En México aún son pocas las mujeres que deciden, de manera libre y consciente, ejercer solas la maternidad.
Según datos del INEGI, alrededor del 30 por ciento de los hogares monoparentales están a cargo de una mujer, que no necesariamente decidió ser jefa de familia por convicción, afirmó Andrea Kenya Sánchez Zepeda, académica de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Los divorcios, separaciones, fallas en la comunicación de las parejas adolescentes para exigir el uso de un método anticonceptivo, o padres que no asumen su responsabilidad, son algunas de las causas más comunes por las que se vive la maternidad en soltería.
“Se enfrentan a una inequidad salarial y de tiempo, pues debido a sus responsabilidades les queda poco espacio para ellas mismas y para convivir con sus hijos”, indicó.
Muchas son proveedoras, y la mayoría de las veces no sólo absorben los gastos personales y de sus hijos, sino también de sus padres, y al ser objeto de inequidad salarial tienen dos o tres empleos para cubrir sus compromisos económicos.
Además, suelen enfrentarse a la discriminación, pues ante la sociedad siguen teniendo un estereotipo negativo. “Muchos piensan cosas como: ‘por algo es madre soltera’, ‘por algo no tiene pareja’… las culpabilizan de su situación y las cuestionan por las condiciones en que viven la maternidad”, resaltó Sánchez Zepeda.
En estas circunstancias, son ellas las que asumen la responsabilidad económica del padre y la madre; en cuanto al soporte social, si bien es cierta la necesidad de su presencia en la crianza para el sano desarrollo psicológico y socio-afectivo de los hijos, regularmente cuentan con redes de apoyo familiar (padres o hermanos) que suplen las figuras materna y paterna.
La decisión de ser madres solteras, prosiguió la universitaria, depende de muchas circunstancias vinculadas con historias de vida y familiares. “No siempre obedece a una elección libre y consciente”. No obstante, quienes juegan este rol por convicción son mujeres que perciben su papel más allá de lo establecido por una sociedad conservadora; por lo general tienen preparación académica y ocupan sitios importantes en el mercado laboral.
“Antes el destino de este género era ser esposas y madres, y desde esa perspectiva no era necesario procurarles una instrucción escolar; sin embargo, esa idea ha sido rebasada y en muchos sectores se ha repensado su rol dentro de la sociedad. Hay una mayor conciencia sobre sus derechos y esto incluye el ejercicio de su sexualidad”.
Desde este enfoque, cuando una mujer resuelve ser madre o no serlo, su determinación tiene que ver con la posibilidad de decidir sobre su cuerpo, concluyó.