Aunque faltan escasos cinco días para el final oficial de las campañas estatales, para Luis Miguel Barbosa Huerta la guerra terminó. Extenuado por una intensa campaña, pero lúcido en su discurso, el candidato de la coalición Juntos Haremos Historia para la gubernatura en Puebla ya no distingue competencia en el horizonte.
Y es que el morenista, quien afirma mantener una ventaja de al menos 2 a 1 en las encuestas estatales –por encima de su rival del Partido Acción Nacional, Enrique Cárdenas Sánchez– alista desde ahora su incursión como dirigente de un estado en crisis. Uno más abatido por la ola de violencia en México y cuya situación de pobreza es consecuencia del abandono sistemático de gobiernos anteriores.
“Aceptaré los resultados. Yo veo que hay un proceso democrático avanzado, no veo cómo pueda alterarse, pero yo no voy a poner el matiz de la duda. Yo hasta ahorita no tengo por qué pensar que pueda haber un resultado en duda. Voy a ganar”, remarca Barbosa, sabedor de que, en caso de no verse favorecido en las encuestas, no quedará nada que reclamar.
Sin embargo, el aspirante sabe que con cada paso que da, el tiempo se agota. La responsabilidad de ejercer al frente de una entidad que ha puesto en duda la calidad de sus representantes es elevada, pues los resultados deben ser inmediatos.
“Yo no me siento ni confiado ni relajado. Me siento más comprometido. Sigo trabajando de una forma muy intensa (…) He recibido el apoyo de todos los segmentos de la población, de todas las fuerzas políticas y estoy seguro que voy a ganar por un margen muy amplio, con una fuerza y legitimidad necesarias para gobernar Puebla”, afirmó.
Durante las últimas nueve semanas de campaña, el exsenador ha sido cuestionado con intensidad, poniendo en duda la transparencia de sus acciones, sus vínculos de poder e incluso la estrategia detrás de su insistencia por querer llegar al máximo cargo del Ejecutivo en Puebla.
“Le encargamos mucho este municipio. porque es una fuente de ingresos muy grande aquí en el estado”, sentencia al aire un comerciante de la central de abastos cuando ve pasar a Barbosa, quien detiene su marcha para cuestionar al individuo,“¿tú de dónde eres?”.
Con palabras ásperas y directas –de “lenguaje zafio”, como él mismo presume– el abanderado guinda interactúa con las comunidades, sin dejarse incomodar. Explicando que detrás de la idea de la reconciliación, concepto eje de los pasados 63 días de su campaña, está el objetivo de romper la distancia impuesta entre sociedad y autoridad.
“No hay que creer que lo que se dicen Enrique Cárdenas y Luis Miguel Barbosa representa la confrontación social real. No; esa es de dos personas que están compitiendo por el mismo cargo”, afirma Barbosa Huerta, agregando que la grilla electoral puede llegar a ser “medio teatrera” y alejada de las realidades que han fracturado el tejido social de los poblanos.
En dos días, Luis Miguel Barbosa cerrará su campaña en la capital del estado, en un evento en el que se prevé la asistencia de al menos 80 mil simpatizantes. Luego de esto la tarea que vendrá, en palabras del contendiente, será la transición política con la promesa de buscar al gobernador interino, Guillermo Pacheco Pulido, el lunes 3 de junio. Al otro día de saber los resultados oficiales de la elección.
“Esto es producto de una lucha que yo di; que dimos desde Morena y la coalición Juntos Haremos Historia. Hoy hay otras condiciones donde cada partido, y cada candidato hacen las campañas con las fortalezas y arreos personales e institucionales que les permiten”, finalizó el todavía candidato de Morena.