Álvaro, María y su hijo Silvestre regresaron a México después de haber salido del país hace diez años. Llegaron buscando la forma de conseguir un certificado de vacunación sin aplicarse ninguna de las vacunas que combaten el SARS-CoV-2, tarea que les resultó mucho más sencilla en territorio nacional que en Canadá, lugar donde habitaban.
“Nosotros hemos decidido no vacunarnos, creemos que nuestro cuerpo tiene la capacidad de defenderse contra el coronavirus sin la necesidad de utilizar medicamentos, el problema es que allá (Canadá), ya no podemos entrar a ningún lugar sin un certificado, nosotros no podemos trabajar y al niño no le permiten ir al colegio”, relata Álvaro, quien se dedica a la construcción.
A pesar de que la efectividad de las vacunas que han sido desarrolladas por las farmacéuticas de distintos países ha sido demostrada científicamente, aún existen grupos de personas a nivel mundial que luchan por su derecho a no vacunarse, una postura que ha generado mucha polémica y un sinfín de argumentos tanto a favor como en contra de la vacunación.
En países de Europa como Alemania, Austria, Francia o Italia, por ejemplo, las restricciones para evitar la propagación del virus originario de China regresaron debido a la nueva ola de coronavirus, no obstante, los movimientos antivacunas han tomado un tinte cada vez más político debido a las limitantes que los gobiernos han establecido para quienes no se han inoculado, como exigir el certificado de vacunación para poder acceder prácticamente a todos los servicios no esenciales.
“Yo tuve que dejar de ir a la oficina al igual que al gimnasio. Mi esposa tampoco pudo continuar con las clases que impartía y a mi hijo se le prohibió la entrada a la escuela. Te puedo decir que solo teníamos derecho a ir al supermercado, al hospital y a usar el transporte público, pues así lo determinaron las autoridades”, relata Álvaro.
Vacunas para Detener la evolución del virus
Respecto a esta situación que se está viviendo en muchos de los países del mundo, especialmente del continente europeo y americano, la doctora María del Sol Alamilla, de la Universidad La Salle, afirma en entrevista que la vacunación es fundamental para evitar que el virus se siga propagando, pero sobre todo, modificando y evolucionando a nuevas cepas más difíciles de combatir, tarea que los grupos antivacunas complican.
“Hoy en día es difícil decir con datos que las vacunas no funcionan pues se ha demostrado su efectividad. En realidad las personas que han tomado esta decisión lo hacen ya sea por falta de información o simplemente porque siguen una creencia que no necesariamente está basada en la ciencia”.
Además, la doctora asegura que el argumento de ya haberse contagiado y con eso estar protegidos es falso, pues a pesar de haber sobrellevado la enfermedad en una ocasión, con el tiempo las defensas de las personas contra el SARS-CoV-2 vuelven a disminuir, haciéndolos más proclives a adquirir una nueva cepa del virus.
“Quienes dicen que ya no necesitan inocularse porque ya tuvieron coronavirus están equivocados. La vacuna les va a permitir mantenerse protegidos por mucho más tiempo. Además que ayuda a que el cuerpo lentamente asimile y conozca al agente externo que provocó esta pandemia mundial para que en caso de que se vea en la necesidad de enfrentarlo, lo pueda hacer con mayor facilidad. Por lo mismo, cuando una persona inoculada se contagia, también la reacción es menos intensa y tiene muchas más probabilidades de no llegar a enfrentar un estado crítico”.
Una causa en común
A pesar de que la especialista en materia de salud reconoce que algunas de las medidas de restricción en contra de las personas que han decidido no vacunarse pueden limitar sus derechos, opina que en este momento de crisis mundial se debe ver más allá de los beneficios o creencias personales para poder alcanzar un bien común, que en este caso sería controlar la pandemia de SARS-CoV-2.
En este sentido, aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó que la vacuna contra el COVID-19 no debe ser obligatoria para la población, “es necesario que cada persona se cuestione sobre la responsabilidad individual versus los requerimientos de la ley”.
“Debemos tomar en cuenta lo que como individuos podemos hacer para protegernos a nosotros mismos y a las personas a nuestro alrededor. Si vivo solo en una isla desierta probablemente no necesite la vacuna, no lo sé, pero si voy a visitar a mi abuela en un hogar de ancianos, ¿sería responsable de mi parte ir allá donde hay muchas personas mayores sin estar vacunado? Tenemos que hacernos esas preguntas, cuando lo hacemos aparecen las respuestas correctas, y evitamos preguntas sobre la ley y una naturaleza obligatoria de las vacunas”, recalcó el director de emergencias de la organización, Michael Ryan.