El pandemónium por el que pasa el PRD no podría entenderse sin un nombre: Carlos Navarrete Ruíz.
En su fugaz dirigencia está la ignición de la bomba de tiempo en la que está convertida el partido del Sol Azteca.
El 5 de octubre de 2014 tras la sesión plenaria del Consejo Nacional perredista, Carlos Navarrete Ruiz rendiría protesta como dirigente nacional; Héctor Bautista haría lo propio como Secretario General del Partido. La suya fue una presidencia breve y no exenta de polémica. Tuvo que enfrentar la salida de personajes emblemáticos del partido, la crisis de los estudiantes de Ayotzinapa, así como a la debacle electoral del 2015 para su partido.
Aunque Navarrete obtuvo el 72 por ciento de los votos de los consejeros, al principio del proceso hubo resistencia de algunas corrientes perredistas a su candidatura, pues Navarrete es miembro de la corriente Nueva Izquierda, de cuyas filas ya habían emanado los dos anteriores dirigentes nacionales: Jesús Zambrano y Jesús Ortega.
La gestión de Navarrete será recordada como la de la mayor crisis de este partido fundado en 1989. El inicio de su administración quedaría marcada por la crisis que se desató tras la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa en Iguala Guerrero, cuyo alcalde, José Luis Abarca, quien llegó al cargo como abanderado del PRD, fue señalado como uno de los responsables. Esto causó serios cuestionamientos a los procesos de elección de candidatos en todos los niveles dentro del Sol Azteca, así como indignación ante la infiltración del crimen organizado en dichos procesos.
Otro de los señalamientos hacia la dirigencia encabezada por el ex Senador fue la defensa al ex gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero. El 9 de octubre de 2014, en uno de sus primeros actos como presidente nacional, Navarrete Ruiz convocó a una reunión del Comité Ejecutivo Nacional en Chilpancingo Guerrero, ahí se sentó al lado de Aguirre Rivero y le reiteró su apoyo.
La desbandada
Tras los hechos de Iguala, Cuauhtémoc Cárdenas, líder moral y fundador del PRD se convirtió en una de las voces más críticas de la dirigencia nacional encabezada por Carlos Navarrete. El martes 25 de noviembre de 2014, en medio de uno de los momentos más difíciles del partido del Sol Azteca, Cuauhtémoc Cárdenas, y Carlos Navarrete, dirigente nacional sostuvieron un diálogo público en donde trataron de acercar posturas. Esa misma noche Cárdenas Solórzano anunció su renuncia al Partido de la Revolución Democrática, después de 25 años de militancia. En una carta abierta afirmó que el encuentro con Carlos Navarrete llegó muy tarde.
Durante la gestión de Carlos Navarrete se separaron del partido importantes figuras del PRD además de Cuauhtémoc Cárdenas, entre ellos Alejandro Encinas, ex jefe de gobierno del Distrito Federal y Senador de la República, así como Marcelo Ebrard Casaubón, ex jefe de gobierno del Distrito Federal. Algunos otros como Aleida Alavez, Mario Delgado, Agustín Guerrero y María Rojo siguieron el mismo camino.
Las elecciones intermedias de 2015 significaron un duro golpe para el perredismo. Solo obtuvo el 10.83 por ciento del total de los votos, su segundo porcentaje más bajo después de 1991, en la que sería su primera experiencia electoral y donde obtendría el 7.9 por ciento. En la cámara de diputados obtuvo solo 56 escaños cuando en la legislatura anterior contaba con 99.
En la Ciudad de México, otrora bastión histórico del perredismo pasó a ser segunda fuerza. Mantuvo solo 6 de las 14 delegaciones que gobernaba, mientras que Morena ganó 5 en su primera elección, entre ellas Cuauhtémoc, joya de la corona de la capital del país. En la Asamblea Legislativa del Distrito Federal perdió presencia al pasar de 34 a 21 legisladores.
Los adversos resultados de la elección del 7 de junio serían el último clavo en el ataúd de Navarrete Ruiz. El 8 de agosto de 2015 haría oficial su dimisión.