El sexenio de Omar Fayad Meneses está por pasar a la historia como el periodo en el que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) perdió el control del estado de Hidalgo, uno de sus bastiones históricos. A seis meses de las elecciones, el mismo gobernador ve la victoria definitiva del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) en el horizonte.
A finales de octubre, Omar Fayad acudió al informe de actividades de los senadores Julio Menchaca y María Mercedes González, ambos de Morena. Ante liderazgos del partido oficial, como Mario Delgado, Ricardo Monreal y Olga Sánchez Cordero, el gobernador priista prometió entregar el poder sin pormenores, así sea a un candidato opositor.
“Si ganara Morena, con cualquiera de los personajes de Morena que hoy han levantado la mano, ofrezco una transición a la altura de lo que hoy somos los hidalguenses: transparente, tersa, dando todas las facilidades”, aseguró.
Además de acumular descalabros electorales durante el sexenio de Fayad, el PRI en Hidalgo también perdió el respaldo de sus aliados: PVEM, PANAL y PES, ahora alineados a Morena
El mandatario sólo se limitó a decir que una victoria del PRI “me daría mucho gusto”.
Un mes después, Omar Fayad dio un bandazo durante la instalación del Comité Ejecutivo Estatal del PRI, desde ahí pidió “celebrar un pacto de unidad, lealtad e institucionalidad a nuestro partido, porque estamos unidos para la batalla electoral que viene”. Advirtió que esta unidad no se alcanza por acuerdos cupulares u órdenes de la dirigencia.
Durante el acto, tanto Alejandro Moreno, dirigente nacional del PRI, como su nuevo homólogo estatal, Julio Valera, lanzaron repetidos elogios a la administración del “primer priista de Hidalgo”. Esto pese a que, durante este gobierno, el tricolor ha mantenido una clara tendencia a la baja, acelerada por la irrupción del partido oficial.
Morena no sólo parte favorito en las encuestas para la elección de junio de 2022, también suma dos triunfos al hilo por el Congreso de Hidalgo, algo sin precedente en el bastión priista. En 2018 arrasaron con 17 de los 18 distritos electorales y en 2021 la oleada fue menor, pues compartió la victoria con tres aliados, pero mantuvo la mayoría legislativa.
Omar Fayad, uno de los priistas más afines al presidente Andrés Manuel López Obrador, sintió el rigor de Morena en cuanto tomó el Poder Legislativo hidalguense. Apenas inició la legislatura en 2018, la nueva mayoría morenista comandada por Humberto Veras pidió la desaparición de Poderes en el estado por una disputa por el control de la Junta de Gobierno.
El declive electoral se replicó a nivel federal, dado que Morena barrió con los siete distritos a la Cámara de Diputados en 2018. Para 2021, el frente común del PRI con los partidos Acción Nacional y de la Revolución Democrática apenas pudo arrebatar el Distrito 1, con cabecera en Huejutla, mientras que el resto permaneció con la coalición oficialista.
La debacle del priismo hidalguense en contiendas federales resalta debido a que, desde que se estableció la hegemonía tricolor hace casi un siglo, el PRI solo había perdido una diputación federal en 1997, contra Francisco Berganza, de Acción Nacional; y tres en 2006, dos ante el Partido de la Revolución Democrática y la otra ante el PAN.
El proceso de 2018 también marcó la segunda vez en la que el PRI perdió los dos escaños de mayoría por Hidalgo al Senado de la República en la historia reciente. El antecedente previo fue en 2006, cuando el primer “efecto AMLO” benefició a José Guadarrama y el mencionado Berganza, hoy uno de los aspirantes a la candidatura de Morena para 2022.
El desgaste del tricolor en Hidalgo se sintió hasta en 2016, cuando Fayad fue electo gobernador. El PRI, por sí solo, apenas obtuvo 10 de los 30 diputados locales. Manteniendo la mayoría legislativa gracias a sus acuerdos con los partidos Verde Ecologista de México, Nueva Alianza y Encuentro Social, todos ahora alineados con Morena.
Incluso, ese mismo año, el PRI perdió Pachuca ante el PAN por segunda vez en el siglo, siendo la primera ocasión en el 2000 con el “efecto Fox”. Aunque la capital estatal fue uno de los 32 ayuntamientos logrados por el tricolor en 2020, la diferencia con Morena fue apenas un 3.29 por ciento de la votación.
Con estos resultados políticos arranca el proceso sucesorio de Fayad en una entidad que, hace apenas una década, fue instrumental para el regreso del PRI a Los Pinos, sino que también es uno de los bastiones históricos del partido y una de las cuatro gubernaturas que mantiene tras la debacle electoral de 2021, en donde perdieron ocho.
Desde 1929, Hidalgo sólo ha tenido gobernadores emanados del tricolor en sus distintas etapas. Hegemonía que no garantiza la continuidad, como comprobaron los estados de Colima y Campeche, donde el PRI también mandó por casi un siglo hasta este año, cuando dejó la estafeta a Morena.
De las entidades aún bajo control del PRI, los estados de México y Coahuila tampoco han experimentado alternancia y sus mandatarios serán renovados hasta 2023. En tanto que Oaxaca está en una situación similar a la de Hidalgo, experimentando el avance de Morena, mientras que el gobernador mantiene una cercanía con el presidente López Obrador.
El estado parece haber despertado el interés del partido oficial, pues Rafael Barajas, director del Instituto Nacional de Formación Política (INFP) de Morena, sentenció que ganar los comicios del próximo año es vital para su proyecto; y equiparó la contienda con la aprobación de la Reforma Energética o la “ratificación” de mandato de AMLO.
La traición
El pasado 28 de noviembre, Omar Fayad, gobernador priista de Hidalgo, sostuvo una reunión con algunos de sus antecesores como Manuel Ángel Nuñez, Miguel Osorio Chong y Francisco Olvera en las instalaciones del Centro de Control, Comando, Comunicaciones, Cómputo, Coordinación e Inteligencia (C5i).
Ahí, el actual mandatario les habría expresado que él, y solo él, tenía derecho a nombrar al candidato de su partido para sucederlo y que no estaba entre sus planes ir en alianza en la elección a la gubernatura. Esto confirmó lo que ya se había estado mencionando al interior del priismo, que Fayad tiene la intención de romper la alianza en su entidad, pero no solo eso, sino que busca dividir al PAN, PRI y PRD, para, supuestamente, facilitar el triunfo de Morena.