, ya no me afecta pero sí tiene que pagar por todo el daño que me hizo no solo a mí, porque simultáneamente explotaba a otras”, reflexiona.

Años después, cara a cara en el Reclusorio Sur de la ciudad de México, Marcela finalmente se empoderó, estrechó la mano de quien fuera al mismo tiempo su amor y su lenón para no volver a verlo nunca.

De cacería por Veracruz

Pedro era un “padrote” profesional. Su negocio: engatusar a mujeres adolescentes a quienes salía a buscar a los pueblos de la República Mexicana, principalmente al sur.

Una tarde de “cacería” encontró a Marcela en la  plaza central de Acayucan, muy cerca del palacio municipal. Ella estaba con una amiga y él se hacía acompañar de uno de sus socios.

Abordaron a las dos menores con el pretexto de preguntarle de algún lugar al que pudieran salir a divertirse por la noche. Les invitaron agua y un helado. Estaban de paso, según les dijeron.

“Qué bonita eres”, le soltó Pedro a Marcela. Así inició su plan para engancharla.

Desde el primer día, Pedro le pidió su número de celular y la dejó marcharse con sus amigas. Al cabo de una semana ella recibió un mensaje breve. “Qué haciendo”.

Se portó, según lo describe la propia Marcela, lindo caballeroso, atento. “Y así me fue conquistando”. 

En ella encontró al perfil de víctima idóneo. Joven, casi niña, a quien escuchaba por largas horas al teléfono quejarse del abandono de su padre, de la incomprensión de su madre y de lo mucho que la afectaba la separación de ambos.

Por teléfono la hizo su novia y para la Navidad del 2009, Pedro se dijo profundamente enamorado de Marcela a quien comenzó a manifestarle sus intenciones de formalizar la relación para casarse.

Fue en ese diciembre que la llamó para invitarla a su casa en Puebla con el pretexto de que celebraría su cumpleaños en grande y aprovecharía la ocasión para presentarle a toda su familia, principalmente a sus padres y hermanos.

En casa de Marcela su madre, padrastro y su abuela le negaron el permiso para viajar hasta Puebla con un desconocido. De nada sirvió, se fue con él a la brava.

La mansión y el convertible

Cuando fue por ella a Veracruz, Pedro manejaba un ostentoso vehículo deportivo convertible en el que la llevó hasta Puebla.

Ahí Marcela recibió otra señal de que Pedro y su familia exhibían una riqueza inexplicable: una casa lujosa, tres pisos, salas de billar, enormes espacios.

Él la presentó como su futura esposa y todos en aquella casa fueron en extremo amables con la extraña a quien alojaron en una de las múltiples habitaciones.

“Sinceramente me impactó, me deslumbró todo a su alrededor, su amabilidad, su casa enorme, casi un castillo. Me dije wow de familia”.

Al cabo de tres días ella regresó a su casa y contó a su familia que los planes para casarse con Pedro seguían en pie.  

Como parte de un plan maestro los padres de su novio lo acompañaron hasta Veracruz para hablar con la mamá y la abuela de Marcela y así afinar los detalles de lo que sería la boda.

El entusiasmo de Marcela y la presión de Pedro la orillaron a trasladarse a vivir con él a Puebla para desde ahí organizar juntos todos los detalles de lo que sería la gran fiesta.

Ya en Puebla, lo que parecía una historia rosa con final feliz presentó un cambio repentino y brusco. Aquel hombre le prohibió salir de la casa sin su permiso, le quitó el teléfono celular e intempestivamente se declaró en bancarrota.

Entonces le propuso a ella que le ayudara a trabajar. ¿Trabajarías en un table?, le soltó una tarde. 

Al cabo de unos días, le dijo que trabajaría de acompañante. Ilusamente, la joven que recién cumplió los 17 años aceptó sin conocer bien los alcances de aquel termino. ¿A quién acompañaría?, ¿a dónde los acompañaría?.

El plan del padrote profesional marchaba de acuerdo a sus propios tiempos. Viajó con ella, un hermano y cuñada hasta el Distrito Federal donde la obligó a pararse en una esquina de La Merced y vender su cuerpo.

De nada sirvieron las súplicas y el llanto. Jazmín la cuñada de Pedro fue la maestra que la llevó de la mano para que supiera qué vestir, cuánto cobrar y hasta cómo poner un condón.

‘Carne fresca’

Cuando una mujer se exhibe en la calle para vender su cuerpo, las demás y los clientes las bautizan como “carne fresca” que jala hombres a montones.

La menor de 17 años resultó altamente redituable para su padrote. En un solo día tenía ganancias de hasta 5 mil pesos. Más de treinta hombres se disputaban su cuerpo a diario.

“Vamos a ganar mucho dinero”, le dijo Pedro sonriente luego de terminar la primera jornada. 

Sin embargo, el negocio de explotarla se vino abajo intempestivamente cuando un operativo de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), que entonces encabezaba Miguel Ángel Mancera como procurador, desmanteló una red de lenones que operaba el hotel Universo de La Merced, hoy clausurado.

Marcela junto con un grupo de aproximadamente cincuenta mujeres fue rescatada. En esa acción policiaca Pedro y otros quince hombres fueron detenidos y posteriormente procesados por el delito de trata de personas.

Ese día Marcela finalmente fue libre y a partir de ahí comenzó un difícil proceso de recuperación en el que dio un paso que pocas están dispuestas a cumplir; el de perdonar a quien antes fue su verdugo.

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