El falso rescate del table dance

Ante los nulos resultados en el caso de los 12 desaparecidos del After Heaven, la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) lanzó una cortina de humo.

Aplicó un operativo para, supuestamente, rescatar del bar Cadillac a un grupo de mujeres mexicanas y extranjeras, víctimas de trata de personas.

Icela Lagunas Icela Lagunas Publicado el
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mujeres supuestamente rescatadas del lugar
"Nadie me obliga a trabajar como bailarina, nadie me quita mi dinero ni me obligan a trabajar por horarios, solo tengo necesidad”
Verónica Marisol Garay Oliva
"Nadie me obliga a trabajar en Cadillac ni me forzan (sic) a tomar o prostituirme”
Mónica López Solís
"Yo quería ganar más dinero, por eso entré a Cadillac”
Consuelo Sele Ramírez Chimal
"No me obligan a nada, yo trabajaba por el dinero que percibía”
María del Pilar Hernández Navarro
El centro nocturno es propiedad de Alejandro Iglesias Rebollo, quien fuera dueño de la discoteca Lobohombo, 
en donde la madrugada del 20 de octubre del 2000, murieron 22 personas a causa de un incendio

Ante los nulos resultados en el caso de los 12 desaparecidos del After Heaven, la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) lanzó una cortina de humo.

Aplicó un operativo para, supuestamente, rescatar del bar Cadillac a un grupo de mujeres mexicanas y extranjeras, víctimas de trata de personas.

Con la ayuda de la Policía Federal, la Procuraduría capitalina ingresó al centro nocturno, propiedad de Alejandro Iglesias Rebollo, quien fuera dueño de la discoteca Lobohombo, en donde la madrugada del 20 de octubre del 2000, murieron 22 personas a causa de un incendio.

En el operativo del antro de “El patrón” -como es conocido Iglesias Rebollo- los elementos federales y locales detuvieron a 86 personas, entre las cuales fueron supuestamente rescatadas 46 mujeres, 27 mexicanas y 19 extranjeras, víctimas de explotación sexual.

Reporte Indigo tuvo acceso a la averiguación previa DTP/TP-1/T1/030/13-06. En ella se encuentra el testimonio de al menos 36 mujeres que trabajaban como bailarinas en el table dance Cadilac, y quienes -con excepción de la venezolana Ninfa Mariela Rojas Pérez- coinciden en que acudieron por su propia voluntad a pedir trabajo al lugar.

De hecho, el lunes mientras el procurador capitalino Rodolfo Ríos Garza confirmaba el “rescate” de este grupo de mujeres, muchas de ellas acudieron ante la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) para denunciar que fueron presionadas por el Ministerio Público local para declarar que eran obligadas a prostituirse.

 “Nos llevaron a un cuarto de dicha agencia donde nos hicieron esperar por un lapso de 11 horas para poder declararnos, además al momentos en que nos estaban certificando médicamente, el médico  nos dijo que teníamos que desnudarnos por completo por lo que varias nos negamos a ser revisadas.

 “Por otro lado cuando empezamos a emitir nuestra declaración, personal de la citada Procuraduría comenzó a hostigarnos para que declaráramos que en ese lugar nos obligaban a trabajar y se tenían relaciones sexuales con los clientes, cosa que es falsa y negamos rotundamente”, se lee en la declaración escrita que hicieron Faride del Rosario Oviedo González, Marlenne Solórzano Torres y Claudia García Miramonte ante el visitador adjunto de la CDHDF, Gabriel Antonio Olvera.

La queja es acompañada por 15 escritos más de puño y letra de quienes atestiguaron el operativo de la madrugada del sábado en el establecimiento que se ubica en la calle de Melchor Ocampo, de la colonia Verónica Anzures, delegación Miguel Hidalgo.

Del total de detenidos tan sólo 14 fueron consignados por el delito de trata de personas, mientras que el resto fueron liberados; 26 bajo las reservas de la ley.

La venezolana Ninfa Mariela Rojas Pérez relata su historia:﷯

“Llegué a México por primera vez en el año 2008. Quería buscar una mejor vida, ya que tengo una hija que actualmente tiene nueve años, misma que nació cuando yo tenía 19 años y tuve que interrumpir mis estudios para seguir trabajando para poder mantener a mi menor hija”.

Ninfa Mariela asegura que el padre de la pequeña no se hizo cargo de la manutención, por lo que ella empezó a trabajar.

Desde Venezuela surgió la idea de trabajar como bailarina y supo que en México pagaban muy bien por esa actividad.

Una amiga de su país le proporcionó el contacto de un hombre que le ayudaría a arreglar la documentación para poder viajar a México y entrar a uno de los clubes.

“Ya que para poder trabajar en esos lugares teníamos que conocer a alguien; este sujeto se encargó de sacarnos el pasaporte a mi amiga y a mí, y una vez que lo tuvimos, a los tres días viajamos para México”, declara.

Dos hombres las recogieron en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y las llevaron a un departamento que se ubica en Mariano Escobedo, en la zona de Polanco.

“Al llegar ahí se encontraban aproximadamente 12 muchachas, todas de nacionalidad venezolana, y desde que llegué a ese departamento, los sujetos me dijeron que por los gastos de transportación y por vivir en el departamento yo les debía 15 mil dólares”.

De ahí, la llevaron al Cadillac. En ese lugar tenía que bailar y “fichar”, y con las ganancias tenía que pagar la deuda.

“Al estar en los bailes privados, los clientes pueden tocarte todo el cuerpo, es decir, lo senos, los glúteos y las piernas, y ya depende de cada chica si permite que le toquen su área púbica o sus genitales. También sé que cuando los clientes quiere tener sexo con alguna chica, para poder salir del Cadillac tienen que pagar 2 mil pesos y las chicas cobran por dar sexoservicio hasta 5 mil pesos”.

Ninfa Mariela recuerda que durante el tiempo que permanecían en el departamento, apenas les dejaban para el papel de baño y el jabón, y solo las dejaban salir si una chica se encargaba de cuidarlas.

“Yo no me podía regresar a mi país, al igual que mi amiga y las otras chicas, porque estos sujetos tenían nuestros pasaportes, y además nos habían amenazado diciéndonos que ellos sabían donde vivía nuestra familia”.

Luego de pagar la deuda, Ninfa Mariela recuperó su pasaporte, la dejaron ir y regresó a su país.

Al cabo de un año, regresó a México para trabajar otra vez en el Cadillac. Esta vez de manera independiente. Llegó sola a retomar el trabajo. La madrugada del sábado 29 de junio fue detenida.

Con excepción de su relato, las mujeres confesaron ante la CDHDF que el Cadillac había ganado fama de pagar bien a las mujeres que ahí trabajaban, por eso es que acudieron por su propia voluntad a tocar la puerta en busca de una oportunidad. 

Pero ante el Ministerio Público de la PGJDF muchas decidieron presentar su denuncia por el delito de trata de personas.

A pesar de que la denuncia original refería que en ese lugar se explotaba menores, ninguna de las detenidas durante el operativo del sábado era menor de edad.

Una llamada anónima

Los responsables de comenzar la investigación por trata de personas en el bar Cadillac fueron elementos de la Policía Federal.

Una supuesta llamada alertó a la Fiscalía de Atención de Víctimas del Delito y Servicio a la Comunidad de la PGJDF, que desplegó el operativo policiaco en el bar.

El policía federal, Jesús Ángel Ramos Contreras, declaró que la investigación inició a partir de la denuncia ciudadana A169658 del 25 de junio de 2013, que fue turnada al Centro Nacional de Seguridad.

Dicha denuncia refería que en el Cadillac ocurrían los delitos de corrupción de menores y trata de personas. El denunciante anónimo describió que acudió al bar el 25 de junio en compañía de seis amigos y ahí solicitó el servicio de “privado” para que le bailara una de las chicas en un cuarto apartado.

Al ingresar a ese lugar, dijo, se percató que en uno de los pasillos un hombre estaba golpeando a una chica; al ingresar al cuarto privado, una menor, de 17 años, le pide ayuda y le asegura que son 20 mujeres más las que están en el lugar contra su voluntad y son obligadas a tener relaciones sexuales.

Muchas de ellas, refiere, son menores de edad y de diferentes nacionalidades. Hay de Puerto Rico, República Dominicana y México.

A partir de dicha denuncia, un grupo de elementos federales dio inicio a la investigación e ingresó al Cadillac como clientes.

Luego, entrevistaron a vecinos del lugar, los cuales manifestaron que no era su deseo proporcionar sus datos personales para no encontrarse relacionados en la investigación.

“Señalando que en el inmueble marcado en calle Melchor Ocampo-Circuito Interior número 351, sabían que había personas de sexo femenino de diversas edades a quienes obligaban a prostituirse”, se explica.

El 28 de junio, a través de una llamada telefónica, los policías federales notificaron a la Fiscalía que atiende el delito de trata de personas de la Procuraduría capitalina los ilícitos.

La madrugada del sábado 29 de junio, los federales ingresaron al Cadillac como titulares del operativo que ahora presume el Procurador capitalino.

El grupo de federales que efectuó la puesta a disposición ante el Ministerio Público local, relató que al ingresar al lugar se percataron de la existencia de más de 20 mujeres de diversas edades, las cuales se encontraban vistiendo únicamente ropa interior.

Las mujeres manifestaron dedicarse al sexoservicio en ese lugar, aseguraron que  cobran 300 pesos por baile y de mil 500 a 3 mil 500 pesos por un “servicio privado”, el cual puede incluir solo el baile erótico, sin que el cliente las toque, o sexo.

“Por lo que se procede a realizar el rescate de esta persona (sexoservidora), así como de las restantes descritas”, declararon los elementos federales, luego de catear el inmueble y detener a bailarinas, meseros, valet parking y hasta clientes que ese día se encontraban en el table dance.

Trabajaban ahí por gusto

Las declaraciones de las mujeres detenidas durante el operativo realizado el sábado 29 de junio en el bar Cadillac ponen en tela de juicio la operación de “rescate” de las autoridades.

La mayoría aseguró que trabajaban en table dance por que obtenían buenos ingresos y no por ser víctimas de una red de trata de personas.

Muchas de las bailarinas detenidas en ese lugar señalaron que tienen amplia experiencia, no solo en el Distrito Federal sino también en el Estado de México, Guadalajara y sus lugares de origen en el extranjero.

“No me obligan a nada, yo trabajaba por el dinero que percibía”, declaró María del Pilar Hernández Navarro.

“Yo quería ganar más dinero, por eso entré a Cadillac”, dijo Consuelo Sele Ramírez Chimal.

“Nadie me obliga a trabajar en Cadillac ni me forzan (sic) a tomar o prostituirme”, aseguró Mónica López Solís.

“Nadie me obliga a trabajar como bailarina, nadie me quita mi dinero ni me obligan a trabajar por horarios, solo tengo necesidad”, refirió Verónica Marisol Garay Oliva.

Los perfiles de las presuntas víctimas rescatadas por la Policía Federal y la Procuraduría capitalina tienen muchas coincidencias: se trata, en su mayoría, de madres solteras, jóvenes con carencias económicas desde su infancia en sus países y comunidades de origen, abandonadas por sus parejas, orilladas a trabajar para solventar gastos de vivienda y manutención propios o de su familia.

En las declaraciones, en poder de Reporte índigo, las mujeres hablan de un interés genuino de entrar por ambición a ese mundo de baile y prostitución, debido a que en muy poco tiempo pueden tener altos ingresos.

Las declarantes hablan de ganancias de entre 5 mil y 20 mil pesos diarios, dependiendo de  los clientes atendidos, la cantidad de botellas consumidas en el establecimiento y las propinas.

El relato de la venezolana Ninfa Mariela Rojas Pérez es el único hace referencia a una red operada por hombres que las contactan en sus países de origen y les prometen trabajo en México como bailarinas o edecanes.

Una vez en tierras mexicanas, las obligan a permanecer bajo custodia en departamentos de Polanco, donde solo reciben lo mínimo para comer, pues son obligadas a trabajar para pagar una deuda de 15 mil dólares por concepto de gastos de viaje y obtención de pasaporte.

‘Una mejor vida’

La venezolana Ninfa Mariela Rojas Pérez relata su historia:

“Llegué a México por primera vez en el año 2008. Quería buscar una mejor vida, ya que tengo una hija que actualmente tiene nueve años, misma que nació cuando yo tenía 19 años y tuve que interrumpir mis estudios para seguir trabajando para poder mantener a mi menor hija”.

Ninfa Mariela asegura que el padre de la pequeña no se hizo cargo de la manutención, por lo que ella empezó a trabajar.

Desde Venezuela surgió la idea de trabajar como bailarina y supo que en México pagaban muy bien por esa actividad.

Una amiga de su país le proporcionó el contacto de un hombre que le ayudaría a arreglar la documentación para poder viajar a México y entrar a uno de los clubes.

“Ya que para poder trabajar en esos lugares teníamos que conocer a alguien; este sujeto se encargó de sacarnos el pasaporte a mi amiga y a mí, y una vez que lo tuvimos, a los tres días viajamos para México”, declara.

Dos hombres las recogieron en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y las llevaron a un departamento que se ubica en Mariano Escobedo, en la zona de Polanco.

“Al llegar ahí se encontraban aproximadamente 12 muchachas, todas de nacionalidad venezolana, y desde que llegué a ese departamento, los sujetos me dijeron que por los gastos de transportación y por vivir en el departamento yo les debía 15 mil dólares”.

De ahí, la llevaron al Cadillac. En ese lugar tenía que bailar y “fichar”, y con las ganancias tenía que pagar la deuda.

“Al estar en los bailes privados, los clientes pueden tocarte todo el cuerpo, es decir, lo senos, los glúteos y las piernas, y ya depende de cada chica si permite que le toquen su área púbica o sus genitales. También sé que cuando los clientes quiere tener sexo con alguna chica, para poder salir del Cadillac tienen que pagar 2 mil pesos y las chicas cobran por dar sexoservicio hasta 5 mil pesos”.

Ninfa Mariela recuerda que durante el tiempo que permanecían en el departamento, apenas les dejaban para el papel de baño y el jabón, y solo las dejaban salir si una chica se encargaba de cuidarlas.

“Yo no me podía regresar a mi país, al igual que mi amiga y las otras chicas, porque estos sujetos tenían nuestros pasaportes, y además nos habían amenazado diciéndonos que ellos sabían donde vivía nuestra familia”.

Luego de pagar la deuda, Ninfa Mariela recuperó su pasaporte, la dejaron ir y regresó a su país.

Al cabo de un año, regresó a México para trabajar otra vez en el Cadillac. Esta vez de manera independiente. Llegó sola a retomar el trabajo. La madrugada del sábado 29 de junio fue detenida.

Con excepción de su relato, las mujeres confesaron ante la CDHDF que el Cadillac había ganado fama de pagar bien a las mujeres que ahí trabajaban, por eso es que acudieron por su propia voluntad a tocar la puerta en busca de una oportunidad. 

Pero ante el Ministerio Público de la PGJDF muchas decidieron presentar su denuncia por el delito de trata de personas.

A pesar de que la denuncia original refería que en ese lugar se explotaba menores, ninguna de las detenidas durante el operativo del sábado era menor de edad.

Mala fama

El bar Cadillac, donde la madrugada del sábado 29 de junio elementos federales y locales detuvieron a 86 personas, entre las cuales fueron supuestamente rescatadas 46 mujeres, 27 mexicanas y 19 extranjeras, víctimas de explotación sexual tiene un largo historial de mala fama. 

Se habla incluso de violaciones en su interior. Muchas de las mujeres supuestamente rescatadas por la policía se dicen dispuestas a revelar los episodios que algunos elementos de la Procuraduría de Justicia han vivido en ese lugar.

Ahí, aseguran, son atendidos como clientes VIP, solo que esa madrugada del sábado ingresaron como servidores públicos y ostentando una placa.

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