Durante el tiempo que estuvo en la residencia de ginecología, Erika Ramírez nunca tuvo tiempo para comer, sus horarios eran extremos y no había enseñanza ni supervisión de sus superiores.
Estas fueron algunas de las razones por las que decidió renunciar a su especialidad médica, una de las metas más difíciles de lograr para cualquier persona egresada de la carrera de medicina.
“El motivo por el que yo principalmente renuncié a la residencia fue creo que la injusticia, en cuanto al servicio se me hacía que había un trato inhumano, los horarios son, eran, muy extremos. Por ejemplo, yo tenía que entrar todos los días a las 3 o 4 de la mañana, y normalmente uno sale después de su turno a las 4 o 5 de la tarde. Pero para mí, del diario era salir a las 9 o 9:30 de la noche y todo este horario corrido, sin derecho a comer.
“De hecho, cuando nos presentaron, nos dijeron: ‘a ustedes ni siquiera les vamos a enseñar dónde está el comedor, porque aquí no funciona que ustedes coman, no hay tiempo para que ustedes coman, ahí ven cómo le hacen’. Y así es, de hecho el tiempo que yo estuve nunca comí ya sea estando de guardia, de postguardia o de preguardia, nunca comí en ese momento, yo llegaba a mi casa a cenar y era el único alimento que yo tenía a lo largo de mi día”, relata la doctora.
2022, año de deserciones
En México, el pasado 1 de marzo inició un nuevo ciclo de residencias médicas en instituciones de todo el país, tanto públicas como privadas; desde entonces, en redes sociales empezó una avalancha de testimonios de doctores y doctoras que renunciaron a la especialidad en el sistema de salud pública como el IMSS, el ISSSTE y la Secretaría de Salud, pese a que el examen para entrar es muy difícil.
En el caso de Erika, quien pidió que se cambiara su nombre para evitar represalias, ella dice que su especialidad empezó en el IMSS el 14 de febrero de este año, y el 1 de marzo, el día que supuestamente comenzaba de manera oficial, fue su último día, pues renunció a su lugar. Ahora está inscrita para la próxima edición del Examen Nacional de Aspirantes a Residencias Médicas (ENARM), donde buscará otra especialidad en otra institución.
“Igualmente, la falta de enseñanza me desmotivó mucho porque obviamente el aprendizaje que tú tienes en la residencia es más personal, depende más de ti, pero no se veía el interés de ninguno de los doctores que están encargados de ti, tanto de enseñarte, como de al menos supervisarte en todos los procedimientos que tú debías de realizar.
“A lo mejor tú no sabías hacer algún procedimiento y aún así lo tenías que hacer y nadie te revisaba que lo hicieras bien y obviamente si lo hacías mal, tú llevabas sus consecuencias”, acusa.
Ante el incremento de deserciones de la residencia en este año, Marco Antonio Basurto, un estudiante de derecho de la UNAM; e Irvin Ordoñez, un médico general egresado de la Universidad Veracruzana, lanzaron una encuesta para conocer y analizar las causas que llevaron a las y los médicos a abandonar su especialidad.
“Nosotros quisimos desarrollar una encuesta para conocer cuál es el panorama de los estudiantes en México, de los estudiantes de residencias, y después con eso pretendemos hacer un estadio que permita abordar el marco jurídico sobre los derechos de los médicos residentes en México, puesto que sabemos que los derechos de ellos son vulnerados constantemente”, dice Basurto.
Hasta el momento, cien médicos que abandonaron la residencia han llenado la encuesta que estará abierta hasta el próximo 15 de junio. Aunque se han registrado varios motivos de deserción, el principal es la violencia.
“Lo catalogamos en cinco conceptos: acoso, hostigamiento, violencia, castigos y explotación laboral”, explica el estudiante de derecho.
Medicina, el primer filtro para la residencia
Entrar a la residencia en México no es fácil: primero se tiene que tener el grado de medicina; y el segundo paso es aprobar el Examen Nacional de Aspirantes a Residencias Médicas (ENARM), explica Andrés Castañeda, coordinador de las Causas de Salud y Bienestar en la organización Nosotrxs.
“Históricamente, el porcentaje de quienes logran acceder es del 20 por ciento de los que hacen este examen. Aplican poco menos de 50 mil personas y para este último año se quedaron cerca de 18 mil porque se duplicó casi el número de plazas desde el año pasado como una política del nuevo gobierno, el cual en principio es una buena idea porque hacen falta especialistas en este país”, menciona.
Sin embargo, Castañeda agrega que la formación en salud no nada más consiste en aprobar el examen y aguantar los años que dure la residencia, sino tiene que haber un aval académico, lo cual no ocurre en algunas instituciones públicas, y ha empeorado con las nuevas plazas que se abrieron desde el año pasado.
“Lo que hemos detectado es que particularmente el ISSSTE abrió plazas en varios hospitales, inclusive en el 20 de Noviembre (…) pero no tenían listo el aval académico.
“Una cosa es el hospital y otra es la universidad, en donde se haga un plan académico, se tenga un profesor titular, etcétera, esa otra parte no la tenía, no la tiene actualmente, e incluso cuando abrieron se tardaron, hay compañeros que tuvieron un aval académico hasta los cinco o siete meses de que había empezado su residencia y eso un poco fue por las prisas de abrir más plazas a toda costa”, dice Castañeda.
Además, la residencia en México tiene una doble figura, por un lado, las y los residentes están reconocidos en la Ley General del Trabajo, pero no son completamente trabajadores ni trabajadoras porque están en un proceso de formación y deben estar acompañados por norma por una universidad, por lo que también son estudiantes.