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Defensores de derechos humanos a nivel nacional, entre ellos Juan Manuel Estrada, apuntan a la posibilidad de que la directora del albergue michoacano La Gran Familia Rosa del Carmen Verduzco esté reorganizando un nuevo asilo.
Hay indicios de que ha comenzado a recibir adultos y niños indigentes al interior de su casa, a los que asiste en forma discrecional.
La denuncia de Estrada, premio nacional de derechos humanos 2014, ya hizo mella: en el Senado de la República se gestiona un punto de acuerdo mediante el cual se pretende involucrar a la Federación para que realice una investigación sobre el retorno de Mamá Rosa a la prestación de servicios a personas vulnerables.
En el Senado intentan actuar en forma temprana a fin de evitar una nueva historia, similar a la que se conoció el 16 de julio del 2014, cuando la PGR irrumpió en el albergue michoacano y conoció el estado de esclavitud, abandono y encarcelamiento en el que estaban 596 personas; ente ellas 6 niños menores de dos años, 174 niñas y 278 niños de menos de 17 años de edad, además de 138 adultos.
Mamá Rosa sale poco a las calles de Zamora. Se mantiene aislada de la gente. Se retrae. El círculo con el que tiene contacto es muy reducido: una exfuncionaria municipal, tres sacerdotes, un notario, cuatro de sus hijos que crecieron en el orfanatorio y media docena de médicos y enfermeras que la revisan periódicamente. La última vez que se le vio fue en misa, en el funeral de una persona cercana.
La mujer que fue dictaminada como inimputable para ser sometida a proceso penal, sigue recia. Está más lúcida que nunca, afirman algunos periodistas locales que han tenido la oportunidad de verla a título particular.
Todos en Zamora saben el roble de mujer que es, y sobre todo, de la fobia que se le ha enraizado en los últimos meses, cuando comenzó a alejarse de la gente. Desconfía de todos. Puede que tenga razones para ello.
Reporte Indigo conoció que en al menos dos domicilios, ubicados en la calle Colón y en la avenida Jacona, de Zamora, Rosa del Carmen Verduzco sigue atendiendo a quienes reclaman su ayuda. Como buena samaritana da auxilio a quien se lo pide. Decenas de indigentes tocan la puerta para comer gratis, a veces las tres comidas del día.
Llega más gente a las puertas de la casa de Mamá Rosa que a las oficinas del DIF, dijo un funcionario de la presidencia de Zamora. Muchos de los que claman ayuda, son los hijos que le fueron arrebatados por la PGR a Mamá Rosa.
Gobierno Federal se desentiende
No es extraño que decenas de indigentes sigan tocando a las puertas de las casas de Mamá Rosa. A la mayoría los mueve el amor de hijos que sienten por Rosa del Carmen Verduzco. Son los “rescatados” por la PGR del interior del asilo, en donde pasaron la mayor parte de sus vidas. Son los mismos olvidados que apenas pasó el momento mediático, los que apenas posaron en fotos con el gobernador Salvador Jara, fueron dejados otra vez a su suerte, de nueva cuenta en las calles.
De los 138 adultos que fueron “liberados” por la PGR en el operativo de la mañana del 16 de julio del año pasado, al menos 70 de ellos han regresado a las calles de Zamora. Retornaron como por instinto; llegaron en busca de la madre que los recibió, los curó y los amamantó desde niños, la que –muy a su estilo- los retiró de las calles.
A veces, algunos de los olvidados se quieren dormir a la puerta de casa de Mamá Rosa, pero siempre alguien, amablemente los retira. Rosa del Carmen no quiere –ante los ojos de los demás- tener nada que ver con los asilos y la asistencia desinteresada. Sufre con el sufrimiento de los demás, dice uno de los vecinos.
La mayoría de los indigentes que hoy deambulan por las calles de Zamora, rondando las casas en donde saben que tienen comida segura por parte de Mamá Rosa, son los que la PGR no pudo insertar en la sociedad, los que se negaron a permanecer en asilos en la Ciudad de México o Morelia, y prefirieron ir tras el rastro de la única madre que conocieron en 20 o 40 años de abandono.
El drama no es menor para los niños que fueron asignados a un albergue en la ciudad de Morelia. En los últimos cinco meses, al menos 12 menores escaparon de la casa que el gobierno estatal improvisó para atender la emergencia del desalojo de la Gran Familia.
Los escapistas terminaron rondando la casa en donde vive Mama Rosa, no solo por el hambre, sino por la necesidad de verla y abrazarla. Ella se ha negado a dejarse abrazar en público.
Aun cuando para los gobiernos federal y estatal de Michoacán el caso del albergue de mamá Rosa es un tema cerrado, los huérfanos y adultos abandonados que han regresado a buscar a su madre, apuntan a un drama mayor; en los últimos 5 meses, al menos 3 indigentes, presumiblemente exintegrantes de la Gran Familia, se han suicidado en diversas localidades de Michoacán.
Con los hijos en prisión
Mamá Rosa no quiere hablar con nadie. Tiene solicitudes de entrevista de todo el mundo, confiesa una persona de su círculo de confianza que pide la omisión de su nombre.
“No quiere hablar, porque tiene miedo de que algún comentario de ella pueda afectar la situación jurídica de sus hijos que aún están en la cárcel”.
Mamá Rosa está al pendiente de sus hijos que aún siguen en prisión. Fuentes cercanas aseguran que ella misma es la que ha gestionado algunos recursos entre familias católicas adineradas de la zona del bajío Michoacano, para financiar la defensa legal de los imputados por la PGR.
Siete días después de la intervención al albergue de La Gran Familia, la PGR consignó, por el delito de delincuencia organizada, privación ilegal de la libertad y abusos deshonestos a Felipe Serrano Gómez, Enrique Hernández, Lourdes Verduzco, Miguel Ibarra Valencia, Víctor Hugo X y David Rogelio Verduzco. A todos se les envió a la cárcel federal de Nayarit. A ella se le declaró inimputable y se le dejó fuera de las acusaciones legales.
Ella quiere ir a ver a sus hijos que permanecen en prisión, pero el personal médico que la rodea, no se lo recomienda. La salud de Mama Rosa es la de una persona que ronda los 86 años. Su principal problema es el de la artritis, aunque el diagnóstico que le hizo la PGR, cuando fue detenida, indicó posibles problemas cardiacos.
Presentaba “disnea de pequeños esfuerzos, episodio de dolor interescapular de moderada intensidad, tensión arterial, arritmia y taquicardia hasta 132 latidos por minuto. Un Eco Doppler Cardiaco, mostró una zona hipocinética de poca movilidad que pudiera estar relacionada a isquemia cardiaca en la región anteroseptal basal”, dijo el médico que la evaluó hace casi 8 meses.
Punto de acuerdo
En atención a la denuncia que desde el mes de diciembre hizo el abogado Juan Manuel Estrada Juárez, en donde refiere que mamá Rosa “abrió otro albergue”, para presuntamente atender a por lo menos 8 personas, el Senado de la República ya reaccionó.
Los integrantes de la Comisión de Derechos de la Niñez y de la Adolescencia del Senado gestionarán ante el Pleno un punto de acuerdo, a fin de que la PGR y el DIF se den a la tarea de investigar las acciones de Mamá Rosa, en torno a la atención de algunos indigentes que reciben asistencia sin ningún tipo de regulación.
La presidenta de la Comisión Especial de los Derechos de la Niñez y de la Adolescencia, senadora Martha Elena García Gómez, es quien ha recibido la quejas de organismos defensores de derechos humanos, quienes ven la posibilidad de un nuevo drama entre la población indigente del estado de Michoacán, con la intervención de Mamá Rosa.
Intervención del Senado
Esta no es la primera ocasión en que el Senado propone intervenir en la regulación de los albergues de todo el país.
Ya en diciembre pasado, se propuso un punto de acuerdo para exigir al Poder Ejecutivo Federal que integrara un grupo de supervisión, con funcionarios de la Secretaría de Gobernación, DIF nacional y de las cámaras de diputados y senadores, para hacer visitas a los albergues. A la fecha, ese punto de acuerdo no se ha cumplido.
Ahora, ante las denuncias de defensores de derechos humanos, que no a iniciativa propia, el Senado de la República intenta retomar el caso del control de los albergues, especialmente el que eventualmente pudiera reorganizar Rosa del Carmen Verduzco en Zamora, donde la participación federal para atender a las personas en condición de calle es nula.
De acuerdo a los datos que el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia hizo entrega a los senadores en diciembre pasado, se sabe que en el país existen a la fecha 922 albergues, de los cuales 805 son privados y 117 públicos. La federación destina en forma anual un monto cercano a los 40 millones para su operatividad, recursos que también llegaron en su momento al albergue de la Gran familia.
Crece el padrón de indigentes
En tanto crece el debate nacional por la operatividad de nuevos albergues dirigidos por Mamá Rosa, en Michoacán aumenta el índice de personas en situación de calle frente a la disminución de los programas asistenciales de los gobiernos municipales, estatal y federal.
En todo el estado de Michoacán operan un total de 50 albergues, la mayoría de ellos para huérfanos y ancianos, en donde se estima una población total de casi 2 mil 300 personas, que equivalen al 20 por ciento de la población total que vive en condición de calle.
El presupuesto oficial que destina el gobierno estatal para atender a la población indigente llega a los 6.5 millones de pesos anuales, fondos que se destinan en forma íntegra desde la Federación, al no existir un renglón presupuestal en el gobierno estatal para la atención de ese sector.
De manera extraña, el mayor número de personas en condición de calle, principalmente ancianos y huérfanos se concentra en tres de los 113 municipios de todo el estado, uno de ellos la ciudad de Zamora, en donde Mamá Rosa no se ha podido sustraer de continuar con su misión de caridad, muy a su manera.