El peregrinar de los fieles
Muchos llegaron a Ecatepec desde un día antes al lugar para tener un acercamiento con el Papa. En casas de campaña o acostados en el suelo con una cobija, los peregrinos soportaron temperaturas de hasta 4 grados bajo cero con tal de tener su lugar en primera fila.
Para llegar hasta uno de los accesos al “Caracol”, donde se ofició la misa, los fieles tuvieron que caminar más de dos kilómetros.
Imelda Garcíahttps://youtu.be/3RBuAY0ihSo
Muchos llegaron a Ecatepec desde un día antes al lugar para tener un acercamiento con el Papa. En casas de campaña o acostados en el suelo con una cobija, los peregrinos soportaron temperaturas de hasta 4 grados bajo cero con tal de tener su lugar en primera fila.
Para llegar hasta uno de los accesos al “Caracol”, donde se ofició la misa, los fieles tuvieron que caminar más de dos kilómetros.
Por la noche, personal del gobierno llegó a entregarles cobijas a quienes esperaban, pero muchos de los que se arremolinaron por ellas eran los propios vendedores de objetos y souvenirs; más tarde, las cobijas se ponían en venta.
Hubo también quien aprovechó todas las maneras posibles de hacer negocio con los fieles que llegaban a presenciar el evento.
Desde quien vendía botellas de agua para que se volvieran benditas al paso del pontífice, hasta quien rentaba su azotea por 150 pesos para tener una mejor vista del evento.
Una de las promesas que sí se cumplió fue la presencia de una gran cantidad de policías. A lo largo de toda la valla que bordeaba el recorrido del pontífice, cada cinco metros se encontraba un elemento de seguridad del Estado de México.
Además, elementos de fuerzas especiales y del Ejército Mexicano, hicieron rondines para asegurarse que no hubiera presencia de armas o drogas.
Lo que se esperaba fuera un acto masivo, terminó teniendo pocos convidados en algunas zonas.
Eso sí, los que asistieron lo hicieron con fervor.
Ocurrió así con Leticia, quien viajó desde la ciudad de Saltillo, Coahuila, con un grupo de personas de su parroquia.
Viajaron desde el viernes por la tarde hacia la Ciudad de México. Llegaron el sábado y en la madrugada del domingo, a las 3:00 de la mañana, emprendió el viaje hacia Ecatepec por el Mexibús, que tuvo servicio gratuito durante toda la noche.
“Mucho gusto, mucha hospitalidad, muy bien recibidos; y muy contentos por haber visto al Papa de cerca, a casi dos metros. Nos llevamos muchas bendiciones de parte de él para nuestra ciudad”, expresó.
Otro ejemplo es el de Juan Diego, quien llegó desde el sábado a las 23:00 horas a una calle por donde pasaría el Papa. Llegaron en un autobús que les proporcionó el transporte de forma gratuita.
Acompañado de su familia, Juan Diego pasó la noche en vela por el frío. Tenía boletos para ingresar a la misa, pero por cómo estaba la organización, decidió salirse y esperar solo para ver pasar al Papa.
“Entramos, pero al ver la situación allá adentro, que está todo más despejado que aquí, entra más el frío; preferimos mejor salirnos, esperarlo aquí a un lado de las vallas”, narró.
Los fieles comenzaron a entrar el sábado por la noche al terreno donde sería la misa. Sin embargo, las condiciones inhóspitas del clima, el piso de tierra suelta y la imposibilidad de acostarse –para no ocupar más lugar del que les tocaría de pie-, hicieron que muchos desistieran de esperar escuchar la misa.
Entre los habitantes de Ecatepec la petición era clara: que el Papa los visite más seguido para que mejoren las condiciones de vida de la zona y tratar de retrasar el regreso a una realidad de carencias, inseguridad y miedo.