El último bastión nazi de Monterrey, esta es la historia

Otto Guido Moebius fue uno de los actores principales, hijo de la familia dueña de la empresa Apolo, utilizada como centro de espionaje, hoy el hotel Mansión Villarreal
Alejandro del Toro García Alejandro del Toro García Publicado el
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Es difícil en estos días creer que en el centro de Monterrey, justo en el sótano de lo que hoy es un hotel, en la década de los 40 era el centro de operaciones de espionaje del gobierno nazi de Adolf Hitler.

Para esa época las fábricas Apolo, ubicadas en la avenida Pino Suárez y Carlos Salazar, en el centro de Monterrey, eran un negocio importante y conocido en la Sultana del Norte donde se elaboraban productos medicinales, velas, entre otros.

Los fundadores eran una importante familia alemana que llegó a la Sultana del Norte a mitad del siglo XIX, uno de los actores principales de esta historia fue Otto Guido Moebius, quien nació en Monterrey el 24 de marzo de 1906; él fue uno de los hijos de la familia propietaria de la empresa Apolo.

Otto realizó sus estudios en Alemania y regresó a Monterrey para el año de 1929, a su regreso continuaría con la actividad familiar en los almacenes Apolo la cual a la fecha ya era una importante empresa en la ciudad.

Cuando el joven regresó de 23 años, procedente de Alemania, sus ideas eran distintas a la mayoría de las personas que habitaban en Monterrey, sus pensamientos estaban centrados en las promesas de una raza aria y de grandeza del führer Adolf Hitler.

Otto, el joven regio-alemán, decidió que la fachada perfecta para emprender trabajos de espionaje a favor del Tercer Reich podría ser su empresa. Juan Alberto Cedillo, quien es escritor del libro Los Nazis en México, apoya esta versión.

“Ésta fábrica, ésta construcción, fue epicentro de actividades por parte de este joven empresario, en la cual se realizaba la distribución de propaganda a favor de Adolf Hitler para todo México, desde ese lugar era tan solo una de las cosas que se hacían ahí”, mencionó.

Los sótanos de la fábrica fueron diseñados para que ahí se pudieran llevar a cabo trabajos de contrabando, espionaje e incluso reclutamiento de simpatizantes.

En el edificio había instalada una estación de radio con una gran antena que emitía información, muchas veces en clave, sobre movimientos estratégicos del Ejército estadounidense en la frontera vecina del estado de Texas.

“Aprovecharon el potencial que tenía la gran antena de radio y la estación con la que contaban, la antena que está instalada en el techo del edificio, con ese poderoso radio de onda larga se mandaba información estratégica a Berlín sobre los movimientos militares y navales de los Estados Unidos”, aseguró el periodista y escritor Juan Alberto Cedillo.

Otto Guido Moebius fue uno de los operadores nazis más importantes de Latinoamérica; a principios de 1942, el Departamento de Investigaciones Políticas y Sociales (DIPS) de la Secretaría de Gobernación clausuró dicha radiodifusora y ejecutó una orden de captura contra Otto Moebius, a quien había señalado como un “nazifascista reconocido” y peligroso.

En julio de ese mismo año fue aprehendido por agentes del DIPS y conducido al campo de concentración y estación migratoria de Perote, en Veracruz, bajo los cargos de propagandista nazi y colaborador de agentes en la frontera norte.

Chipinque, zona de entrenamiento de la guerrilla

Entre los años de 1939 y 1942, los parajes de la Meseta de Chipinque, en el municipio de San Pedro Garza García, funcionaron como campos de entrenamiento paramilitar para un grupo de simpatizantes y radicales pronazis apostado en la Sultana del Norte.

Según Juan Alberto Cedillo, el grupo “guerrillero” estaba conformado por alrededor de 150 hombres, quienes recibían entrenamiento en los bosques de Chipinque por agentes de la Gestapo infiltrados en nuestro país, cuya intención era perpetrar misiones de sabotaje en EUA, particularmente en Texas, aprovechando lo endeble de la frontera con México.

Al día de hoy el bastión de operaciones sigue en el mismo sitio, debajo de lo que hoy es el hotel “Mansión Villarreal”, pero ahora está en el olvido y pocos son los que han podido recorrer sus pasillos y cuartos.

En cuanto a Otto Guido Moebius, vivió en Monterrey hasta sus últimos días, murió a los 84 años en el mes de octubre de 1990.

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