Factores como la cobertura de seguridad pública, la accesibilidad para realizar trámites y la facilidad para obtener créditos posicionan a México como un sitio donde, en promedio, los proyectos de emprendimiento suelen cerrar a dos años de su inauguración. Foto: Especial

El precario camino de emprender en México

Debido a un panorama lleno de incertidumbre, montar un proyecto empresarial en México implica una apuesta, que en la mayoría de los casos, no arroja resultados positivos

La creación y consolidación de ideas de negocio en México se dan en un contexto caracterizado por las dificultades administrativas, operativas y de mercado, condiciones que inhiben el desarrollo empresarial nacional.

Iniciar operaciones, levantar la cortina del local o recibir el primer pedido son la ilusión de toda persona que, motivada por la búsqueda de crecimiento personal o inspirada en una historia de éxito, decide emprender un proyecto empresarial.

Sin embargo, en el caso mexicano es diametralmente distinto, ya que la necesidad de complementar el ingreso propio o familiar y crear una fuente de trabajo ante una situación de  desempleo figuran, en conjunto, como la causa principal de que cuatro de cada 10 negocios operen actualmente, según lo documenta la Radiografía del Emprendimiento en México 2023, elaborada por la Asociación de Emprendedores de México (ASEM).

A lo anterior se suma el hecho de que la principal fuente de capital en 86 por ciento de los casos que buscan iniciar un proyecto de emprendimiento sean sus propios recursos, gracias a los obstáculos que existen para acceder a un financiamiento formal como programas públicos, fondos de inversión o capital de riesgo, por mencionar.

“La realidad para la gran mayoría de emprendimientos sigue siendo la dificultad para el acceso a financiamiento;  por eso cuando revisas los motivos de fracaso, el segundo tiene que ver, en el 31 por ciento de los casos, con la falta de liquidez o de capital de trabajo, lo que hace que las micro, pequeñas y medianas empresas sean menos competitivas”, explica a Reporte Índigo Juana Ramírez, Presidenta del Consejo Directivo de ASEM.

Además, a la motivación de crear un negocio por razones de subsistencia y a las dificultades para acceder a un financiamiento, se suma la complejidad de ser un proyecto redituable; ya que en operación, poco más de la mitad de los emprendimientos registran ingresos anuales menores a un millón de pesos, lo que se traduce en 80 mil pesos mensuales en promedio, si a esa cantidad se le restan cuestiones como impuestos, salarios, insumos y en algunos casos renta, la ganancia neta resulta ser similar al ingreso que se percibe al estar contratado de manera formal.

“Existen momentos donde emprender y ser empleado implican lo mismo en términos económicos, pero en general hay un mayor beneficio al tener tu propio negocio; llega a ser frustrante pero es parte de entender de qué va esto, incluido el riesgo latente de llegar a fracasar producto de una mala decisión o una administración ineficiente”, expone Gabriel Ruiz, fundador de Precorama, emprendimiento del ramo de la construcción.

Un lugar complejo para los negocios

Factores como la cobertura de seguridad pública, la accesibilidad para realizar trámites y la facilidad para obtener créditos para desarrollo empresarial posicionan a México como un sitio donde, en promedio, los proyectos de emprendimiento suelen cerrar a dos años de su inauguración, de acuerdo con la ASEM.

Un dato similar al estimado por el Instituto del Fracaso, que calcula un fallo de siete de cada 10 emprendimientos antes de los 25 meses de operación.

“Pasa mucho, transcurren los meses y con las altas y bajas en las ventas te pones a pensar si deberías cerrar tu negocio, sobre todo como al segundo año y medio, pero recordar tu propósito te hace seguir para perseguir tus sueños; ya si con el pasar del tiempo ves que no funciona, pues pasas a seguir emprendiendo con otro proyecto, pero en principio no te olvidas de lo que te motivó a echar a andar tu negocio”, enfatiza Sandra de la Garza, fundadora de Huerto de mi Corazón.

Sin embargo, los emprendimientos resisten

A pesar del desafío que representa echar a andar un negocio en el país, desde hace más de dos décadas las empresas que concentran de una a 10 personas contratadas formalmente han crecido de manera constante, representando el 95 por ciento de todas las unidades económicas que existen en México, como lo expone el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Incluso han sabido reponerse luego de la pandemia, ya que aunque en el punto más álgido de la emergencia sanitaria por cada 10 mil establecimientos existentes, cada mes cerraban 145 negocios y nacían 81; el Directorio Estadístico Nacional de Unidades Económicas (DENUE) contabiliza actualmente 5 millones 156 mil 462 unidades económicas con una a 10 personas contratadas formalmente, cifra mayor a lo registrado en el Censo Económico de 2019.

No obstante, existe una urgencia por mejorar las condiciones para emprender en el país, cuestión que ayudaría a aprovechar el bono demográfico con el que cuenta México actualmente, ya que las personas que emprenden suelen tener en la mayoría de los casos 33 años; cuestión que podría disminuir considerablemente en 2050, cuando la población mexicana tenga 50 años en promedio, pues solo el 5.2 por ciento de ese segmento de la población emprende, alerta la ASEM.

Necesario cambiar la narrativa

Ante un panorama económico marcado por la desigualdad y la dificultad para emprender, como el que se vive en el país, es necesario difundir historias de éxito que contemplen los obstáculos y particularidades del escenario nacional para que conecten con los emprendedores mexicanos.

El emprendimiento se lleva a cabo de manera importante alrededor del mundo; desde Indonesia hasta Brasil, millones de personas buscan posicionar sus ideas de negocio para lograr el mayor éxito posible, muchas veces inspirados en las míticas historias de referentes como Mark Zuckerberg o Elon Musk.

No obstante, los contrastes que la economía mexicana presenta con otras naciones impide que las grandes narrativas del emprendimiento se repliquen en el país de manera idéntica, por lo que se requieren referentes con historias que puedan inspirar de manera realista, explica Ulrick Noel, Director Ejecutivo del Instituto de Emprendimiento Eugenio Garza Lagüera del Tecnológico de Monterrey.

“México no es Silicon Valley; el país no tiene ese ecosistema, porque cada ejemplo es único, pero es necesario hacer conciencia que de que es necesario comunicar historias de éxito que partan de contextos más similares que compararnos con emprendedores de otras latitudes que tienen acceso a diferentes recursos; no necesariamente se requiere el ejemplo de portada de revista, se requieren referentes que permitan trazar paralelos que motiven a los emprendedores a seguir”, señala Noel.

La economía del país se caracteriza por que más de la mitad de la población ocupada se encuentra ubicada dentro de la informalidad, con un ingreso promedio menor a 13 mil pesos en siete de cada 10 personas según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y la recaudación tributaria como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) es una de las más bajas de la región de acuerdo con las estimaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), lo que complica el clima de negocios en el país.

Lo anterior incide en que el 70 por ciento de los emprendimientos fracasen en menos de dos años desde su creación, como lo documenta el Instituto del Fracaso; por lo que, cuando un  proyecto bajo esas condiciones llega a prosperar, es digno de darse a conocer, sobre todo para alimentar la narrativa del sí se puede.

“Hay ejemplos de emprendimiento por parte de micro y pequeñas empresas en el país que logran salir adelante y sería fundamental conocerlos, porque rompen incluso con el paradigma de la positividad tóxica basada en el éxito económico, hay otros aspectos que motivan al emprendedor, como cumplir sus sueños, por ejemplo”, puntualiza Sebastián Lazos, creador de Ciencismo, emprendimiento de arte y ciencia.

Capacitación, la clave

El emprendimiento requiere de habilidades que pueden adquirirse a partir de la capacitación dentro de iniciativas públicas y privadas que modelan las ideas de negocio para que puedan tener el mejor resultado posible, aunque no es la norma entre emprendedores.

Nadie nace con el conocimiento suficiente para poder emprender y poder tener éxito en su primer intento, cuestión que en México refleja el hecho de que los negocios suelen tener éxito cuando sus impulsores van, en promedio, por el segundo o tercer intento, de acuerdo con la Asociación de Emprendedores de México (ASEM).

A lo anterior se suma que, la principal causa de fracaso de un proyecto de emprendimiento es la falta de conocimiento del mercado al que se desea atender y que la última de las motivaciones para emprender, según la ASEM, es la de realizar una idea de negocio luego de cursar un programas escolar sobre emprendimiento; cuestiones que retratan la necesidad de una buena capacitación.

La principal causa de fracaso de un proyecto de emprendimiento es la falta de conocimiento del mercado, por lo que son muy importantes las incubadoras de negocios. Foto: Especial
La principal causa de fracaso de un proyecto de emprendimiento es la falta de conocimiento del mercado, por lo que son muy importantes las incubadoras de negocios. Foto: Especial

“En México el problema no es la capacidad, no es el talento o la carencia de proyectos interesantes, todo eso lo tenemos, lo que en realidad hace que fracasen las ideas de negocio es porque no hay un enfoque organizacional, no se procura la capacitación como hábito desde las universidades, o incluso en educación básica, acerca de temas relacionados con emprendimiento”, lamenta Alma Martínez, académica y experta en emprendimiento.

La falta de una mayor capacitación y acompañamiento a la hora de desarrollar ideas de negocios incide en que el 44.5 por ciento de las empresas fundadas por universitarios cesen actividades en la fase inicial de sus operaciones, según el Instituto del Fracaso; cuestión que intenta resolver la figura de incubadora de negocios dentro de universidades privadas y públicas.

“Apoya mucho el hecho de que existan incubadoras en distintas instituciones educativas, muchos proyectos nacen ahí y te dan cierta inserción al mercado aunque es un proceso limitado aún, todavía no resulta en una vinculación directa pero si te dan las recomendaciones y asesorías, además de contactos”, expone Himena, creadora de Moonpilli, emprendimiento de diseño.

A pesar de la existencia de las incubadoras de negocios, las personas consultadas para este reportaje señalan que no se ha generado el hábito de que un emprendedor acuda a ese tipo de centros de capacitación para modelar su idea y hacer más llevadero el precario camino que implica echar a andar una idea de negocio en este país.

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