Fueron horas continuas de intenso debate. Una encerrona de cuatro días en la suite presidencial del Hotel Camino Real.
Todos se reunieron para definir una estrategia ante la expropiación de la banca que decretó el entonces presidente José López Portillo.
Hubo quienes, incluso, querían financiar tropas extranjeras para contrarrestar el gran robo. Fue algo insólito, incluso, las instituciones dejaron de operar dos días.
Así recuerda Roberto Mena, como si fuera ayer, los sucesos que marcaron un antes y un después en el sector bancario del país, el mismo día en que se anunciara su estatización.
Esa reunión ultrasecreta de los banqueros fue memorable, dice, había más de 30 personajes y se formaron, desde entonces, dos bandos.
El grupo de los aguerridos que encabezaban Manuel Espinosa Yglesias y Carlos Abedrop, y los conservadores, con Agustín Legorreta.
Fue este último grupo el que decía que no había nada que hacer.
“Porque si hacemos algo el gobierno va a meter al ejército”, pensaban.
Un aspecto que llama la atención, comenta el periodista con 40 años de trayectoria, es que la estatización impactó física y anímicamente a muchos banqueros.
“Al año siguiente de la nacionalización vi a Legorreta, en ese entonces presidente del Consejo de Banamex, en una reunión anual del BID en Panamá, estaba decaído y destrozado anímicamente”, recuerda.
Así como él, a todos los banqueros de entonces les impactó, asegura Mena. Cuando llegó, años después, la reprivatización de la banca, algunos como Espinosa Yglesias ya no tenían ánimo para empezar un borrón y cuenta nueva.
Fue el fin de una era para muchísimos banqueros que habían sido grandes figuras de la banca. Esa es la razón del por qué Espinosa Yglesias no le metió más dinero para recompar Bancomer, explica quien por dos décadas ha sido maestro de ceremonias de las convenciones bancarias.
“La cuestión anímica tuvo mucho que ver”.
Vuelve el goce
Una convención que marcó pauta fue la primera después de la reprivatización en 1991, tras 10 años de estatización.
“Por fin regresamos a la banca”, dijeron los banqueros en ese entonces, según recuerda Mena.
El ambiente fue muy especial, pues aunque cambiaron de dueño, eran los mismos rostros, pero en otro ambiente. El primer presidente de la Asociación de Banqueros de México, así se llamaba entonces, fue Roberto Hernández, de Banamex.
Iniciaba una progresión interesante, pues los propios banqueros sabían que tenían que recuperar el terreno perdido durante la era estatizada, y se vino un reposicionamiento de gente de talento ejecutivo.
Mucha gente de Banamex, que siempre ha sido una especie de academia de banqueros, comenzó a colocar ejecutivos.
“Manuel Medina Mora fue uno de los alumnos más destacados, el único que ha sobresalido a nivel internacional”, asegura Mena.
A partir de entonces, recuerda el economista de profesión y periodista por accidente, la banca comenzó a ser semillero de grandes personalidades.
Vino Othón Ruiz Montemayor y Carlos Gómez y Gómez, quien a su juicio merece mucho crédito por haber integrado un extraordinario equipo de trabajo dentro de la ABM.
En todos esos años ha habido de todo, altibajos, buenos ponentes, otros que no cumplieron las expectativas como Bill Clinton en 2011, comenta quien fuera editor y luego director del periódico The News, donde laboró por 30 años.
“Te puedo decir, sin temor a violar la confidencialidad que le debo a la ABM como colaborador, que se han dado muchos desencuentros en cuanto a la conducción, el contenido y los invitados que habrán de participar en las convenciones”.
Es un gremio en el que hay diferencias y divergencias, menciona, pero siempre llegan a un acuerdo mayoritario, lo que le conviene al sector.
“Hoy en el sector hay banqueros y bancarios”, dice “y quizá no vemos como ponente a un Emilio Botín, número uno de BBVA, porque la convención se orienta más a lo práctico”.
Se enfocan en ver qué se puede avanzar en materia regulatoria, teniendo en la mesa a los reguladores, en qué se puede avanzar para mejorar la operatividad, cómo ganar terreno en la bancarización. En una palabra, refiere, todo cambió.
Hoy la convención, másque una constelación de estrellas como solía ser, se ha abocado a lo práctico, en mejorar su “día a día”, eliminar obstáculos y diferencias de criterio.
¿A dónde fue el glamour?
“Ya no es el glamour de los tiempos en que don Tintino Legorreta era el presidente de los banqueros, era algo verdaderamente fastuoso, ahora hay que reflejar esa imagen de austeridad”, señala nostálgico.
Lo que los trae de regreso a la expropiación, pues según Mena, a partir de entonces todo cambió para siempre.
“No sé si para bien, pero si hablamos desde el punto de vista de rentabilidad de la banca, creo que así fue”.
Asegura que antes de cada convención, antes de empezar “señoras y señores…primera llamada…tomen sus asientos…tiene la palabra..” no se prepara ni se pone nervioso: “me adapto al momento y a la circunstancia del instante”.
Aunque reconoce que en la pasada convención se cansé más que en otras.
“Es que nunca antes había llegado a esta edad”, confiesa el hombre de 70 años, en medio de una carcajada. “Y es que la presencia de los cuatro candidatos en 2012 exigió mucha logística y eso lo hizo más cansado, pero eso se pasa rápidamente”.
Los ‘saca dólares’
Durante su último informe de gobierno, José López Portillo, presidente de México de 1976 a 1982, decretó la nacionalización de la banca como una medida para frenar la fuga de divisas, la cual ya había superado los 30 mil millones de dólares. En este mismo discurso, también responsabilizó a la banca de promover la fuga de divisas y criticó a los “saca dólares”.
La banca mexicana se volvió a privatizar en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari quien la vendió a las casas de bolsa. Ellos llevaron los bancos a la quiebra para venderlos a la banca extranjera. Actualmente, 92 por ciento de los bancos en México pertenecen a grupos financieros extranjeros.